Jue. 19 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

CaracazoTomGrillo03.jpg

27 de febrero de 1989, Caracas, Venezuela (Foto: Tom Grillo)

27 y 28 de febrero 1989: Gran falso positivo

Para hablar del 27 y 28 de febrero de 1989, como del 4 de febrero de 1992, se hace necesario algunas apreciaciones que nos ubiquen en esta gesta.

Algunos intelectuales, políticos, activistas, siempre han reconocido que somos los pueblos quienes realizamos los hechos, aunque también se sabe que estos hechos siempre han obedecido a planes de acuerdo con los intereses de los dueños, que por supuesto lo justifican diciendo que son en beneficio del pueblo, la patria, dios o el que les ayude a lograr sus objetivos en todo el largo trajinar de esta especie gobernada por élites en todo el planeta.

Y los hechos no son precisamente una vaina bonita. Tumultos, masacres, degollados, fusilamientos, ahorcamientos, sangre, vómito, llanto, moco, mierda. Es terrible cómo han ocurrido los sucesos hasta este momento. Son los dueños arreando esclavos-soldados para mantenerse por encima de otros dueños, y de vez en cuando las insurrecciones de esclavos, muchas veces azuzadas por los dueños, para apropiarse de la hacienda-fábrica de otros dueños en donde siempre los pobres terminamos llevando del bulto.

Pero a la hora de describir estas vicisitudes aparece la historia oficial, es decir, el relato de los dueños que bien o mal pagan a unos intelectuales especializados en la materia de relatar lo que al señor amo le conviene, y es este relato lo que se transmite por las escuelas y los demás aparatos ideológicos como verdad incuestionable, en donde se nos dice que quienes la dirige son seres inmaculados, bien vestidos, con lenguaje florido, no a pie, siempre a caballos o en carros o aviones o barcos, con conocimientos fuera de serie, semidioses, héroes, que en contrario se enfrentan a seres feroces y demoníacos que son los derrotados; este derrotado puede ser un pueblo invadido, saqueado y asesinado, u otro dueño. Pero lo más cumbre es que los soldados o víctimas de estas tragedias somos desdibujados y nos devuelven a la esclavitud de siempre.

Escribimos estas palabras como abreboca para tratar de explicarnos qué nos ocurrió en aquellos tormentosos días de febrero y parte de marzo de 1989 y los años que siguen, porque aún hoy se sigue hablando de "insurrección" o "alzamiento popular", en el caso de los que mejor nos tratan, pero el relato burgués nos etiquetó como asesinos, ladrones, saqueadores.

Para nosotros, 1989 pretendió ser una jugada maestra de las corporaciones para terminar de desbaratar a un Estado-mina, porque desde 1970 ya se venía trabajando un plan que consistía en privatizar a todo el Estado.

Primero se derrota a la izquierda, se le desprestigia, y a los que quedaron vivos se les compra, se les mete presos, se les exilia o simplemente se les mata si no se acogen a ninguna otra regla que satisfaga a los vencedores. Con la izquierda se empiezan a desprestigiar todos los partidos políticos: "la política es una mierda", "la política no sirve", "la política es de ladrones", "la política destroza el país": esa campaña va a la calle de manera que nadie quiera participar en política porque "la política es basura": esa fue la conseja que lanzaron por todos los medios de información. Se hizo famosa una novela que se llamó Por estas calles que era de RCTV, donde expresaban todo ese tipo de cosas.

"El Estado es inservible, corrupto, no sirve, no funciona", etc., etc., etc. Nos metieron en el imaginario colectivo que los gobiernos no servían, que los políticos no servían ni los sindicatos, pero eso iba acompañado de comprar dirigentes sindicales, de comprar partidos políticos, dirigentes, los compraban y después hacían público y visible que a fulano lo compraron, que al otro lo acusaban de corrupción y por allá aparecían unos papeles. Hay cantidad de papeles llenos de actos de corrupción en el país, eso va ocurriendo en todos los países de América Latina, no sólo en Venezuela; en Chile, con el gran golpe militar contra Allende, en 1973; los golpes militares que ocurrieron en Argentina; en Colombia, con la guerra irregular paramilitarizada; en Ecuador igual, con cantidades de presidentes corruptos que aparecían y siguen apareciendo igual; en Perú, México; eso sí, no aparece un solo empresario ladrón: "los empresarios son gente muy buena, muy trabajadora, que quieren al país, son importantes, no roban, administran muy bien, son eficientes": esa es la otra parte de esa propaganda, destruir el Estado, pero potenciar a la empresa privada como la vaina perfecta, lo ideal, lo que todo el mundo debe añorar.

Pero este cuento está mocho si no sabemos que desde 1914, cuando comienzan las inversiones petroleras por parte de las grandes corporaciones en Venezuela hasta los años 1960, toda esa industria se volvió chatarra. Entonces las petroleras diseñaron un plan para recuperar todo el sistema productivo sin tener que invertir medio en su recuperación. Carlos Andrés Pérez, bajo una política que se llamó nacionalización del petróleo, nacionalizó el petróleo ("ahora el petróleo es nuestro") y eso trajo como consecuencia que el Estado comenzó a invertir grandes cantidades de recursos para recuperar esta industria.

Hasta que a finales de 1980 Venezuela tenía totalmente recuperada la industria petrolera, estaba bella, PDVSA era una tacita de oro y comenzó una campaña que los venezolanos no podíamos administrarla, que éramos muy corruptos, que el gobierno era muy corrupto, que había que privatizarla y continuó la campaña, a joder el banco central, se devaluó el bolívar, comenzó a subir el dólar en 1983 bajo el gobierno de Luis Herrera Campíns y ya después de ahí, vino todo ese deterioro, y en 1989 ocurre el famoso estallido, sale la gente a la calle.

Pero eso es otro hecho que fue montado, fue una película, una puesta en escena: todo el que haya sido trabajador sabe que casi siempre hay una pelea en el autobús, el metro, la camionetica, cuando vamos para el trabajo y siempre hay alguien que empuja o le mete mano a las mujeres, y se producen los gritos, coñazos y cachetaones, entonces, el chofer amenaza con arrancar o dice "se me bajan de mi mierda", y ahí termina la coñaza, porque de verdad arranca y deja a todo el mundo entendiendo, y nadie quiere perder el trabajo, y ahí nunca en esas peleas aparece ningún periodista, sacándole foto a nadie, van al barrio cuando avisan que hay un muerto, que llega el CICPC.

Es ahí cuando ellos llegan si ven que es una masacre, unas bandas que se cayeron a tiros, pero ese día justamente en Guarenas, que es una ciudad dormitorio, ahí estaban las cámaras de televisión, no era que estaba un reportero de cualquier periódico, no, no, eran RCTV y Venevisión, en adelante fue mirar por tv y escuchar por radio: están saqueando en tal parte y también en Maracaibo, y aquí se ve a gente organizada por la policía… y era mediodía y la tv promoviendo los saqueos… "fueron superadas las barreras policiales…": ¿cómo es eso que fueron superadas las barreras policiales? En ninguna parte del mundo eso ocurre, si no que lo digan los Chalecos Amarillos, los negros en Estados Unidos, las manifestaciones en Chile, Colombia, Perú, Ecuador, y si ocurre es porque detrás hay un plan político militar muy bien diseñado como ocurrió el 11 de abril de 2002, en donde estaba en complicidad parte de la Guardia Nacional, las policías de Baruta, Chacao, la Metropolitana, los partidos de oposición y diferentes gremios... ¿y en Guarenas, ese día, no pudieron dominar a un terminal de camioneta a un poquito de gente?

La única manera de destruirnos es convirtiéndonos en malandro saqueador, en ladrón público

Porque eso tenía un objetivo, desprestigiar al pueblo que no lo habían podido desprestigiar para llevar adelante sus planes, a nosotros no podían acusarnos de ladrones, corruptos, políticos, nos podían acusar individualmente de delincuentes, pero como una persona, no como a un pueblo; la única manera de destruirnos es convirtiéndonos en malandro saqueador, en ladrón público, y por eso hicieron todo ese gran montaje.

Hay un libro de Paulina Gamus donde ella dice que a las 2 de la tarde de ese día 27 de febrero tenía una reunión del comité ejecutivo de Acción Democrática, y que cuando dijeron que estaban quemando Caracas, se asomó desde el pent-house donde estaban reunidos y ella vio y dijo: "No, en Caracas no está pasando nada", porque era mentira, aquí no estaba pasando nada, solo estaba una puesta en escena, un vulgar falso positivo, hicieron una gran película, como el montaje ese de la Plaza Verde de Trípolis que dijeron "Ahí están matando gente", y era un montaje que hicieron en Kuwait y mostraron para el mundo, como si fuera en Libia que estaba ocurriendo.

Ya en Venezuela había ocurrido 32 años antes, para convertirnos en ladrones. En la mañana éramos héroes, la pobre gente saqueando porque tiene hambre, la gasolina aumentó el pasaje, y después de mediodía: "Maten a esos lambeperros rabiosos, esos son es saqueadores, ladrones, asesinos, están guindando a los chinos". Claro que ocurrió el saqueo, porque si a mí me dicen que la policía no me va hacer nada claro que voy a buscar tv, voy a buscar carro, voy a buscar lo que consiga, necesitaban desprestigiarnos como pueblo y lo lograron.

La otra institución que ellos no habían podido desprestigiar era el Ejército, porque ¿cómo te metes con el ejército sin que te entre a coñazo? Había que convertir entonces al Ejército en asesino, porque eran las instituciones en Venezuela que no habían podido desprestigiar; el pueblo, el Ejército y la majestad de la presidencia de la República, que no se podían deshonrar con una simple campaña propagandística, se necesitaban hechos verificables, entonces al pueblo lo mancillaron por la vía del saqueo, al Ejército lo vilipendiaron como asesino del pueblo, porque lo tiraron para la calle con la expresa orden de matar gente. Mataron a más de 3 mil personas en una semana, ya no había saqueo y siguieron matando gente, aterrorizando al pueblo, y el tercer elemento de esa jugada era infamar la magnificencia de la Presidencia de la República.

Ya habían descalificado a los partidos, los sindicatos, los políticos y les faltaba la presidencia, y lo hacen con un carajo que incluso fue el más votado antes de Chávez, su toma de posesión fue llamada "La coronación", hasta Fidel Castro vino. Carlos Andrés inicia en Venezuela un ciclo histórico en 1973 que se cierra en 1993. ¿Cómo sale Carlos Andrés Pérez? Como una rata: por 260 millones de bolívares le hacen un juicio, al tipo que está podrido en plata, ¿qué le van a estar haciendo por 260 millones, que seguro también se los robó? Eso se lo gastaría él con sus amigos en una parranda, pero necesitaban desprestigiar la presidencia, "el presidente de la República es un vulgar choro, un vulgar ladrón", y claro, todo el mundo "sí, saquen a ese ladrón".

Claro que era ladrón, pero no ratero, era un ladrón de cogerse medio país, pero por quién lo sustituyen: por un intelectual que termina dándole un indulto a un narcotraficante de poca monta como lo era Larry Tovar Acuña, y esto fue el colmo, la Presidencia terminó siendo una vulgar taguara, y eso era lo que necesitaban las transnacionales para destruir todo el Estado, porque requerían que sus negocios nadie los controlara, ni estar pagando impuestos, cuando mucho pequeños ejércitos para cuidar sus propiedades, pero nada de un ejército nacional, ni gobierno central, porque al fin y al cabo necesitan es las minas en donde quiera que estas se encuentren.

El plan les funcionó de maravilla, tan es así que no hubo cuestionamiento, el mundo se tragó el cuento y todo le iba bien a los tipos.

Pero, siempre un pero, ocurre un hecho que no estaba entre las probabilidades: el caso Chávez. Chávez no estaba en los planes de nadie, a Chávez no lo conocía nadie en los corrillos públicos, no era un político, no era un militar de "prestigio" entre los caza cargos y dineros, un pobre más que se mete en la carrera militar para salir de abajo, como pensaban todos los militares o como piensan los que estudian ingeniería, los que estudian medicina ("voy a graduarme para ser alguien en la vida").

Resulta que aparece la insurrección de Chávez y eso trastoca los planes de los tipos, porque ¿quién es este militar? Y de paso, cometen el error de ponerlo a hablar en público; cuando Chávez habla en público esos 20 segundos, y el tipo dice "Yo me hago responsable de estos hechos y vendrán otros tiempos", esa vaina fue como que a todos los pobres venezolanos nos hubieran colocado una inyección de una energía arrechísima; por primera vez en el país alguien se hace responsable de lo que hizo y de allí en adelante comienza todo un proceso.

La vida de los inocentes de 1989 ya habita en nosotros

Pero la burguesía intenta comprar a Chávez, enamorarlo con mujeres, rial, aguardiente pero no es un militar tradicional, un codicioso, el los dejó correr y lo apoyaron venevision, el nacional y otros que creían que lo iban a controlar cuando fuera presidente, por la creencia de que todo pobre es un pendejo, dale un pedazo de pan para que veas como jalan bola.

Pero él tenía un plan, y no solo lo tenía sino que lo hizo público. Necesitamos una ley que nos convierta en un país y para eso necesitamos una nueva constitución; se gradúa de presidente y de una vez firma un decreto llamando a constitución; cumple con su palabra, se hizo el referendo, se aprobó la constituyente, la burguesía dice "¿Pero hasta cuándo?", y Chávez mete una ley en el congreso con 49 leyes habilitantes para gobernar, para poder sacar el país desde abajo, y el gobierno como tenía mayoría en el congreso le aprueban la ley habilitante. Entre las leyes habilitantes fundamentales están la ley de energía y mina, de acuicultura y pesca, y la ley de tierra: tres leyes que afectan directamente los intereses de los dueños, y es cuando le dan el golpe de Estado, pero en menos de 48 horas se produce un contragolpe de unión cívico-militar. Desde entonces viene esta guerra que tenemos.

Porque si algo sabía Chávez es que no éramos independientes, no éramos soberanos, de que eso estaba puro en el papelito, que se necesitaba mucho tiempo, gente preparada, instruida, científica, gente que entienda que el país no le pertenece sino que pertenecemos al país, gente que ame, que herede íntegros sus afectos al territorio, gente que no solo tenga conocimiento sino que sea capaz de planificar colectivamente la independencia productiva del territorio, y para esta tarea todas las personas sin necesidad de títulos, oficios o profesiones, sea hombre, mujer, niño, viejo, quitándonos del cerebro ese pesgoste ideológico de que solo los sabios pueden hacer las cosas porque son los que saben; todo el mundo puede contribuir a construir en el futuro un país que nos convoca a todos.

Hay un detalle que es importante decirlo: desde 1989 para acá la sombra de la guerra civil siempre ha estado sobre este país, porque todo el mundo quería resolver la vaina a coñazo limpio, todo el mundo quería la guerra civil; a todo el mundo nos referimos al poder, porque ganaban con la guerra civil las corporaciones, ganan con la guerra civil las petroleras, los dueños del oro; perdíamos nosotros porque los ejércitos se constituyen de pobres estemos en el bando que estemos, de los ricos o los pobres, desde que apareció Chávez hasta ahora la guerra civil se ha paralizado, evitado, a los pobres nos conviene que no haya nunca una guerra civil en Venezuela, porque al no haber guerra civil es más fácil lograr los objetivos que nos propongamos, porque se les acaba el potencial a los dueños y podemos dedicarnos a pensar con calma la construcción del país.

Desde 1989 han transcurrido 32 años de santos y tarimas derrumbadas, en todos los sentidos, se han desdibujados los partidos políticos de todos los signos, los sindicatos, los gremios, las oenegés y otras formas orgánicas que han servido para agrupar gente en nombre de tal o cual interés, las ideologías de todos los signos y colores hoy totalmente desprestigiadas, se venden a tres por lochas y una de ñapa, las iglesias han mostrado su lado monstruoso, sus ocultas miserias, las academias y escuelas se repiten panfletariamente, las artes y artistas de todos los tipos, se venden al mejor postor como buhoneros vendiendo baratijas en las esquinas, las profesiones se depauperan y los profesionales se envilecen en la desesperanza de no poder cumplir con la ilusión de ser ricos. El capitalismo anda con las nalgas afuera mostrando sus pestilencias.

1989 coincide con la gran desazón que manifiesta el aparato de producción capitalista, su imaginario y constructo cultural el humanismo en todo el planeta, una cultura que pretende sustituir a dios como antes los sostenedores de dios pretendieron sustituir al paganismo. 1989 es esa bala dumdum, que estalla en plena cara de los planes burgueses, desgarrando el velo que le protege y le pone al descubierto en todas sus pandemias que se consumen a la especie y a la vida en todas sus formas.

1989 nos ubica en un punto en donde seguir condenando, maldiciendo, culpando, después de todo lo ocurrido, es tarea del idiota, porque a los pobres nos enseñó 1989 que no nacemos, nos fabrican; entonces que las fábricas entierren a sus fábricas porque la vida va a la vida, no permitamos de ahora en adelante heredar al futuro la tragedia que sustenta hoy a los muertos del mañana. La idea del futuro la debemos pensar los muertos que no viviremos el mañana. Soñarse en los que no existen aún, es la mayor trascendencia sustancial del ser miserable que nos construyó el capitalismo.

Quienes nos soñaron a nosotros lo hicieron en apuro, en necesidad; signados por el hambre, el miedo y la ignorancia; no soñemos a los otros bajo estas premisas, que un verso tranquilo les haga ser en su juntura.

No soñemos como antiguo nos soñaron a nosotros, como una horda siguiendo quimeras, sustentados en esperanzas y utopías de mundos inexistentes, pero siempre consumiéndonos en destinos y futuros inexactos, imaginemos a los juntos sabiéndose a plenitud, sin las hambres y temores que nos han hecho miserias, soñemos, soñemos a los otros sin nosotros contaminándolo todo.

Dediquemos las pocas gotas de energía que aún no nos roba el capitalismo a diseñar con alegría a los que no veremos, que el egoísmo no nuble el entendimiento y podamos comprender que el desprendimiento de hoy será la alegría de los que vivirán mañana.

Si trabajamos para el hoy, moriremos para siempre, porque los muertos no aplauden al futuro.

La vida de los inocentes de 1989 ya habita en nosotros, como posibilidad de nacer en los otros que ya no seremos en esa alegría abonada por todos.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<