Hace un mes los países del G7 concretaron otra acción en el plan de arremetida en contra de los recursos energéticos rusos. Tal es el conocido mecanismo price cap, que se basa en limitar o pautar un tope en el precio del petróleo ruso, descuidando todo fundamento del mercado. Esta idea fue concebida desde Washington y es considerada por la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, como una de las "herramientas más poderosa".
En el contexto de la imposición de ese mecanismo de límite de precios, casi un mes después la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tomó la decisión de ajustar a la baja la producción general en 2 millones de barriles diarios al margen de la 45ª Reunión del Comité Ministerial Conjunto de Supervisión (JMMC) y la 33ª Reunión Ministerial de la OPEP+.
No obstante, hay que añadir que la decisión de la OPEP+ corre a partir de noviembre de 2022 y que el ajuste de referencia aprobado es el asociado a la pasada 19ª Reunión Ministerial de la organización ampliada.
Según los datos publicados por la OPEP+, sobre la producción de estos países y sus compromisos en las cuotas actuales, pareciera que el recorte realmente se traduciría a 1 millón de barriles por día, o poco más. Así lo dijo el ministro de Energía del Reino de Arabia Saudita, Abdulaziz bin Salman: "La caída real será de entre 1 y 1,1 millones de barriles por día", una estimación que también coincide con lo publicado por la empresa de investigación Rystad Energy, que aún ubica la caída real probable en alrededor de 1,2 millones de barriles por día.
La acción de la OPEP+ fue un freno a la imposición del price cap, pues la única manera de que funcionara el mecanismo del G7 era que se sumaran otros países consumidores de gran envergadura, como India o China, pero eso no sucedió.
En adelante con esta decisión, la Secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, calificó la decisión de "error" y enfatizó: "Está claro que OPEP+ se está alineando con Rusia con el anuncio de hoy". Para la administración de Biden, esto es un baño de agua fría en plena carrera por las elecciones de medio término de noviembre, ya que pone en riesgo los resultados por el aumento del precio de la gasolina.
Para la OPEP+ estas medidas de reducción de la producción son claves para contener la posible escalada de recesión mundial y una desaceleración económica.
En este sentido, algunos funcionarios de la Casa Blanca han solicitado al Departamento de Energía de Estados Unidos que analice los posibles impactos de una prohibición a las exportaciones de gasolina, diésel y otros productos refinados del petróleo. Es decir, no sería sorpresa que en los próximos días la administración de Biden pudiera responder a la decisión de la OPEP+ con las trilladas "sanciones" a países exportadores.
Asimismo, debe incluirse los impactos del huracán Ian que afecta los inventarios, pues API (American Petroleum Institute) informó de grandes extracciones de crudo y productos en esta semana.
Aunado a todos estos factores, está en curso la crisis ucraniana y los bloqueos y ataques a la industria gasífera rusa que afectan considerablemente la producción y consumo de los recursos energéticos. Además, cuando hay amenazas geopolíticas las inversiones tienden a ralentizarse, por razones de seguridad y estabilidad estratégica.
Ante esto, aparte de la agenda de agresión en contra de Rusia, hasta ahora el único plan que plantea Estados Unidos y su vasallo europeo es reducir el consumo global de energía, eso sí, encaminado con la crisis económica creada por ellos.
El secretario general de la OPEP, Haitham Al Ghais, afirmaba esta semana que "la OPEP no está detrás de este aumento de precios en la industria del petróleo y el gas. Hay otros factores además de la OPEP que realmente están detrás del aumento en los precios del gas y el petróleo que estamos viendo".
Al Ghais también reiteró que la decisión no se trataba de ser un choque de un país contra otro.
Puede verse entre líneas que, a medida que las potencias del Norte Global ataquen el esquema petrolero global, la OPEP responderá en defensa de su estatuto como organización que busca avanzar en sus esfuerzos de estabilizar el mercado.
El nuevo acuerdo de la OPEP+ simboliza parte de un movimiento que socava la política exterior de Estados Unidos en materia energética, especialmente respecto a Rusia, y ello repercutiría en las venideras elecciones estadounidenses, y el panorama político de los demócratas no se ve nada alentador.