A expensas de las discusiones y propuestas que surgieron cuando se clausuró el Congreso Nacional de Comunas 2.0 el pasado 10 de febrero, el presidente Nicolás Maduro, quien estuvo muy involucrado en el desarrollo del evento, entregó al presidente del parlamento, Jorge Rodríguez, dos proyectos de ley que serán claves para el ciclo político entrante: la Ley de Ciudades Comunales y la Ley del Parlamento Comunal.
La consolidación de estos proyectos fue una oferta durante la campaña política por las elecciones parlamentarias y se han redactado expresamente por los equipos comuneros que participaron en el Congreso mediante 698 propuestas.
De estas se desprende un total de 406 que quedaron inscritas a cargo de las vocerías de comunas y consejos comunales, mientras que 292 corresponden a la representación de movimientos sociales.
El chavismo y la aparente incongruencia de dólares y Comunas
Por cuestiones de tiempos noticiosos, es inocultable una aparente incongruencia entre un chavismo en el poder que flexibiliza de mecanismos bancarios para permitir operaciones en dólares y otro chavismo que da saltos enormes rumbo a las Comunas.
Salgámosle al paso a tal trampa narrativa y maniquea analizando la realidad nacional.
Básicamente, el bloqueo económico contra el país ha degradado significativamente la capacidad del Estado para arbitrar a los factores económicos internos y sostener todo el sistema, tal como había sido la tradición en cien años de rentismo. Ahora el modelo de sostenimiento de la economía y factor medular de la política del país, la renta, está feneciendo desfigurada por las presiones del bloqueo.
Tal singularidad en el cuadro político y económico venezolano ha convenido que la gestión del Estado esté particularmente signada ahora por el pragmatismo, especialmente en el ámbito económico, de maneras en que no se habían conocido en más de 20 años de chavismo en el poder.
El chavismo ha tenido que implementar y tolerar un conjunto de cambios de reglas, fundadas en factores y fuerzas superiores que no puede controlar, precisamente, por ver diezmada las capacidades económicas del Estado. En este ítem conviene resaltar no solo el bloqueo externo, también el avance en la economía doméstica de fenómenos como la dolarización parcial de la actividades comerciales, así como las flexibilizaciones en la política económica y mecanismos para revitalizar el aparato interno, más allá de la gestión del Estado, que han sido aceptadas por el mismo gobierno.
De ahí que lo que algunos consideran actos de “regresión” para el directorio chavista son actos de congruencia y pragmatismo a expensas de las condiciones impuestas. Para el chavismo estas condiciones imponen adaptación o ser avasallados por las circunstancias de hemiplejia económica total que impone el bloqueo.
En esa misma congruencia sobreviene el lanzamiento de dos proyectos de leyes comuneras que han sido demandados durante años por los factores que han luchado por la construcción de las Comunas en el país.
El presidente Maduro ha proclamado que las Comunas son rasgos del “nuevo Estado” que debe germinar afianzando el espacio político nacional en un marco de resistencia. “Tenemos que ir construyendo las fuerzas del futuro, la fuerza moral y nueva de la patria. Las fuerzas comunales, las fuerzas populares, las de la clase obrera. Rectificar en todas partes donde se hayan cometido errores”, agregó en aquella oportunidad.
Ha previsto que para este año se consolide la meta de construir, al menos, unas 200 ciudades comunales acorde a los principios de la ley propuesta. Habló de vértices de desarrollo para las ciudades comunales entre los que enumeró: la redacción de leyes sencillas de servicio al pueblo; el segundo vértice es el de los servicios públicos de proximidad, controlados por el poder popular, e igualmente el rol de las Comunas en la actividad productiva.
En otras palabras, la propuesta consiste en empoderamiento político y económico a través de vías autogestionarias desde las comunas, entiéndase, justo en un marco de agresiones económicas y financieras que han dado quiebre a las formas tradicionales de gestión económica y política en el país, que emergieron con el Estado rentista, representativo, vertical y clientelar que ha definido la vida nacional.
Hay por defecto un reconocimiento de las circunstancias. El chavismo entiende que en algunas áreas tiene que ceder mientras que en otras debe que avanzar y que estas situaciones son impuestas por el momento y por gravitaciones que no se pueden controlar, sino que más bien debe maniobrar. Tal como en un contexto de guerra, que es lo que hay contra Venezuela, hay congruencia entre los aparentes retrocesos y los avances porque estan fundados sobre propósitos tácticos.
Hay un reconocimiento del desmantelamiento que ha sufrido el Estado rentista tradicional, que demanda una transformación de las formas de gobierno y la aceleración de mecanismos de gestión política y económica más allá del Estado.
Visto así no hay incongruencias. El propio momento político y económico nacional, con todas sus contradicciones, ha sido propicio para dar un claro salto al frente rumbo a la Comuna.
Un enfoque estratégico en varios frentes
La intención es ambiciosa, consiste en revertir desde lo profundo, desde las propias entrañas del país, los modelos de gestión local, no desde las condiciones del petróleo a 100 como se pretendió en otra época, sino desde las condiciones más exasperantes que ha conocido la economía venezolana en toda su historia.
De ahí que el avance en lo político, país adentro, pasa a ser ahora un factor claramente estratégico para el chavismo. El rentismo en colapso impondrá novedosas formas de gestión pública en materia de servicios estatales, en áreas sensibles como la distribución de gas doméstico o el acceso al agua potable.
También es un hecho que las capacidades mermadas del Estado, la reducción de su músculo institucional, demandan ahora una acción concreta y empoderada, con facultades, de los sectores organizados en la base para hacer gestión por y desde las comunidades.
También es relevante mencionar que la aspirada recuperación económica nacional, ante la reducción de las capacidades económicas del Estado, no debe quedar en manos exclusivas del capital privado, si es que tal cosa es posible, pues este por naturaleza solo puede recuperarse a sí mismo y deja poco para las aspiraciones nacionales. El chavismo sigue mirando el potencial económico y productivo de las Comunas como actores económicos incipientes, pero con capacidad de impactar en las economías locales mediante criterios solidarios para la producción y distribución de bienes y servicios. Ese es otro punto a considerar.
El lanzamiento de la Ley de Parlamento Comunal consiste en un empoderamiento político que será indispensable para el desarrollo de la vida local, para repolitizar y revitalizar la participación protagónica como marca inconfundible del chavismo. Seguidamente, la Ley de Ciudades Comunales aterrizará mecanismos de gestión desde y para las Comunas y crea un hábitat para el manejo de servicios públicos, la producción social y el flujo de bienes y servicios.
En esa línea, Maduro ha apostado con “petrolizar” la base de recursos para estos esfuerzos. Refirió que la devaluación inducida en Venezuela obliga al Estado al uso del Petro como instrumento, con el cual hace otro hito en la vida nacional y crea en Venezuela otra enorme particularidad: el chavismo aspira a construir espacios de autogobierno local, financiando esta gran aspiración mediante el uso de una ciptomoneda soberana.
Tal vez esto último en apariencia no signifique mayor cosa por nuestra tendencia a banalizar la política nacional, pero veámoslo desde dos referentes comparativos.
Sabemos del bitcoin y su precio de burbuja que en Dinamarca sirve para comprar pizzas delivery y que desde hace días se sabe que servirá para pagar un vehículo de Tesla. Por sus características, el bitcoin es frecuentemente denominado un “instrumento contrahegemónico” adverso a las finanzas mundiales como las hemos conocido. En cierta manera lo es, por su denominación tecnológica, pero su contribución será en el futuro enorme para el capitalismo.
Qué decir entonces del petro y la capacidad que podría tener para financiar y favorecer la construcción del socialismo en el territorio, la autogestión y la democracia profunda desde Venezuela, el país que en todo el hemisferio occidental es el mayor centro de las presiones del imperio de nuestro tiempo.
La apuesta es que a mediano plazo las Comunas y las Ciudades Comunales puedan conformar un hábitat para la gestión política local de manera alterna a los modelos de organización política-burguesa. Adicionalmente, mediante el uso del petro y su incorporación a operaciones cotidianas, canalizar el intercambio de bienes y servicios revitalizará el espacio económico local.
La congruencia de estos proyectos de ley con el momento del país también está en el devenir de los últimos años. El propio cuadro adverso ha impulsado estas propuestas. En Venezuela, las desfiguraciones que han prosperado desde el auge de la coyuntura económica dieron al traste con los modelos paternales de gestión y se abrió paso a la gestión de la política pública desde lo cotidiano, desde la limitación de recursos, un día a la vez, desde la contingencia permanente y desde el protagonismo de las fuerzas de base para ejecutarlas. En este ítem los CLAP, UBCH, Consejos Comunales y el tejido político femenino de vanguardia en las comunidades ha sido clave para lidiar con los pesares y las demandas poblacionales.
De ahí que las fuerzas naturales de la política interna han permitido dar este salto, que es para el presidente Maduro una apuesta. Si bien este año de elecciones regionales supondría un repliegue de las fuerzas de gestión alternativa, para el presidente es todo lo contrario y ese es otro frente estratégico a considerar.
Esta es una apuesta que dará frutos, luego de avatares y encrucijadas, al consumarse la disputa entre viejo Estado y el Estado comunal emergente. Tendrá tropiezos, tendrá obstáculos, no lo dudemos. Pero yace hoy sobre la experiencia acumulada y el fogueo que ha tenido el chavismo en la organización desde el país profundo.