Bajo los auspicios de China el 10 de marzo en Beijing los competidores regionales de larga data, Irán y Arabia Saudita, llegaron a un acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas, luego de una interrupción de siete años.
Interpretándolo de la mejor manera, el acuerdo puede verse como estratégico e histórico, refleja los principales cambios que se están produciendo en Asia occidental y el mundo. De la peor, se puede caracterizar como un "acuerdo de armisticio" entre dos grandes rivales que brindará un espacio valioso para comunicaciones regulares y directas.
La declaración conjunta sino-saudí-iraní el viernes 10 de marzo tuvo fuertes implicaciones más allá del anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Teherán y Riad, rotas desde 2016.
El comunicado es muy claro:
- Las embajadas de Arabia Saudita y la República Islámica de Irán reabrirán en menos de dos meses.
- Respeto a la soberanía de los Estados.
- Activación del acuerdo de cooperación en seguridad entre Irán y Arabia Saudita, firmado en 2001.
- Recuperación del acuerdo de cooperación en los sectores económico, comercial, de inversiones, tecnológico, científico, cultural, deportivo y juvenil suscrito entre las partes en 1998.
- Instar a los tres países a realizar todos los esfuerzos para promover la paz y la seguridad regional e internacional.
De antemano, las primeras cuatro cláusulas sugieren que el acuerdo negociado por China es, en esencia, una enmienda de las relaciones diplomáticas entre los viejos adversarios. Pero, de hecho, la quinta cláusula se aleja del texto estándar insertado en declaraciones conjuntas entre Estados.
Parece establecer una nueva referencia para los conflictos en el oeste de Asia, en los que China desempeña el papel de "pacificador" —en asociación con Irán y Arabia Saudita—, en los que Beijing asume un papel en varios conflictos entre regiones o influye sobre las partes relevantes.
Fuentes familiarizadas con las negociaciones han revelado a The Cradle que el presidente chino, Xi Jinping, no se limitó a cerrar un acuerdo que ya estaba en marcha entre Teherán y Riad. Xi, de hecho, personalmente ha sentado las bases para que este acuerdo se materialice. El Jefe de Estado chino profundizó en los detalles desde su visita a Arabia Saudita en diciembre de 2022, y luego durante la visita del presidente iraní, Ebrahim Raisi, a Beijing a mediados de febrero de este año.
Se llevó a cabo más de una fase de negociaciones bajo los auspicios chinos, durante las cuales los iraníes y los saudíes finalizaron los detalles discutidos entre ellos en Irak y Omán durante rondas de conversaciones anteriores.
De ninguna manera era un hecho establecido que las dos partes llegarían a un acuerdo en su última fase de discusiones —del 6 al 10 de marzo de 2023—. Pero el representante chino logró superar todos los obstáculos entre las dos delegaciones, luego de lo cual las partes obtuvieron aprobación de sus respectivos líderes para anunciar el acuerdo del viernes 10 de marzo.
China como garante regional
En los últimos días se ha escrito mucho sobre las implicaciones estratégicas de un acuerdo saudí-iraní negociado por China y su impacto en el papel global de Beijing frente a Estados Unidos. El golfo Pérsico es una región neurálgica para ambas potencias, y la principal fuente de suministro energético de China. Es probable que Beijing interviniera para aliviar las tensiones entre sus dos aliados estratégicos. También es algo que Washington, visto durante mucho tiempo como el "garante de seguridad", nunca pudiera haber logrado.
Sin dudas mucho se dirá sobre el "aventurerismo estratégico" del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman (MbS) y su explotación de los cambios globales para compensar la disminución de la influencia regional de Estados Unidos. El surgimiento de un orden multipolar y postestadounidense deja cierto espacio para que los aliados tradicionales de este país exploren sus opciones internacionales lejos de Washington, y al servicio de sus intereses nacionales inmediatos.
Los valoraciones actuales de Arabia Saudita están relacionadas con los ambiciosos objetivos políticos, económicos, financieros y culturales que MbS se ha propuesto para su país, y se basan en dos pilares:
- Diversificar las asociaciones regionales y globales para adaptarse a los cambios sistémicos mundiales que ayudarán a materializar los grandes planes de Riad.
- Establecer la seguridad y la estabilidad política para permitir que Arabia Saudita implemente sus proyectos principales, especialmente los bocetos de la "Visión 2030" de MbS, a través de los cuales Riad se imagina transformándose en una incubadora regional para las finanzas, los negocios, los medios y la industria del entretenimiento, similar al papel jugado por los Emiratos Árabes Unidos en décadas pasadas, o por Beirut antes de la guerra civil libanesa en 1975.
En resumen, la seguridad y la estabilidad regionales y nacionales son vitales para que Riad pueda ejecutar sus objetivos estratégicos. Como tal, se insertaron cláusulas confidenciales en el acuerdo de Beijing para asegurar a Irán y a Arabia Saudita que se cumplirían sus imperativos de seguridad. Algunos de esos detalles se proporcionaron a The Cradle, cortesía de una fuente involucrada en las negociaciones:
- Tanto Arabia Saudita como la República Islámica de Irán se comprometen a no participar en ninguna actividad que desestabilice a cualquiera de los dos Estados, a nivel de seguridad, militar o mediático.
- Arabia Saudita se compromete a no financiar medios de comunicación que busquen desestabilizar a Irán, como Iran International.
- Arabia Saudita se compromete a no financiar organizaciones designadas como terroristas por Irán, como la Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán (el MEK), grupos kurdos con sede en Irak, o militantes que operen desde Pakistán.
- Irán se compromete a garantizar que sus organizaciones aliadas no violen el territorio saudí desde el interior del espacio iraquí. Durante las negociaciones hubo discusiones sobre el ataque a las instalaciones de Aramco en Arabia Saudita en septiembre de 2019 y la garantía de Irán de que una organización aliada no llevase a cabo un ataque similar desde tierras iraquíes.
- Arabia Saudita e Irán buscarán realizar todos los esfuerzos posibles con vistas a resolver las pugnas en la región, particularmente el conflicto en Yemen, para consolidar una solución política que asegure la paz duradera en ese país.
Según fuentes involucradas en las negociaciones de Beijing no se acordaron detalles sobre el conflicto en Yemen ya que se han logrado avances significativos en las conversaciones directas entre Riad y el movimiento de resistencia yemení Ansar Allah en enero. Estos han llevado entendimientos importantes entre los dos Estados en guerra, que Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos han tratado furiosamente socavar para evitar una resolución a la guerra.
Sin embargo, en Beijing los saudíes e iraníes concertaron ayudar a avanzar en las decisiones ya alcanzadas entre Riad y Saná, y aprovecharlas para poner fin a la guerra de siete años.
Por lo tanto, aunque la declaración de Beijing aborda principalmente cuestiones relacionadas con el acercamiento diplomático, los entendimientos entre Irán y Arabia Saudita parecen haber sido negociados principalmente en torno a imperativos de seguridad. Los partidarios de cada lado probablemente afirmarán que a su país le fue mejor en el acuerdo, pero una mirada más profunda muestra un equilibrio saludable en los términos del mismo, con cada parte recibiendo garantías de que la otra no alterará su seguridad.
Si bien Irán nunca ha manifestado el deseo de erosionar la seguridad de Arabia Saudita, algunos de sus aliados regionales no han ocultado sus intenciones al respecto. Además, MbS ha declarado públicamente su intención de llevar la lucha dentro de Irán, lo que los servicios de inteligencia sauditas han estado haciendo en los últimos años, específicamente apoyando y financiando organizaciones armadas disidentes y separatistas que Irán clasifica como grupos terroristas.
Las prioridades de seguridad de este convenio deberían haber sido fáciles de detectar en Beijing la semana pasada. Después de todo, la resolución fue alcanzada entre los Consejos de Seguridad Nacional de Arabia Saudita e Irán e incluyó la participación de los servicios de inteligencia de ambos países. En la delegación iraní estaban presentes funcionarios del Ministerio de Inteligencia del país persa y de las ramas de inteligencia del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés).
En una nota ligeramente aparte relacionada con la seguridad regional, pero que no pertenece al Acuerdo de Beijing, las fuentes involucradas en las negociaciones confirmaron a The Cradle que, durante las conversaciones, la delegación saudita enfatizó el compromiso de Riad con la iniciativa de paz árabe de 2002, negándose a la normalización con Tel Aviv antes del establecimiento de un Estado palestino independiente, con Jerusalén como su capital.
Lo que quizás sea más notable —e ilustra la determinación de las partes de consensuar sin la influencia de saboteadores— es que las delegaciones de inteligencia iraní y saudí se reunieron en la capital china durante cinco días sin que la contraparte israelí estuviera al tanto. Quizás sea otro testimonio más de que China —a diferencia de Estados Unidos— entiende cómo cerrar un pacto en estos tiempos cambiantes.
Hasan Illaik es un periodista libanés radicado en Beirut, capital del Líbano. Es colaborador de The Cradle, entre otros medios de lengua árabe.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Cradle el 12 de marzo de 2023, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Camila Calderón.