Jue. 19 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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Es importante identificar que las ONG, aquí y donde sea, son administradores del sistema global, agentes no-estatales que funcionan como centros incubados de formación, propagación e incluso involucramiento en materia legal (Foto: Juan Díaz / Misión Verdad)

El verdadero papel de las ONG en Venezuela

Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) empezaron a expandirse en el contexto de la Guerra Fría y la globalización del neoliberalismo, acostumbradas a disparar como partidos políticos pero resguardadas bajo el manto jurídico y supuestamente imparcial que ostentan. No son actores inocentes y en Venezuela cumplen funciones específicas, determinadas por intereses y tareas de acuerdo a la agenda imperial.

Las ONG cumplen funciones dentro de los recursos asimétricos (guerra económica, agresiones financieras, intoxicación mediática, asedios perceptivos) de la guerra contra Venezuela. Las enfocadas en derechos humanos, libertad de expresión o acceso político a bienes y servicios que reciben promoción, visibilización mediática y participación en cuanto foro o convocatoria multilateral exista, aquí o en el exterior, podrán predicarlo todo, pero no pasan de ser operadores dentro de la agenda de guerra híbrida contra Venezuela Bolivariana.

Si bien aquí las ONG se autoproclaman como los representantes de la "sociedad civil", en "defensa de los derechos ciudadanos", estas organizaciones no son más que "instrumentos de la política exterior norteamericana", de acuerdo a las investigaciones del economista canadiense Michel Chossudovsky.

Desde la toma del poder por parte de la Revolución Bolivariana, las ONG han sido fachadas para el recibimiento de financiamiento extranjero; se han erigido como elementos "ciudadanistas" que desafían la soberanía nacional; toda vez que muchas de ellas no son más que canales para distribuir recursos logísticos y financieros, con otros propósitos muy lejos del catecismo humanitario, ambiental, político o laboral que predican.

El papel de la NED

La NED, esa "enorme operación global" al decir del escritor William Engdahl, fundada en 1983 bajo el gobierno de Ronald Reagan, comienza sus operaciones y corre en paralelo con la expansión neoliberal de ese presidente estadounidense y la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher, en el marco de una serie de privatizaciones de activos y emprendimientos gubernamentales dentro de la CIA.

Su creador, el académico Allen Weinstein, declaró en 1991 que "mucho de lo que estamos haciendo ahora -con la NED- la CIA lo hacía de forma encubierta hace 25 años". 

Su presupuesto proviene principalmente del Congreso norteamericano, pero también recibe financiamiento de otras "entidades" amistosas como la Open Society Foundations del especulador financiero George Soros.

Como recuerda Engdahl, su práctica es la de la "promoción democrática" versión gringa (derechos humanos artillados), señalando que "la NED ha estado en el centro de todas las 'revoluciones de colores' norteamericanas desde el derrocamiento de Slobodan Milosevic en el año 2000" hasta la fecha.

Desde las ONG que exitosamente lograron que el proceso de denuncias y "protestas" derivaran en golpes de Estado y la instalación de gobiernos de corte neoliberal duro, en su participación en el golpe de 2002 al Gobierno Bolivariano, pasando por la "primavera árabe" y llegando hasta Hong Kong, la actividad vinculante de la NED no solo es constatable, sino decisiva. En tanto que las ONG que financia son otro brazo instrumental de la política exterior norteamericana.

Otros centros de financiamiento, aparte de la CIA en forma encubierta y de la NED de manera explícita, son la mencionada Open Society de Soros, así como la USAID (la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), el IRI (el Instituto Republicano Internacional, legado del finado John McCain) y el NDI (el Instituto Nacional Demócrata para los Asuntos Internacionales, su presidenta Madeleine Albright), el CIPE (el Centro para la Empresa Privada Internacional, ala internacional de la Cámara de Comercio de Estados Unidos) y The Solidarity Center (operador de política internacional de la NED y la Federación Estadounidense de Trabajo y del Congreso de Organizaciones Industriales, AFL-CIO sus siglas en inglés).

El abanico de instituciones norteamericanas para el aporte financiero a organizaciones desestabilizadoras, o que sencillamente defienden los intereses de grandes corporaciones en las distintas regiones del mundo, es variopinto en lo nominal, pero en el fondo el interés imperial prevalece y no diferencia una de otra.

Si la NED funciona como un centro coordinador, Freedom House (que también recibe financiamiento de la NED) funge como centro de adiestramiento de estas ONG, "observatorios" o fundaciones. No son pocas las organizaciones en Venezuela que han requerido de los servicios de uno y otro centro.

Asimismo, la USAID ha fungido como un canal privilegiado: recordemos su papel clave durante la operación de "ayuda humanitaria" (la denominada "Batalla de los Puentes") resistida por la unión cívico-militar el 23 de febrero de 2019. A través de la USAID se intentó invadir el país bajo pretextos "humanitarios".

Dólares para una política de doble rasero

El rosario de ONG que reciben financiamiento y apoyo de la NED y de otras instituciones estadounidenses y europeas en Venezuela es ancho y ajeno, como lo demuestra también la cantidad de "áreas de financiación" que declaran que han sido invertidos en 2020 en Venezuela (sin especificar las organizaciones que perciben esos miles de dólares).

Y en este caso se trata de lo público y formal, porque según una investigación del periódico británico The Guardian, publicada en mayo 2020, la NED entregó fondos en 2011 a festivales de rock venezolanos, a través de ONG, fundaciones y asociaciones civiles, con el objetivo de socavar culturalmente al Gobierno Bolivariano y captar potenciales operadores políticos entre la juventud de la oposición. La información fue dada a conocer a través de documentos desclasificados.

Las ONG, en muchos casos, no se diferencian demasiado de los operadores políticos de cualquier país: atacan como partidos políticos y se defienden con una supuesta neutralidad que les confiere su vestido jurídico.

Organizaciones como Súmate, nacida en 2002 y presidida por María Corina Machado hasta no hace mucho tiempo, la cual orientó su rango de acción al intento de desprestigiar al Consejo Nacional Electoral (CNE), y que recibía financiamiento de la NED; y como Humano y Libre, fundada en mayo de 2002, cuyo director fue Gustavo Arroyo Tovar, que sirvió de canal financiero para grupos guarimberos en 2007, son organizaciones que hoy día están registradas en Estados Unidos como corporaciones. Éstas, además de ser reconocidas por su afán golpista sin vergüenza, inauguraron el papel desestabilizador como ONG en Venezuela.

Las más sonadas por la mediocracia local en los últimos años han sido Foro Penal, Control Ciudadano y Provea. Cada una tiene un fin mediático específico y maneja amplios recursos para hacer el trabajo desestabilizador con maquillaje "civil" incluido, y que sirven de panorama en cuanto al accionar de las ONG en Venezuela.

  • Foro Penal Venezolano es financiada por diversas instituciones y personalidades, y fue formada por Freedom House. Tiene un amplio prontuario de apoyo a los agentes de las guarimbas en 2014 y a los terroristas de las secuelas luego del fracaso (2017, 2018). Esta ONG, que se maneja con un amplio pool de abogados, cuenta entre sus directivos a Alfredo Romero y Gonzalo Himiob. Su relación privilegiada con Estados Unidos lo dice todo sobre su proceder.
  • Asociación Civil Control Ciudadano no parece tener un canal de financiamiento muy claro, ya que no declara en su página de quién recibe dinero para poder funcionar. Rocío San Miguel está al frente de esta ONG, cuyo objetivo primordial consiste en socavar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y las diversas instituciones de inteligencia y defensa del país. No son pocas las veces en que Rocío San Miguel ha manejado y lanzado a las redes y medios de propaganda, "informaciones clasificadas" y sobre todo rumores en nombre de la "contraloría ciudadana" y los "derechos humanos". Su relación con Estados Unidos se refleja en el cable que envió (filtrado por WikiLeaks) en el año 2007 el exembajador de Estados Unidos en Venezuela, William Brownfield, al Comando Sur y a la Secretaría de Asuntos del Hemisferio Occidental (entre otros), en donde San Miguel es delatada como "socia activa de la USAID". Incluso durante la VII Cumbre de Las Américas tuvo la oportunidad de reunirse con Barack Obama.
  • Provea, financiada por Open Society y otras instituciones como la Fundación Ford y la embajada británica, es una de las más activas en lo que va de Revolución Bolivariana. Ha sido determinante para la mediática local e internacional con sus informes sobre derechos humanos en Venezuela, sobre todo durante la época guarimbera (2014-2017). Las denuncias que maneja Provea nunca se extienden a la violencia transnacional que desarrolla el paramilitarismo en el país ni los atentados terroristas que grupos de la ultra financian y promueven, como los pupilos de Leopoldo López. Al igual que el Foro Penal, defienden necesariamente la sedicia de la extrema derecha para golpear con el relato del Estado ultrapolicial, cuento sobredimensionado por la Organización de Estados Americanos (OEA, o Ministerio de Colonias de Washington) con quienes también tiene una estrecha relación.

En funciones de "agentes no-estatales", las ONG tienen un doble trabajo que han aprendido a aceitar con el tiempo, con el chavismo de enemigo: construir y fomentar el relato del Estado fallido en Venezuela, así sea bajo la retórica de la propaganda sucia y la guerra perceptiva, y servir de canal de financiamiento a otros actores de la ultra criolla.

Las asociaciones públicas y privadas de los operadores de estas "agencias no-estatales" con partidos políticos y sectores antipolíticos de la oposición venezolana evidencian sus papeles en esta guerra. Queda de nosotros desnudar estos recursos de la guerra asimétrica, quienes ya no tienen rincón político de dónde esconderse.

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