Mié. 15 Enero 2025 Actualizado ayer a las 4:05 pm

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La sequía prolongada, la desinversión y la desregulación, entre otros factores, son una combinación efectiva para que el fuego se haya apoderado de Los Ángeles. (Foto: The New York Times)
Una dosis de realidad neoliberal trae el caos al oeste de EE.UU.

Incendios en Los Ángeles: el colapso sistémico detrás de las llamas

Más allá de la moraleja que implica a los efectos del calentamiento global sobre los socioecosistemas, los incendios que se han desatado en California desde el 7 de enero son un indicio del colapso sistémico de Estados Unidos, alentado por el dogmatismo neoliberal.

Las imágenes de devastación en barrios enteros de la mayor ciudad de ese estado, Los Ángeles, impresionan por la voracidad del fuego. Lo mismo han experimentado regiones como Canadá y Siberia en años recientes, cuyos bosques boreales han sido afectados por las llamadas tormentas de fuego masivas.

Las pérdidas aseguradas por los cinco megaincendios al oeste de Estados Unidos pueden superar los 20 mil millones de dólares, y las pérdidas económicas totales podrían alcanzar los 50 mil millones de dólares, según estimaciones publicadas por JPMorgan.

La empresa AccuWeather, especializada en pronósticos del tiempo, ha incrementado la estimación de los costos financieros totales. Estos podrían alcanzar entre 250 mil y 275 mil millones de dólares, casi el doble del rango anterior, que oscilaba entre 135 mil y 150 mil millones de dólares.

Según otros informes, hasta el pasado sábado 11 de enero, las autoridades locales había logrado contener menos del 10% de los incendios forestales y enfrentaban graves limitaciones de agua.

La sorpresa de estar sorprendidos

El saldo trágico de 24 muertos y más de 12 mil viviendas destruidas en Pacific Palisades y otras zonas devela la vulnerabilidad física de las comunidades de las laderas de California y la debilidad de un sistema que ha sustituido el control político de la crisis climática por mecanismos de mercado en la gestión del riesgo que deriva de esta.

Aunque los medios presentan la secuencia de eventos como algo sorprendente, la realidad actual era esperable. La sequía prolongada, la desinversión y la desregulación, entre otros factores, son una combinación efectiva para que el fuego se haya apoderado de Los Ángeles.

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Los incendios muestran la debilidad de un sistema que prefiere los mecanismos de mercado en vez del control político del riesgo climático (Foto: Reuters)

La región no ha tenido precipitaciones significativas en ocho meses, pero el motivo de la acelerada dispersión de los focos incendiarios también se debe a la falta de inversión pública en políticas de adaptación a la crisis climática.

La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, redujo los fondos para el Departamento de Bomberos local (LAFD, por sus siglas en inglés) en 17 millones de dólares, por lo que los recortes al pago de horas extras al personal y la incapacidad del departamento para cubrir nuevos puestos han disminuido la capacidad de respuesta gubernamental ante la tormenta de fuego.

Por otra parte está la desregulación. El gobierno estatal fracasó en obligar al monopolio energético Pacific Gas and Electric (PG&E), a asegurar adecuadamente sus líneas de transmisión. Las fallas en la infraestructura han hecho que el estado sea mucho más vulnerable a incendios similares y que las empresas perciban mayores ganancias mientras el servicio eléctrico empeora a causa de la liberación de tarifas.

El debate miope al ruedo

Poco más de 130 mil residentes han huido de las llamas mientras los debates mediáticos giran en torno a culpar a las políticas de inclusión y gasto social de los recortes presupuestarios. Así lo evidencia un artículo de The New York Post que acusa a Bass de centrarse en el gasto de las personas sin hogar meses en vez de los incendios forestales.

También un debate detonado por la periodista estaodounidense, Megyn Kelly, quien dijo que la jefa del Los Angeles Fire Department (LAFD), Kristin Crowley, "ha hecho que no llenar los hidrantes sea la máxima prioridad, sino la diversidad". Se refería a las políticas de diversidad, igualdad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés) ejecutadas al interior del departamento por la funcionaria.

Crowley pertenece a la comunidad LGTBQ y sustituyó a un funcionario clave del departamento por ignorar acusaciones de racismo, sexismo, represalias y abusos sufridos por mujeres en el departamento. Esto ha sido utilizado por Donald Trump Jr. y Elon Musk, por ejemplo, para afirmar que "ese DEI significa que la gente MUERE".

Mientras tanto, The Intercept ha vinculado los recortes presupuestarios a una financiación adicional para la policía. California, que ha estado bajo gobiernos del Partido Demócrata durante décadas, adolece de suministros de agua insuficientes y desarolla prácticas de construcción anárquicas e inseguras, entre otros problemas de habitabilidad.

Otra expresión de la crisis está en el sistema de seguros, de la quinta economía más grande del mundo. Un reporte de Bloomberg estima que va a colapsar bajo la presión de las pérdidas financieras.

No es sorprendente que la "opinión pública" evada el debate vertebral del asunto en cuestión mientras predominan la banalidad, la desinformación y la conspiranoia. Se trata de una crisis climática en proceso cuyas causas residen en la sobreexplotación de la naturaleza humana y no humana.

El capitalismo imprime velocidad al piroceno

El cambio en los patrones climáticos juega un papel en los incendios a escala global y también en Los Ángeles. Las temporadas secas más prolongadas en el sur de California no sólo han agravado el peligro de incendios sino que también han reducido los suministros de agua disponibles y han complicado los esfuerzos para desarrollar respuestas efectivas.

Un estudio de 2023 estimó que, entre 1971 y 2021, el cambio climático contribuyó a un aumento de más del 172% en el área quemada y, en particular, a un aumento de más del 320% entre 1996 y 2021.

Investigadores como Stephen J. Pyne han incorporado el término "piroceno" como expresión histórica de la crisis que se aproxima en relación con el modelo de desarrollo y el fuego. El informe "Propagándose como un reguero de pólvora: La creciente amenaza de incendios paisajísticos extraordinarios", publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), afirma que se prevé que el cambio climático y el cambio en el uso de la tierra harán que los incendios forestales sean más frecuentes e intensos. Estima un aumento global de los incendios extremos de hasta el 14 % para 2030, el 30 % para finales de 2050 y el 50 % para finales de siglo.

El cambio climático duplicó el número de grandes incendios entre 1984 y 2015 en el oeste de Estados Unidos y ha sido el principal impulsor de su aumento en esa región. Las corrientes de aire seco y cálido que soplan desde el interior del continente hacia la costa del sur de California, llamados vientos de Santa Ana, han servido como comburente de los megaincendios. Este fenómeno local provocó que, el martes 8 de enero en Palisades, el área quemada pasara de ocho a 80 hectáreas (Ha) en 20 minutos. Al final del día siguiente ya había quemado casi 6 mil 500 hectáreas en las colinas entre Santa Mónica y Malibú.

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El cambio climático duplicó el número de grandes incendios entre 1984 y 2015 en el oeste de Estados Unidos y ha sido el principal impulsor de su aumento en esa región (Foto: The New York Times)

Por otra parte, los bosques boreales que se queman en California son sistemas ecológicos que rodean el hemisferio norte y aportan cantidades importantes de agua a estas zonas del planeta. Se encuentran entre los biomas más amenazados por la deforestación y, en otras regiones, la extracción de arenas bituminosas que han convertido a Estados Unidos en el mayor productor mundial de petróleo. Su devastación es directamente proporcional al incremento de los megaincendios, precisamente ha sido el déficit de agua una de las razones por las que se ha dificultado en combate del fuego en California.

En la última semana, la demanda del líquido ha superado su disponibilidad para las labores de los cuerpos de emergencia y una concejala de Palisades denunció la falta de inversión en infraestructura pública. El futuro que se asoma es más complejo, un análisis del Departamento de Recursos Hídricos de ese estado examinó una variedad de escenarios de cambio climático y proyectó que, para 2043, la cantidad promedio de agua transportada a más de la mitad de la población del estado mediante sus embalses y canales podría disminuir entre un 13% y un 23%.

Mientras tanto, el gobierno entrante de Donald Trump obvia las políticas de mitigación de las emisiones de carbono y Biden ha apuntalado el capitalismo verde sin instrumentar políticas que ataquen las causas reales de la crisis climática.

El estamento político estadounidense se niega a cuestionar el modo de producción que depreda los patrones y procesos ecológicos. Esta es la verdadera causa del colapso en las sociedades y ecosistemas afectados por una abismal desigualdad económica, social y cultural.

Quienes han creado las condiciones para una crisis ambiental global, que va más allá de lo climático, no reconocen sus responsabilidades y han llegado al punto de sacrificar sus propias urbes por sostener un sistema de acumulación y devastación que sigue evidenciando su inviabilidad. 

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