Recientemente advertimos que un sector de la oposición estaba tratando de instalar la idea de que se aproximaba una transición política en Venezuela, asumiendo como un hecho la derrota electoral del presidente Nicolás Maduro, luego de las elecciones del próximo 28 de julio, con lo cual se estarían generando grandes expectativas en sus electores que pudieran devenir en escenarios de violencia política, como ya se ha experimentado en jornadas anteriores.
Para ampliar lo ya expuesto, proponemos sistematizar y detallar los elementos que están abonando el terreno para concretar dicho plan.
Triunfalismo
A dos meses para que se realicen las elecciones presidenciales, el discurso que se maneja en la oposición es de absoluta confianza de que van a ganar los comicios. Incluso no se habla cómo será la campaña para lograr la mayor cantidad de votos, sino de la manera "controlada" en que van a recibir el poder por parte de un "resignado" gobierno.
Por ello referimos que se está tratando de fijar la idea de que, posteriormente al 28J, no puede haber otro escenario que no sea el inicio de una era postchavista, el dibujo de una postal sin conflictos políticos, en armonía, con libertades sociales, con una economía pujante y sin sanciones, en la cual el chavismo es visto como un mal sueño o un trauma superado.
No obstante, para siquiera comenzar a llegar a dicho punto, primero se debe cumplir con el requisito más importante: ganar los comicios presidenciales y que se imponga el candidato que dice encarnar la figura de "la transición" porque así lo "decidió" la inhabilitada María Corina Machado. Recordemos que, desde que se llevaron a cabo las primarias de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) en octubre de 2023, se ha dicho que "la transición" ya "empezó", aun cuando haya participado una porción mínima del padrón electoral.
También se ha intentado proyectar que Machado, poseedora del testigo de la "victoria", puede transferir su poder a otros. Lo hizo previamente con Corina Yoris y, ahora, el turno es del candidato por la PUD, Edmundo González Urrutia.
El triunfalismo de ese sector es inexplicable si se toma en cuenta que hay una profunda división y participan varios candidatos antichavistas que dividen el voto opositor.
Con esas enormes expectativas no cabe duda de que se está gestando un escenario de violencia política justificada por ese sector de las frustraciones drenadas una vez que no se cumpla lo que tanto se prometió. Ya se han vivido escenarios similares en el pasado. Ocurrió con las movilizaciones "hasta Miraflores" en 2002, en 2013 cuando Henrique Capriles Radonski irresponsablemente llamó a "descargar la arrechera", y asimismo la promesa de ir "hasta el final" luego de las primarias de 2023.
El Panorama interno
Actualmente no se habla de cuidar el voto sino de "la transición", y todo apunta a que la organización de la PUD y demás socios políticos internos están orientados a proteger esa victoria que está prácticamente "asegurada".
El discurso "hasta el final" se vuelve una declaración de guerra cuando la inhabilitada repite hasta el cansancio que "este es el momento" y "no hay vuelta atrás" y "hay que salir a defender lo que nos pertenece", todo eso acompañado de una épica lucha entre el bien y el mal.
"Y las visitas que vienen realizando, sobre todo factores relacionados a Vente Venezuela, estarían dirigidas a organizar la violencia postelectoral, como lo ha denunciado el presidente Nicolás Maduro y la dirigencia de la Revolución Bolivariana", advertimos en la entrega pasada.
"La transición": cortina de humo para la violencia post 28J https://t.co/cXelFbUlIT
— MV (@Mision_Verdad) May 20, 2024
Para ello se estarían organizando los "comanditos", liderados por el partido de María Corina Machado con miras a lograr el "cambio en Venezuela". Están constituidos por un mínimo de 10 personas y se solapan bajo la imagen de lo popular cuando dicen estar integrados por amas de casa, deportistas, condominios, mototaxistas, promociones universitarias, entre otros.
El PSUV ha denunciado en múltiples oportunidades a Vente Venezuela de pagar a motorizados para generar violencia y así tapar el fracaso de su candidatura fallida. Asimismo, el presidente Maduro ha expuesto los planes desestabilizadores del partido Vente Venezuela.
El frente internacional
Ya hemos dicho que las próximas elecciones del 28 de julio serán uno de los eventos más monitoreados del mundo dado que, previamente, el gobierno y la oposición habían establecido unas pautas de diálogo para la búsqueda de una salida a la crisis.
En ese sentido se hecho una cobertura especial —como operación psicológica— asumiendo que la figura de María Corina Machado representa un fenómeno político sin precedentes que atrae la mirada de expertos, solo comparable con la irrupción del Comandante Hugo Chávez en 1998, por lo que "los ojos del mundo observan con asombro" en esta nueva "épica de liberación nacional".
El respaldo de sectores de la derecha tradicional iberoamericana agrupados en IDEA, que ostentan cierta influencia en medios de comunicación regionales, junto al patrocinio que congresistas estadounidenses han brindado a la figura y "liderazgo" de la susodicha, configuran un escenario propicio para la amplificación de denuncias de fraude electoral. Estas acciones podrían derivar en un nuevo intento por reanimar el Grupo de Lima —con otra fachada propicia a los tiempos—, tal como se advirtió en una nota anterior.
Además, sin haber participado en el proceso, la inhabilitada se ha asumido como parte integral de los Acuerdos de Barbados, con lo cual se han tratado de condicionar los comicios de julio bajo la amenaza de que si no se cumple el pronóstico opositor se aplicarán nuevas rondas de sanciones estadounidenses contra el país. Ya se vio a finales de enero, cuando el Tribunal Supremo de Justicia ratificó su inhabilitación, e inmediatamente el gobierno de Estados Unidos revocó la licencia OFAC en torno al oro venezolano.
La conjugación de estos elementos descritos contituye el tablero completo del posible escenario que buscaría caotizar el país posteriormente a los comicios del 28J, donde está presente el condicionamiento, el desconocimiento de las instituciones venezolanas, así como el frente político y mediático internacional por parte de dicho sector.