El gobierno del presidente peruano, Pedro Castillo, ha estado signado por una crisis política impulsada por los sectores ultra conservadores que conforman el establishment en ese país andino.
Este martes, designó como primer ministro a Aníbal Torres, el abogado que lo defendió de la acusación de fraude después de las elecciones interpuesta por Keiko Fujimori.
Esta ingobernabilidad peruana, bien conocida sobre todo por sus deslealtades, antecede a Castillo y condiciona el cambio que pudiera significar su llegada como alguien que no está vinculado a los sectores que siempre han gobernado. Recordemos que los últimos expresidentes de Perú han sido enjuiciados por casos de corrupción.
En casi 200 días de mandato ha cambiado al primer ministro unas cuatro veces, lo que representa un récord para la democracia Peruana. Asimismo, en siete meses ha despedido a 21 ministros.
Desde que asumió la presidencia, Castillo ha enfrentado la amenaza de un juicio político por parte del fujimorismo en la Cámara, que son mayoría y buscan destituirlo con distintas maniobras, por lo que ha tenido que buscar alianzas con la oposición. La amenaza de vacancia y otras decisiones poco acertadas para elegir a sus ministros forman parte de las causas de los constantes cambios en su gabinete.
Sin duda alguna, esta inestabilidad política para formar un gobierno tiene consecuencias graves en la economía y en el desarrollo en general del país y, en consecuencia, en la imagen de Pedro Castillo como presidente.