Mié. 18 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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Riad busca preservar y hacer crecer sus intereses mutuos con otras grandes potencias, como China y Rusia (Foto: The Cradle)

La histórica relación EE.UU.-Arabia Saudita no puede recuperarse

"Nuestros aliados en el Golfo ya no cumplen el trato que se hizo hace décadas, aunque seguimos teniendo una gran presencia militar física allí, mayor que nunca, y seguimos dando a las naciones del Golfo un pase en las violaciones de derechos humanos. Con demasiada frecuencia nuestros aliados del Medio Oriente actúan en conflicto con nuestros intereses de seguridad".

Presidente de la Subcomisión de Oriente Próximo, Asia Meridional, Asia Central y Lucha Antiterrorista de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, senador Chris Murphy, en julio de 2022

La guerra en Ucrania y la intensificación de la competencia entre las grandes potencias han ensombrecido los mercados mundiales y provocado algunos cambios sorprendentes en la política exterior de los Estados. El Reino de Arabia Saudita está entre ellos, y su relación con Estados Unidos está atravesando un período muy crítico. Actualmente Riad busca una relación más condicional con Washington, que tenga en cuenta cubrir los intereses saudíes convergentes con Estados no occidentales.

Hay muchas razones por las que el reino está adoptando una política exterior más pragmática. Uno de los factores claves son las relaciones energéticas, sobre todo porque Riad busca preservar y hacer crecer sus intereses mutuos con otras grandes potencias como China y Rusia.

El nacimiento del petrodólar

El "shock Nixon" en 1971 marcó un cambio en la política económica de Estados Unidos, que trató de dar prioridad a su propio crecimiento económico y a la estabilidad frente a la de otros Estados. Esto llevó al fin del acuerdo de Bretton Woods y de la convertibilidad del dólar estadounidense en oro. En su lugar, Washington estableció un nuevo sistema en el que el dólar estaba vinculado a una mercancía con demanda mundial para mantener su posición como moneda de reserva en el mundo.

En 1974 se firmó el acuerdo del petrodólar, mediante el que Arabia Saudita se comprometía a vender petróleo exclusivamente en dólares a cambio de ayuda militar, de seguridad y de desarrollo económico. El acuerdo vinculó efectivamente el valor de su dólar a la demanda mundial de petróleo y aseguró su dominio continuado como principal moneda de reserva en el mundo.

La dependencia de Estados Unidos del petróleo saudí

Tras el acuerdo del petrodólar, las exportaciones saudíes de petróleo a Estados Unidos aumentaron vertiginosamente, lo que hizo que la seguridad de Arabia Saudita fuera aun más más crucial para Washington. En 1991 Estados Unidos importaba 1,7 millones de barriles diarios (bpd) de petróleo saudí, un fuerte incremento respecto a los 438 mil bpd de 1974.

Esto representaba 29,5% de las importaciones totales de petróleo de Estados Unidos en 1991, y 26,4% de las exportaciones totales de petróleo saudí, lo que enfatizaba para Washington la importancia de mantener la seguridad y estabilidad de Arabia Saudita. Pero la asombrosa dependencia de las importaciones de petróleo extranjeras —y saudíes— también provocó un retroceso político en Estados Unidos, que puso en marcha planes para reducir sus importaciones y aumentar la producción nacional de petróleo.

Esto se debió a varios factores, entre ellos el posible impacto negativo de cualquier crisis del mercado energético, como el descenso de las exportaciones de petróleo iraní tras la revolución islámica de 1979 en la economía estadounidense, el posible impacto de las disputas geopolíticas en las exportaciones de Asia occidental, y los avances tecnológicos que facilitaron el incremento de la producción petrolera en Estados Unidos.

En las siguientes décadas Washington logró reducir sus importaciones petroleras de Arabia Saudita. En 2020 Estados Unidos solo importaba 356 mil bpd de petróleo saudí, lo que representaba apenas 6% de todas las importaciones petroleras estadounidenses y 4,8% de todas las exportaciones saudíes de ese rubro.

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Importaciones de petróleo de Arabia Saudí a Estados Unidos en miles de barriles por día (Foto: The Cradle)

Cambios en la dinámica del mercado petrolero

En este proceso Arabia Saudita perdió gran parte de su valor como mercado para los estadounidenses y Estados Unidos dejó de depender de ella como una fuente petrolera importante. Además, el significativo aumento de la producción de petróleo de esquito por parte de Estados Unidos creó un nuevo e importante competidor en el mercado energético, lo que generó la preocupación de Riad por la disminución de su influencia como proveedor estratégico de petróleo al mundo.

Para diversificar sus opciones de exportación de petróleo, Arabia Saudita empezó a orientarse hacia China, el mayor importador petrolero del mundo. En las dos últimas décadas Arabia Saudita se ha convertido gradualmente en la principal fuente de petróleo de China, cuyas importaciones de petróleo saudí aumentaron 16,3% entre 1994 y 2005, hasta alcanzar los 1,75 millones bpd en 2022.

Reforzar las relaciones económicas y diplomáticas con Beijing se ha convertido en una necesidad para Riad, que obtiene del petróleo 70% de sus ingresos por exportaciones. Lo mismo puede decirse de China, una potencia mundial que busca activamente diversificar sus fuentes petroleras para evitar depender de un solo país.

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Los mayores países importadores de petróleo en 2021 (Foto: The Cradle)

En los últimos años Rusia también ha surgido como un socio esencial de la industria petrolera para los saudíes. La creación de la OPEP+ fue una respuesta a la caída de los precios del crudo causada en parte por el aumento sustancial de la producción de petróleo de esquito estadounidense desde 2011.

Rusia y Arabia Saudita son los principales exportadores del mundo, y su cooperación ha resultado vital para controlar los precios mediante la coordinación de las cantidades de petróleo bombeadas a los mercados. Esto llevó a la ampliación en 2016 de la OPEP —controlada por Arabia Saudita— y la creación de la OPEP+ para incluir a Rusia.

Cooperación OPEP+ luego de la guerra de precios

Tras las negativas consecuencias de la guerra de precios en 2020 entre los principales productores de petróleo, tanto Riad como Moscú reconocieron la importancia de la cooperación para salvaguardar sus intereses energéticos.

En marzo de ese año la OPEP+ se había reunido en Viena para abordar el descenso de la demanda de petróleo provocado por la pandemia de covid-19. En la reunión, Arabia Saudita, el mayor productor de la organización, propuso reducir la producción para estabilizar los precios en un nivel razonable y más alto, mientras que Rusia, el mayor productor no-OPEP, se opuso a los recortes y se movilizó para aumentar su producción de petróleo.

En respuesta a la medida de Moscú, los saudíes intensificaron su propia producción y anunciaron recortes inesperados de los precios del petróleo que oscilaban entre los 6 y 8 dólares por barril para los importadores en Europa, Asia y Estados Unidos. Este anuncio desencadenó una brusca caída de los precios del petróleo, con el crudo Brent desplomándose en 30% —lo que supuso el mayor descenso desde la guerra del Golfo de 1991— mientras que la referencia WTI cayó 20%.

El 9 de marzo los mercados bursátiles mundiales experimentaron pérdidas significativas y el rublo ruso cayó 7% frente al dólar estadounidense, conlo que alcanzó su nivel más bajo en cuatro años.

La guerra de precios del petróleo duró aproximadamente un mes antes de que los miembros de la OPEP+ alcanzaran un nuevo acuerdo en abril que incluía recortes históricos de la producción petrolera de 10 millones de bpd. Esta experiencia marcó el inicio de una cooperación ininterrumpida de energía entre Moscú y Riad.

Arabia Saudita prioriza sus intereses

Desde el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, Estados Unidos ha presionado a sus aliados para que cumplan las sanciones occidentales contra Rusia. Washington ha intentado persuadir a Riad, líder de la OPEP+, de aumentar la producción de petróleo para frenar la subida de los precios provocada por el conflicto, pero hasta ahora los saudíes han rechazado estas exigencias.

Esto ha provocado un aumento en las tensiones entre Estados Unidos y Arabia Saudita, lo que motivó la infructuosa visita del presidente estadounidense Joe Biden a Yeda en julio de 2022 para tratar de convencer al príncipe heredero Mohamad bin Salman (MbS) de que elevara los niveles de producción de petróleo.

Además, los intentos occidentales de establecer un techo de precios para el petróleo ruso solo sirvieron para alarmar a Arabia Saudita, ya que abriría la puerta a que los clientes impusieran los precios del petróleo a los vendedores. A pesar de los agresivos intentos de socavar el sector energético ruso, la alianza occidental europeo-estadounidense ha sido incapaz de lograrlo y, de hecho, propició un aumento de las exportaciones energéticas rusas a Europa, China e India el año pasado.

Varios países, entre ellos Arabia Saudita, han ayudado a impulsar las exportaciones rusas de energía al comprar su petróleo y reexportarlo a los necesitados mercados europeos, o usarlo localmente para aumentar sus ingresos de exportación. Dado que Rusia es el segundo exportador mundial de petróleo, su aislamiento de los mercados podría tener importantes repercusiones, especialmente para los Estados exportadores.

La guerra en Ucrania demostró que Riad está dispuesto a enfrentarse a Washington cuando sienta amenazados sus intereses energéticos. En la actualidad Estados Unidos ya no es un socio energético para Arabia Saudita sino más bien un competidor. En su lugar, Beijing y Moscú se han convertido en socios esenciales para Riad, y los intereses energéticos mutuos son un gran factor importante en los esfuerzos de MbS por diversificar las opciones de política exterior de su país.

Estados Unidos y Arabia Saudita ya no son aliados energéticos

Desde el inicio de la Guerra Fría el petróleo ha sido un pilar fundamental de la economía rusa —y exsoviética—. Desde hace tiempo una de las prioridades de Estados Unidos es poder influir en los precios como herramienta de presión contra Moscú. Dado que Arabia Saudita está considerada una superpotencia petrolera, la cooperación de Washington con Riad —a pesar de haber reducido drásticamente sus propias importaciones de petróleo saudí— está en el centro de las estrategias económicas estadounidenses para contrarrestar a Rusia.

Por ejemplo, a mediados de los ochenta, durante la invasión soviética en Afganistán, Estados Unidos pidió a los saudíes que inundaran el mercado petrolero para bajar los precios y socavar la Unión Soviética, que dependía de los ingresos de petróleo. En 1986 los precios del petróleo cayeron dos tercios, desde 30 dólares por barril a casi 10 dólares, lo que acabó por paralizar la economía soviética y su alcance geopolítico.

Pero las actitudes han cambiado mucho en los 37 años transcurridos desde entonces. Arabia Saudita ahora ve a Estados Unidos como un competidor en el mercado energético debido al aumento de producción de petróleo de esquito y al desinterés de Washington por aumentar las importaciones de petróleo.

Entre 2010 y 2021 la producción de petróleo de esquito estadounidense creció de aproximadamente 0,59 millones bpd a 9,06 millones bpd. La respuesta de Riad a este nuevo desarrollo geoeconómico fue aumentar la producción petrolera en 2016, con el objetivo de bajar los precios para socavar la industria de esquito de Estados Unidos, que opera con costes significativamente más altos.

De hecho, los saudíes temen que su papel como un proveedor estratégico de petróleo global disminuya, en gran parte gracias al incremento de la producción de esquito en Estados Unidos y la autosuficiencia energética. Esto ha llevado a los saudíes a tratar de reimponer su superioridad petrolera bajando los precios para subcotizar a los competidores con mayores costes de producción, a pesar del daño interno a corto plazo causado por el aumento de la producción petrolera saudí.

A día de hoy Arabia Saudita continúa representando un obstáculo para los intereses energéticos de Estados Unidos y, en cambio, ha encontrado más puntos en común con sus principales adversarios —Rusia, China, Irán— con quienes se cruzan los intereses energéticos de Riad.

Contrario a lo esperado desde el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, todos los esfuerzos estadounidenses por persuadir a Riad de que inundara los mercados mundiales de petróleo han fallado, y los rusos han podido mantener tanto sus exportaciones como su economía. Ha quedado manifiestamente claro para los responsables de Washington que la actual Arabia Saudita no es la misma de 1985, dispuesta a socavar sus propios ingresos e intereses energéticos para servir a una agenda geopolítica estadounidense.

Los debates en Washington se han centrado también en la viabilidad de mantener el compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Arabia Saudita, sobre todo teniendo en cuenta que Riad ni suministra energía a los estadounidense ni sigue sus dictados políticos.

Algunos creen que el papel de Estados Unidos como garante de la seguridad en el Golfo Pérsico solo sirve a los intereses de Beijing al garantizar las principales fuentes de energía de China. Sin embargo, otros sostienen que una retirada militar estadounidense del Golfo de Pérsico creará un vacío que llenará Beijing, que buscará intensamente su propia seguridad energética.

El único punto claro, sin embargo, es que los intereses energéticos de Estados Unidos y Arabia Saudita ya no coinciden y que las orientaciones de Riad se asemejan mucho más a los de Beijing y Moscú. Este sigue siendo un factor clave que impulsa la política exterior y la diversificación económica de Arabia Saudita en la actualidad.

Lo que aún está por verse es hasta que punto los saudíes —profunda e históricamente ligados a los intereses occidentales— estarán dispuestos a desafiar la hegemonía regional de Estados Unidos a medida que sus objetivos divergen y Riad encuentra una causa común con los rivales de Washington.


Mohamad Hasan Sweidan es investigador y columnista de The Cradle. Actualmente es candidato a PhD y tiene una maestría en Asuntos Internacionales y Diplomacia.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Cradle el 25 de abril de 2023, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Camila Calderón.

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