El 2024 será recordado como un año crucial para el escenario energético mundial, marcado por tensiones geopolíticas, transformaciones estructurales y decisiones estratégicas que redefinieron las dinámicas globales del sector. Desde las políticas de exportación de Gas Natural Licuado (GNL) de Estados Unidos, hasta los avances en proyectos energéticos claves como el Campo Dragón en Venezuela, cada acontecimiento reflejó los complejos desafíos y oportunidades de una industria en constante evolución.
Por ello, resultó oportuno recopilar los cinco hitos que no solo delinearon la agenda energética del año sino que también ofrecen una perspectiva sobre las tendencias y retos que podrían dominar el 2025.
1. ESTADOS UNIDOS Y EL GAS NATURAL LICUADO
En enero de 2024 la administración de Joe Biden implementó una pausa temporal en las aprobaciones de nuevos proyectos de exportación de GNL hacia países que no son parte del Tratado de Libre Comercio (TLC). Esta medida afectó siete proyectos con una capacidad total de 5 600 millones de pies cúbicos por día (Bcf/d) mientras el Departamento de Energía (DoE) revisa el impacto económico y ambiental de dichas exportaciones, cuestión que lleva casi un año.
No existen acuerdos de libre comercio con la mayoría de los principales países importadores de gas de Europa y Asia, incluidos los miembros de la Unión Europea (UE), el Reino Unido, Japón y China. De hecho, Corea del Sur es el único gran importador que tiene un acuerdo de libre comercio con Washington.
Este movimiento se ejecutó bajo el pretexto de "prioridades ambientales" de la administración Biden pero, a grandes rasgos, de acuerdo con la oposición interna del Partido Republicano, esta pausa representa un intento de socavar el aumento de las exportaciones de GNL a países que no son parte del TLC.
Una pausa, ya sea a corto o largo plazo, podría impulsar un aumento en los precios del mercado global de GNL, lo cual favorecerá a los exportadores estadounidenses al fortalecer su competitividad en el ámbito energético mundial, y consolidará la posición de Estados Unidos como un actor clave en este sector estratégico.
Pero, mientras tanto, los grandes consumidores industriales de Estados Unidos han apoyado la pausa por el temor al impacto que las exportaciones tendrán sobre los precios de las materias primas nacionales.
Con el regreso de Donald Trump en 2025 se espera un cambio de rumbo en la política energética estadounidense debido a que el próximo presidente ha prometido expandir las perforaciones internas y aumentar las exportaciones de hidrocarburos, lo que podría desestabilizar el mercado energético global.
Sin embargo, la medida de Biden rompió el mito de que los suministros de gas estadounidenses son más seguros que los de Rusia, y deja claras evidencias de que para Europa el comercio con Estados Unidos conlleva riesgos y, sobre todo, chantajes.
2. MINERALES CRÍTICOS: MÁS COMPETENCIA
En marzo de 2024 la UE y Estados Unidos firmaron un acuerdo para garantizar el suministro de minerales críticos como el litio y tierras raras. Su alcance trasciende lo económico, al redefinir las dinámicas geopolíticas en un contexto global cada vez más competitivo.
China ha consolidado su liderazgo global en la cadena de suministro de minerales críticos, abarcando desde la extracción hasta el procesamiento y la fabricación de componentes fundamentales para vehículos eléctricos, baterías y dispositivos tecnológicos. En 2023 el país asiático produjo más de dos tercios de los metales de tierras raras a escala mundial y, actualmente, procesa más de 80% de ellos, además de casi la totalidad (99,9%) de los metales pesados de tierras raras. Este dominio no solo se basa en sus vastos yacimientos sino también en su capacidad de refinado, lo que incluye la importación de estos minerales desde Occidente para su procesamiento, con una importancia estratégica en sectores como el militar.
Un ejemplo resaltante que expone la fragilidad occidental es el caso del antimonio, un metal crítico cuya demanda ha alcanzado niveles récord debido al rearme militar de los países de la OTAN. Con un aumento de 300% en su precio durante el año, este recurso, esencial en la fabricación de misiles y proyectiles, es mayoritariamente producido por China. En respuesta a las agresivas medidas comerciales de Estados Unidos, China decidió suspender su suministro a ese país, decisión que dejó al descubierto la vulnerabilidad de las cadenas globales frente a la dependencia occidental de recursos estratégicos.
Ahora bien, en el corto plazo, el convenio firmado entre la UE y Estados Unidos busca, en teoría, sentar las bases para diversificar las cadenas de suministro con el objetivo de reducir gradualmente la dependencia de China.
Al respecto, se recuerda que ese pacto con Europa tiene un corte transversal hecho por la Estrategia de Seguridad Nacional 2022 (NSS, según siglas en inglés) de la administración Biden, que define a China como "el desafío geopolítico más importante de Estados Unidos", y plantean que la estrategia debe estar orientada en la inversión a la competitividad y en trabajar en estrecha colaboración con socios.
De esta manera, el acuerdo ayudará a Estados Unidos a identificar cuándo las empresas chinas intentan comprar participaciones en partes de las cadenas de suministro de minerales críticos en los países europeos que determinen, o empresas conjuntas, y en adelante impedir la inversión si la consideran un riesgo para sus intereses.
3. VOLATILIDAD EN EL MERCADO
En septiembre los precios del petróleo sufrieron una caída significativa, llevaron el crudo Brent por debajo de los 70 dólares por barril, un nivel no visto desde diciembre de 2021. Este retroceso, que alarmó a los mercados internacionales, dejó al descubierto un nuevo paradigma en el sector energético: para que los precios experimenten cambios significativos, deben confluir múltiples eventos disruptivos de alto impacto.
La desaceleración económica global fue un factor determinante en este descenso. Datos recientes revelaron una contracción en la actividad manufacturera en economías claves como China, Estados Unidos y la Unión Europea, acompañada de indicadores laborales que no cumplieron con las expectativas.
En paralelo, la demanda de petróleo en China, tradicional motor del consumo energético global, se mantuvo en niveles moderados de actividad, aunque el país sigue liderando los índices de consumo mundial.
Por otra parte, la oferta global continuó expandiéndose debido a que países fuera de la alianza OPEP+, como Brasil y Estados Unidos, han incrementado su producción, lo que ha contribuido a una sobreoferta que ejerce presión a la baja sobre los precios.
Este crecimiento en fuentes de suministro refleja un cambio estructural en el mercado: a diferencia de épocas anteriores, cuando la oferta estaba más concentrada, hoy en día una mayor diversidad de proveedores actúa como estabilizador frente a eventos geopolíticos o shocks temporales.
La política monetaria también jugó un rol crucial. Las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) y otros bancos centrales, centradas en el control de la inflación, han elevado las tasas de interés, una de cuyas consecuencias es la limitación del consumo y la inversión.
En un contexto donde los eventos geopolíticos —como el endurecimiento de sanciones sobre Rusia, las tensiones en el estrecho de Ormuz o el genocidio en Gaza— no han logrado generar aumentos notables en los precios, el mercado petrolero parece haber entrado en una nueva etapa. La diversificación de fuentes de suministro y el desarrollo de capacidades estratégicas de almacenamiento han amortiguado el impacto de estos eventos en el mercado, signo de su capacidad para influir sustancialmente sobre los precios.
Sin embargo, a pesar de las presiones actuales, la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) proyectó un repunte en los precios del Brent. Se espera que promedien 82 dólares por barril en diciembre y 83 dólares en el primer trimestre de 2025, impulsados por posibles ajustes en la producción de la OPEP+ y una recuperación económica moderada.
En conclusión, los precios del petróleo han demostrado una resistencia sin precedentes frente a eventos aislados, lo cual evidencia que hoy en día se requiere una combinación de factores económicos, geopolíticos y estructurales para generar fluctuaciones significativas. Este panorama subraya cómo la evolución del mercado, con una oferta más diversificada y un enfoque en estrategias de resiliencia, ha redefinido las reglas del juego en el sector energético.
4. TENSIONES EN ASIA OCCIDENTAL
Este año se destacó como un periodo de redefinición en la geopolítica energética mundial. Las tensiones persistentes en Asia Occidental, las sanciones ilícitas contra Rusia y los cambios estratégicos en los corredores de suministro marcaron un panorama donde los mercados no experimentaron choques abruptos, pero sí señales de alarma que impulsaron reconfiguraciones claves en las cadenas de suministro, los choke points (cuellos de botella) críticos y la redistribución de rutas energéticas, mientras los actores globales maniobraban para garantizar estabilidad en un entorno difuso.
Si bien el temor a interrupciones en el suministro ha llevado a un aumento de compras especulativas en ciertos rangos de tiempo, lo que resultó en un alza alrededor de 5% en los precios del crudo, también se contrastó con tendencias a la baja registradas en septiembre hasta estabilizarse a esta fecha.
Aunque el mercado energético actual es más diversificado y cuenta con fuentes de suministro alternativas, Asia Occidental sigue siendo crucial para el comercio global de hidrocarburos en virtud de que controlan cerca de 50% del tráfico marítimo de petróleo a través de tres cuellos de botella estratégicos. Un conflicto prolongado en la región no solo perturbaría el suministro energético global sino que también exacerbaría la inestabilidad económica mundial, puerta hacia una nueva fase de volatilidad prolongada en los mercados.
5. AVANCES EN CAMPO DRAGÓN
La llegada del buque Doña José II en septiembre de 2024 marcó un hito crucial en el desarrollo del Campo Dragón, ubicado en las costas del estado Sucre, Venezuela. Este proyecto estratégico, desarrollado en colaboración con Trinidad y Tobago, representa un paso significativo en la activación del potencial gasífero de Venezuela, enmarcado en el contexto del Cinturón Gasífero del Caribe.
La operación del Doña José II permitirá la actualización de datos geológicos y técnicos esenciales para la producción de gas, preparando el terreno para una futura explotación eficiente y sostenible.
El Campo Dragón, con reservas estimadas en más de 4 billones de pies cúbicos de gas, se proyecta como una de las piedras angulares de la diversificación económica venezolana y de su estrategia energética regional.
La asociación con Trinidad y Tobago, bajo el formato de campos compartidos, por un lado permite a Venezuela esquivar las limitaciones impuestas por las sanciones ilegales estadounidenses, mientras que por el otro fortalece la cooperación energética en el Caribe.
Este esquema de colaboración busca tanto la exportación de gas hacia mercados internacionales a través de las plantas de licuefacción de Trinidad, como también el suministro para el desarrollo industrial local.
A pesar de las restricciones derivadas del sistema sancionatorio, el desarrollo del Campo Dragón envía una señal clara sobre el interés de Venezuela en atraer inversión extranjera y revitalizar su sector energético.
Se espera que el proyecto alcance una etapa decisiva en 2025, cuando se consoliden los acuerdos de cooperación y se inicie la producción sostenida. Además, el enfoque en la sostenibilidad y la innovación tecnológica en el manejo de los recursos gasíferos refuerza la proyección de Venezuela, en principio, como un factor neurálgico en aras de la seguridad energética regional.
En definitiva, es evidente la mutación que experimenta el tablero energético, desde las decisiones políticas en Washington hasta los acuerdos sobre minerales críticos. La batalla librada desde Occidente por contener el predominio de China es reflejo de la pugna de las potencias por redefinir las rutas del poder global.
Pero, más allá de los titulares, el mercado global también envió señales claras: la diversificación de las fuentes de suministro y la resiliencia frente a eventos aislados revelaron un sistema menos vulnerable, aunque no menos volátil.
En este escenario Venezuela se perfila como un elemento esencial en el equilibrio energético global, al brindar garantías de suministro en un contexto dominado por incertidumbres y tensiones geopolíticas. Su capacidad para reincorporarse en el mercado energético internacional, a pesar de los efectos de un régimen de sanciones ilícitas que ha intentado asfixiar su economía, reafirma su potencial para desempeñar un papel estratégico en la seguridad de la región.
Lejos de ser únicamente un reservorio de recursos, Venezuela emerge como una instancia estabilizadora capaz de responder a las demandas de un mercado energético en transformación, lo cual evidencia que, incluso bajo presión, su posición geopolítica y su riqueza natural continúan siendo piezas fundamentales en el ajedrez global.