Mié. 18 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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El mercado petrolero global experimentó fluctuaciones en los precios a inicios de septiembre (Foto: Turar Kazangapov / Reuters)
Causas del actual periodo bajista y su impacto inmediato

¿Qué está pasando y qué va a pasar con los precios mundiales del petróleo?

El mercado mundial del petróleo atraviesa un período de precios fluctuantes. Los futuros del crudo Brent, uno de los grandes referentes globales del crudo, experimentaron desde comienzos de septiembre una caída acumulada de 10%, al registrar cifras por debajo de los 70 dólares por barril ($/b), un nivel que no se había visto desde diciembre de 2021.

La incertidumbre en torno al crecimiento económico global se ha intensificado, reflejada en los últimos datos macroeconómicos que muestran una revisión a la baja de la actividad manufacturera en economías claves como China, Estados Unidos y la Unión Europea. Además, los indicadores de empleo han quedado por debajo de las expectativas, en paralelo al estancamiento de la demanda de petróleo en China.

A esto se suma un aumento en la producción de países no pertenecientes a la OPEP+, como Brasil y Estados Unidos, lo que resulta en una combinación de factores que explica la reciente caída de los precios.

Claves en el reporte mensual OPEP

Es bien conocida la interacción entre el crecimiento económico mundial y la demanda de petróleo, un elemento fundamental para comprender la caída de los últimos días. Tomando como base la revisión del Informe Mensual sobre el Mercado del Petróleo (MOMR) de la OPEP de septiembre 2024, se observan las siguientes previsiones de demanda global:

  • Para 2024: a la baja alrededor de 2 millones de barriles diarios (b/d), por debajo del pronóstico del mes pasado de un crecimiento de 2,11 millones b/d.
  • Para 2025: ligeramente a la baja con apenas 40 mil b/d, para situarse en 1,7 millones b/d.

Estos ajustes moderados en las perspectivas reflejan la cautela de la organización ante las condiciones de incertidumbre del mercado.

Según el informe, el crecimiento económico mundial ha demostrado ser resiliente, lo que significa que es capaz de recuperarse rápidamente frente a cambios bruscos. Dicha resiliencia refuerza las expectativas positivas para el corto plazo, en tanto que no existe evidencia sólida que asegure que la economía mundial entrará en recesión el próximo año, con una afectación sensible sobre la demanda global de crudo.

Por ello, ante el descenso de los precios, el 5 de septiembre ocho países de la OPEP+ entre ellos Arabia Saudita, Rusia e Irak, acordaron como medida inmediata extender sus recortes voluntarios adicionales de producción de 2,2 millones b/d para contener la volatilidad en el mercado, o mitigar cualquier posible exceso de oferta.

Tal medida sería hasta finales de noviembre de este año, siendo un periodo que pone en relieve la cautela estratégica de la organización, específicamente porque:

  1. Enfrentan el riesgo de perder participación de mercado dado que esas cuotas son absorbidas por países fuera de la Declaración de Cooperación.
  2. La disminución en los precios genera presiones fiscales a lo interno de los países productores, lo que afecta sensiblemente el desarrollo y la estabilidad de sus economías.
  3. Se avecinan las elecciones presidenciales de Estados Unidos, cuyos resultados podrían influir significativamente sobre las políticas energéticas en el espectro internacional ya que, para Washington, el mercado debe estar abastecido y a niveles de precios que no impacten negativamente la inflación.

Ahora bien, lo relevante de esa decisión es que originalmente la OPEP+ tenía previsto desde junio hacer la eliminación gradual de la reducción voluntaria a finales de septiembre, y mantener ese criterio hasta el año siguiente.

Hasta finales de agosto, diversas fuentes de la instancia aseguraban que aumentarían la producción en octubre, con la intención de traer progresivamente algunos de esos barriles de regreso al mercado si las condiciones lo permitían.

Entonces, frente a la caída de precios, la organización dio marcha atrás en sus planes iniciales y sumó esfuerzos en consenso para evitar cambios traumáticos en el mercado.

Medidas monetarias

Por otro lado, las decisiones de los bancos centrales probablemente desempeñarán un papel primordial en el delicado equilibrio entre el control de la inflación y la recuperación económica, lo que a su vez influirá directamente en la demanda mundial de energía.

La OPEP considera que, para propiciar una evolución económica más favorable, los principales bancos centrales, en especial la Reserva Federal estadounidense, "deben mantener o adoptar políticas monetarias más acomodaticias" durante la segunda mitad de 2024 y a lo largo de 2025.

Estas decisiones, caracterizadas por tasas de interés más bajas y otras medidas de estímulo, están ligadas a las tendencias inflacionarias y a una estabilidad en el mercado laboral. En este contexto, al avivar la actividad economía, también se fomenta un aumento en la demanda energética.

De hecho, hace días funcionarios de la Reserva Federal expresaron su disposición para iniciar una serie de recortes en las tasas de interés, en búsqueda del equilibrio: mantener las tasas lo suficientemente altas para contener la inflación, pero no tan altas como para frenar el crecimiento económico.

En agosto, el presidente de esa instancia financiera, Jerome Powell, dijo que ha llegado el momento de ajustar la política monetaria debido a los posibles riesgos a la baja que enfrenta el mercado laboral estadounidense. Aunque se sabrá realmente la magnitud de la reducción de la tasa de interés en su próxima reunión, entre el 17 y 18 de septiembre.

Así que, en el contexto actual, el papel de la política monetaria se convierte en un factor determinante no solo para el crecimiento económico sino también para la estabilidad del mercado energético mundial.

Lo que prevé la organización es que mientras los recortes adicionales de producción busquen mitigar el exceso de oferta y estabilizar los precios, las gestiones monetarias más flexibles podrían impulsar la demanda energética en el mediano plazo.

Resulta evidente que si las medidas de control de la inflación se cruzan con los esfuerzos por estimular la recuperación económica, el equilibrio que se busca tendrá consecuencias directas para la demanda mundial de energía.

Venezuela

Los movimientos descritos hasta ahora, caracterizados por una caída de los precios después de alcanzar máximos de más de 85 dólares por barril en abril, evidentemente sacuden los países productores.

El descenso de los precios resonó en el valor del petróleo venezolano, en el caso del Merey 16 que, en abril, registró 67,70 dólares por barril y ahora, en lo que va de septiembre, promedió 57,80 dólares. Es evidente que los precios bajos inevitablemente limitan los ingresos de Venezuela, pero esta situación está lejos de ser nueva, aun más con el régimen sancionatorio todavía vigente sobre el país.

El gobierno venezolano ha podido adaptar las estrategias para hacer frente a las restricciones de las sanciones estadounidenses y a los precios más bajos porque ambos fenómenos se desarrollaron al mismo tiempo en 2014.

Por ello, los planes gubernamentales se enmarcan en la diversificación de la economía basada en el petróleo como amortiguador contra la volatilidad del mercado y en salvaguarda de los ingresos.

En el corto plazo, el enfoque estaría orientado en maximizar la eficiencia de las empresas mixtas para mantener los niveles de producción en el marco de las licencias específicas, al menos en este último trimestre del año, previo a la llegada de un nuevo gobierno de Estados Unidos que podría ajustar la gestión de estos instrumentos.

En definitiva, los precios del petróleo enfrentan una presión a la baja debido a la sobreoferta impulsada por países fuera de la OPEP+, junto con el debilitamiento de la demanda global. No obstante, la reciente proyección de la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, según siglas en inglés) sobre un aumento en los precios del Brent, estimando un promedio de 82 dólares por barril en diciembre y 83 dólares por barril en el primer trimestre de 2025, sugiere que esta caída podría ser temporal, condicionada por la evolución de las políticas monetarias y los ajustes de oferta de la OPEP+.

En el horizonte, las elecciones presidenciales estadounidenses se erigen como un factor clave. Mientras una victoria republicana podría implicar un incremento en la oferta de petróleo mediante la flexibilización de regulaciones, una victoria demócrata podría mantener una menor demanda, dado el enfoque de priorizar la "transición energética".

Ninguno de los dos partidos es particularmente favorable a precios altos del petróleo, por lo que su resultado tendrá implicaciones significativas para el equilibrio del mercado en los próximos años.

Por tanto, la pregunta crucial es qué se puede esperar de los precios en este entorno. Con las variables actuales, parece probable que la volatilidad continúe, mientras que la sobreoferta fuera de la OPEP+ y las dinámicas de la demanda global seguirán ejerciendo presión a la baja.

Esto presenta un desafío constante para países productores como Venezuela. En un contexto más amplio, no se trata de predecir la dinámica del mercado petrolero, más bien se busca describir posibles escenarios que están influenciados por las variables actuales.

Tal como indicó la OPEP+, el camino a seguir requiere resiliencia estratégica. Por experiencias propias, Venezuela reconoce las limitaciones impuestas por las sanciones y la volatilidad del mercado, pero también se ha dejado claro el impulso en las oportunidades de diversificación en las exportaciones, que incluye el gas y la petroquímica, para garantizar ingresos sostenidos.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<