En la noche del domingo 25 de julio, el presidente de Túnez, Kais Said, tomó la decisión de poner en práctica el artículo 80 de la Constitución tunecina, con lo que logró:
- Suspender el parlamento y eliminar la inmunidad parlamentaria de los diputados;
- cesar al primer ministro Hichem Mechichi y asumir el poder ejecutivo total mediante decretos presidenciales.
Said advirtió que "quien considere disparar una sola bala, nuestras fuerzas armadas estarán listas para enfrentarlo con una andanada de balas".
La principal fuerza política de derecha de Túnez, el partido islamista Ennahda, publicó un comunicado -reseñado por EFE- en el que declara que las acciones del presidente Said "es un golpe contra la democracia tunecina y su Constitución. Túnez es la única historia de éxito de la primavera árabe y esta historia no termina aquí".
"El golpe militar/burocrático es ilegítimo en Túnez como lo es en todas partes. El pueblo de Túnez se aferrará al orden constitucional y a la ley", dijo el presidente del parlamento de Turquía, rechazando el golpe, al igual que el gobierno de Recep T. Erdogan.
Said dijo que las medidas se tomaron "para recuperar la paz social y salvar el Estado y la sociedad", luego de que se registraran protestas por la gestión de la pandemia y la crisis económica en Túnez.
En Túnez, el partido Ennahda es el partido político con mayor fuerza que se ha pronunciado en contra del golpe de fuerza del presidente, junto con otros de derecha e incluso de izquierda.
Dicho país tiene la tasa de mortalidad por covid más alta de África y desde comienzos de año el país magrebí vive un bloqueo institucional después de que el Parlamento apoyara la remodelación del Ejecutivo, con cambios en 11 de sus 25 carteras, y de que el presidente Said se negara a aceptarla al considerar que no fue consultado previamente y debido a las sospechas de conflicto de intereses que planean sobre algunos de los nuevos miembros.