"Maduro no va a dejar el poder, se lo tienen que quitar por la fuerza", dijo en 2024 el congresista republicano Carlos Antonio Giménez en Miami, cuyo tenor en la declaración no escandaliza a esa ciudad, sino que se celebra. Es parte del libreto con el que muchos políticos aseguran su permanencia en el juego político.
Este operador no es un recién llegado a la política de Florida. Antes de encaminarse al Congreso ya había escalado cada peldaño del poder local de ese estado: bombero, comisionado, alcalde del condado de Miami-Dade y figura consolidada entre los votantes latinoamericanos más recalcitrantes del sur de la península.
Actualmente representa el distrito 28 de ese estado, que abarca todo el condado de Monroe y parte del suroeste de Miami-Dade, zonas marcadas por una fuerte presencia cubano-estadounidense y una política profundamente anticomunista.
Además, en los pasillos de Washington lo conocen como miembro del grupo "los cubanos locos", apodo que, según el portal Axios, les fue endosado por el propio presidente de la Cámara, Mike Johnson, tras presenciar cómo condicionaban su voto al presupuesto nacional a cambio de medidas contra Venezuela.
Electo por primera vez al Congreso en 2020, el exalcalde llegó al Capitolio respaldado por el discurso abiertamente anticomunista, cultivado durante años en el gobierno local de Miami-Dade.
Desde la instancia legislativa su postura se ha extiendido por comités estratégicos: Fuerzas Armadas, Seguridad Nacional y el Selecto sobre Competencia con China, espacios desde los cuales refuerza una narrativa de confrontación que proyecta a América Latina como un campo de batalla ideológico más que como una región soberana.
En ese libreto, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, China y Rusia son un blanco predilecto.
Ciudades santuario
En 2017 el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva con el fin de retirar los fondos a las "ciudades santuario", o ciudades que protegen a los migrantes indocumentados de la deportación. El condado de Miami-Dade, al estar en la lista oficial del Departamento de Justicia, era propenso a recibir tales recortes.
Giménez, alcalde en ese entonces, tomó una decisión que marcaría un antes y un después en la política migratoria local: firmó una orden para revertir el estatus de "ciudad santuario" del condado, cuestión que condujo a protestas durante varios días frente a las oficinas de la alcaldía.
De esta forma se alinería con la nueva administración que, bajo la amenaza de reducción presupuestaria, presionaba a las urbes con altos índices de población extranjera para que colaboraran en las políticas de detención y deportación.
Tras el anuncio Trump lo felicitó por Twitter con el mensaje: "El alcalde de Miami-Dade abandona la política de ciudad santuario. Gran decisión. ¡Fuerte!".
Ese año, en una entrevista concedida a CBS4, el propio republicano de origen cubano reconoció que su principal motivación era no poner en riesgo los recursos discrecionales federales que recibía el condado, que ascendían a unos 355 millones de dólares. "No quiero ponernos en riesgo de no recibir esos fondos", dijo, descartando incluso la posibilidad de acudir a instancias legales para cuestionar las decisiones de Trump.
Cabe destacar que, antes de esta orden, Miami-Dade solo aceptaba retener a personas solicitadas por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, según siglas en inglés) si el gobierno federal garantizaba el reembolso de los costos.
Con el cambio impuesto por la máxima autoridad del condado, este comenzó a detener a personas de forma indefinida por solicitud del gobierno federal, sin garantías de reembolso y sin orden judicial. Es decir, trasladó la carga económica al presupuesto local, algo que ni siquiera podría justificarse desde una lógica fiscalista.
La decisión no solo afectó la confianza entre las comunidades migrantes y las autoridades locales sino que también dejó al descubierto la disposición del alcalde de doblegarse a las amenazas de Washington, aun cuando otros gobiernos locales decidieron resistir.
Mientras alcaldes de ciudades como Nueva York, Seattle y Boston reafirmaban su compromiso de proteger a sus residentes migrantes y confrontaban las amenazas de Trump, Giménez prefirió ceder. Incluso, dentro del mismo estado de Florida, condados como Broward y Palm Beach mantuvieron políticas migratorias más apegadas a la legalidad y la dignidad humana al negarse a convertir sus cárceles en centros de retención para ICE sin el debido proceso judicial.
En Miami no hubo consulta pública ni debate profundo en la Comisión del Condado. Solo una decisión a conveniencia que puso en riesgo la integridad de los extranjeros.
MÁS CONVENIENCIAS
La postura complaciente de este congresista con Trump en 2017 también coincidió con esfuerzos por impulsar su propio aumento salarial para el cargo que ostentaba como alcalde.
Ese mismo año un comité del condado aprobó una propuesta para que Giménez comenzara a recibir un salario total de hasta 324 mil dólares anuales, lo que lo convertiría en uno de los alcaldes mejor remunerados del país al superar a homólogos de ciudades mucho más grandes y complejas como Nueva York, Los Ángeles o Chicago.
Se recuerda que cuando se postuló al cargo en 2011, en un momento de recortes presupuestarios y descontento ciudadano tras la destitución de su predecesor (Carlos Álvarez), prometió renunciar al generoso paquete de compensación que había sido símbolo de excesos en la administración anterior.
Este cambio permitiría aumentar significativamente sus pagos de pensión al concluir su mandato en 2020 ya que estos se calculan con base en los años de mayor compensación. Un negocio redondo.
OTROS INTERESES
En las elecciones presidenciales de 2016 el entonces alcalde del condado de Miami-Dade se manifestó abiertamente contra Donald Trump como opción presidencial.
En una entrevista concedida al canal CBS4 Giménez lo calificó como un candidato inviable debido a sus declaraciones controversiales y divisivas. Aunque aseguró que no respaldaría oficialmente a ningún aspirante, cuando se le preguntó directamente si votaría por Hillary Clinton él respondió afirmativamente.
No obstante, para las elecciones de 2020, el legislador no solo se distanció de esa postura inicial sino que reconoció públicamente que su apoyo a Clinton había sido un error.
En un giro político marcado por el oportunismo y la adaptación al nuevo clima electoral, se alineó firmemente con Donald Trump, quien a su vez le ofreció respaldo para su campaña al Congreso. Esta transición coincidió con su cambio de cargo, pasando de alcalde local a congresista republicano, y se produjo en un contexto político cada vez más favorable a Trump en el estado de Florida.
Ese estado, históricamente considerado pendular, ha experimentado en los últimos años un giro demográfico y electoral que ha beneficiado notablemente al Partido Republicano. Áreas como Miami-Dade, tradicionalmente bastiones demócratas, han registrado un aumento significativo de votantes extranjeros —en particular cubanos— que se identifican con discursos antisocialistas y anticomunistas.
Este fenómeno ha fortalecido el discurso visceral promovido por figuras como Marco Rubio, lo que ha generado un entorno más fértil para candidaturas republicanas como la de este congresista republicano de Florida. Es decir, tanto el discurso como el apoyo al magnate le resultó funcional en términos electorales.
LA AGENDA EVIDENTE
En 2022 firmó una carta dirigida al presidente Joe Biden en la que rechazaba cualquier posibilidad de diálogo o flexibilización de las sanciones ilícitas impuestas sobre Venezuela. En esa misiva calificó las conversaciones entre la Casa Blanca y Caracas como una traición a la "comunidad venezolana en el exilio", y exigió el mantenimiento de todas las medidas de presión existentes.
Su respaldo a un proyecto de ley fronteriza reflejó su apoyo a la agenda migratoria más dura: dicha legislación proponía reanudar la construcción del muro fronterizo, aumentar a 22 mil el número de agentes vigilantes de esas zonas, incrementar las subvenciones federales a cuerpos policiales en estados limítrofes y reforzar los controles para evitar el reingreso de reincidentes.
En plena pandemia introdujo la "Ley para Frenar la Diplomacia de Vacunas de China", que prohibía expresamente el envío de esas especies a Venezuela mediante la acusación de que el gobierno chino utilizaba insumos como instrumento de "chantaje político". Con esta propuesta buscó priorizar Taiwán y los aliados regionales de Washington, y excluyó deliberadamente países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Carlos Giménez ha mantenido una línea constante de oposición hacia Venezuela y ha instrumentalizado este asunto según las necesidades de su agenda política, que ha demostrado ser pendular y oportunista.
Su historial revela que puede ubicarse tanto contra como a favor de los migrantes, dependiendo del contexto electoral o de las exigencias del momento, que incluso frente al reciente secuestro de migrantes venezolanos trasladados hacia El Salvador ha optado por un silencio calculado, reflejo de su cautela cuando el costo político de pronunciarse no le resulta rentable.