El segundo mandato del presidente Nicolás Maduro que culmina en 2024 ha sido un periodo en el que, a pesar de un escenario político complejo, se evidenció el fracaso inminente de la estrategia de aislar a Venezuela del mundo exterior.
En lo relativo al ámbito diplomático y al concierto internacional, los esfuerzos del presidente venezolano se han centrado en dos objetivos fundamentales: demostrar la unidad del país en la campaña de denuncia internacional contra las agresiones que se le impusieron, especialmente las referidas a las acciones de máxima presión por parte de Estados Unidos y sus satélites, y fortalecer el camino hacia la consolidación de la nación como una potencia energética, y así posicionarse en el nuevo orden multipolar.
En relación a estos objetivos, se han logrado avances significativos.
Vencer el aislamiento diplomático del Grupo de Lima
El Grupo de Lima, conformado por varios gobiernos de la región en ese momento hostiles hacia Venezuela, ejecutó varias iniciativas que buscaban aislar el país y presionar por un cambio de gobierno. No obstante, las medidas implementadas, que incluían el desconocimiento de las instituciones venezolanas y la aplicación de sanciones económicas, políticas y diplomáticas, no solo fracasaron en su objetivo principal sino que también tuvieron consecuencias negativas para la cooperación regional en su conjunto.
Sin embargo, el gobierno del presidente Nicolás Maduro logró sortear las consecuencias de estas acciones, y demostró que a pesar del boicot regional a la cooperación con Caracas, las relaciones internacionales y la diplomacia mundial iban más allá de la cofradía del "hemisferio occidental". Esta perspectiva se sustenta en la construcción de relaciones internacionales multipolares y diversas, especialmente con potencias emergentes que desde el gobierno del presidente Hugo Chávez venía consolidando el país.
La disolución del Grupo de Lima, impulsada por cambios en los gobiernos de sus integrantes, refleja de manera incuestionable el fracaso de su estrategia de aislamiento. Mientras tanto, Venezuela avanza participando activamente en iniciativas regionales como la reestructuración de la Unasur y el fortalecimiento de la Celac. El respaldo regional para la solicitud de levantamiento de sanciones también resalta la victoria del país sobre la interferencia extranjera.
Fortalecer la alianza multipolar y apuntar a los BRICS
Este punto está plenamente ligado al anterior. Recientemente la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez, durante la firma del Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de inversiones entre China y Venezuela, señaló que eso constituía un logro de la visita que el presidente Nicolás Maduro hizo al país asiático en el último trimestre de 2023.
#LoDijo | Vicepdta. Ejecutiva, @delcyrodriguezv: Firma del Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones entre China y Venezuela es un logro de la visita al gigante asiático del Pdte. @NicolasMaduro el último trimestre de 2023.#22May pic.twitter.com/Jv2L6b5hra
— Vicepresidencia Vzla (@ViceVenezuela) May 22, 2024
La región euroasiática se presenta como un espacio de transformación política y financiera, donde países como Rusia y China lideran la creación de una nueva arquitectura financiera que desafía la predominancia del dólar y busca prevenir la explotación y el saqueo por parte de Occidente. Venezuela, buscando su propio camino en este escenario, ha encontrado en tales potencias aliados estratégicos para el desarrollo económico y el fortalecimiento de su posición internacional.
La articulación con estos países ha sido fundamental para Venezuela en momentos de gran dificultad. La cooperación económica, financiera y comercial ha sido vital para paliar las consecuencias de las sanciones, mientras que la colaboración política ha servido para contrarrestar la presión de algunos sectores. Las giras internacionales del presidente Maduro durante el periodo 2018-2024 han consolidado estas relaciones, han buscando maximizar los vínculos en el ámbito económico y político y han posicionando el país como un actor relevante en el escenario global, con énfasis en sus potencialidades en el rubro energético.
El siguiente paso en esta dirección es la consolidación del ingreso de Venezuela a los Brics+, una meta que se ha acercado con la incorporación del país como invitado permanente en la cumbre que se celebró en Sudáfrica en 2023. La continuidad del gobierno del presidente Maduro, quien orquestó esta incorporación, se presenta como fundamental para garantizar la integración de Venezuela a este bloque y la articulación orgánica con las nuevas potencias del mundo.
Afianzar la diplomacia de paz
En un contexto internacional marcado por el intenso asedio por parte de Estados Unidos, que ha incluido bloqueos económicos, amenazas de intervención militar, promoción de conspiraciones, intentos de magnicidio y violaciones a la soberanía territorial, el gobierno venezolano, bajo la dirección del presidente Nicolás Maduro, ha optado por la diplomacia de paz como herramienta principal para la defensa de sus intereses.
Maduro ha mantenido firme su principio de diálogo político, incluso frente a condiciones extremas, buscando el entendimiento y la convivencia con su principal antagonista, Estados Unidos. Esto se ha materializado en la apertura de múltiples canales de negociación, tanto en diálogos públicos con la oposición venezolana agrupada en la Plataforma Unitaria Democrática como en conversaciones privadas con el gobierno estadounidense.
El documento de la Conferencia Nacional por el Diálogo, la Paz y la Convivencia, ratifica con la firma de todos los sectores del país los acuerdos de Barbados, además, exige firmemente el levantamiento de las sanciones criminales de manera permanente y total que pesa sobre el… pic.twitter.com/e2AZXeSjX3
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) October 26, 2023
Un ejemplo significativo de este enfoque es el Acuerdo de Barbados, firmado en octubre de 2023 entre Venezuela y Estados Unidos. Este tratado aborda temas como el levantamiento de sanciones, las migraciones, las relaciones políticas y diplomáticas entre ambos países. Venezuela ha cumplido con su compromiso en este acuerdo, particularmente en lo referente al establecimiento de un cronograma electoral para las comicios presidenciales, definido con la participación de todos los actores políticos del país.
La diplomacia de paz de Maduro también ha sido puesta a prueba en el diferendo por la Guayana Esequiba. En este contexto Estados Unidos, utilizando el gobierno de Irfaan Ali y apoyando a la trasnacional energética ExxonMobil, ha intentado instrumentalizar el conflicto territorial para atacar a Venezuela y desestabilizar la región. El presidente Maduro, sin embargo, ha mantenido un enfoque pacifista basado en el diálogo, herramienta fundamental para la resolución del diferendo.
La reunión con su homólogo guyanés en diciembre del año pasado, que culminó con la publicación del Acuerdo de Argyle, es un ejemplo de esta estrategia. En este acuerdo Guyana aceptó públicamente volver a la senda del Acuerdo de Ginebra y cumplir con los compromisos adquiridos.
Si bien las contrapartes han incumplido sus compromisos en ambos casos —las continuas conspiraciones de la oposición y la negativa estadounidense a levantar el régimen de sanciones en el caso de Barbados, y las provocaciones del Comando Sur en territorio esequibo, auspiciadas por Guyana, en el caso de Argyle—, el gobierno venezolano no ha renunciado al diálogo. El presidente Maduro ha convertido este mecanismo en un principio irrenunciable, sin que eso disminuya la firmeza y perseverancia en la defensa de los intereses de la nación.
Las perspectivas que se abren en el plano internacional con una reelección de Nicolás Maduro apuntan, más allá del ingreso del país a foros de máxima relevancia mundial como el de los Brics+, a la consolidación de Venezuela como un actor independiente y estratégico en el concierto de naciones que surge en el nuevo orden multipolar en ciernes.