Con el golpe de Estado contra Ali Bongo Ondimba en Gabón el 30 de agosto se acabó una dinastía que empezó con su padre, Omar Bongo, en 1967. Su arresto fue inmediatamente condenado por Francia y Estados Unidos debido a los intereses energéticos que tienen las compañías francesas en el país y la alianza que se construyó en la era Obama con el autócrata.
El periodista de investigación Max Blumenthal, editor en jefe de The Grayzone, señala que fue "uno de los aliados del expresidente demócrata más cercanos en el continente y se apoyó en él para obtener apoyo diplomático mientras libraba una guerra contra Libia que desató el terror y la inestabilidad en toda la región".
De hecho, Ali Bongo no sólo fue el primer líder africano en pedir la dimisión de Gadafi, sino que Obama estaba tan desesperado por invadir Libia que en 2010-2011 le dio a Gabón un papel temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU para que pudiera obtener los votos necesarios para hacerlo.
Reseña que el vínculo era tan estrecho que Foreign Policy calificó al líder gabonés como "el hombre de Obama en África". Y es que con la ayuda del estadounidense el derrocado presidente creó sus vínculos con Davos y asistió al Foro Económico Mundial en varias oportunidades. Colaborador de la Agenda, se proyectaba como quien iba a acelerar la Cuarta Revolución Industrial en África mediante la implementación de lucrativos sistemas de pago e identificación digital entre la población fuertemente empobrecida de su país.
Mientras crecía el descontento de los gaboneses por las condiciones paupérrimas a las que eran sometidos en las altas esferas de la economía, se construía la imagen de que Bongo era un hombre culto de gustos refinados con intereses por la "historia, fútbol, música clásica, jazz y bossa nova". Por eso no es de extrañar que la población haya celebrado con tanto fervor la salida del autócrata.