Nikolái Pátrushev, nacido en 1951 en Leningrado —hoy San Petersburgo—, se desempeñó como funcionario en cuerpos de seguridad e inteligencia de la Unión Soviética desde 1974. Luego, ha ejercido autoridad en responsabilidades afines en la Federación Rusa hasta la actualidad.
Trabajó en las unidades de contrainteligencia de la KGB —agencia de inteligencia soviética ocupada de la seguridad doméstica— en la región de Leningrado durante la era soviética. Desde entonces, estuvo en varios cargos nacionales y regionales en el área de seguridad.
Desde agosto de 1999 hasta mayo de 2008 se desempeñó como Director del FSB de la Federación Rusa.
Por decreto presidencial, fue nombrado Secretario del Consejo de Seguridad de ese Estado en 2008, cargo que desempeña hasta la actualidad. Por esta razón y por su holgado currículo en asuntos de seguridad estatales, es considerado como uno de los funcionarios de mayor confianza del presidente Vladímir Putin. Tiene poder de decisión en el área securitaria de ese país y un nivel de influencia notable en la política de seguridad del gigante euroasiático.
Desde 2018 se encuentra en la lista de "sancionados" por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
En declaraciones recientes a una entrevista, cuyas opiniones dan una idea del pensamiento en los niveles más altos del Kremlin, Pátrushev argumentó que los gobernantes de los países norteamericanos y europeos no tienen soberanía alguna sino que se encuentran dirigidos por el mandato de los grandes capitalistas de Estados Unidos y Europa occidental, entre corporaciones y clanes oligárquicos:
"Las autoridades estadounidenses, junto con las grandes empresas, sirven a los intereses de las corporaciones multinacionales, incluido el complejo militar-industrial. La política exterior asertiva de la Casa Blanca, la agresividad desenfrenada de la OTAN, el surgimiento del bloque militar 'AUKUS' y otras [instituciones] son también una consecuencia de la influencia corporativa".
De acuerdo con su visión, "el objetivo de las corporaciones es mantener un sistema de explotación global. A su cabeza está una élite de empresarios que no se asocian con ningún Estado. Por debajo están las llamadas 'naciones desarrolladas del mundo' (...). Y luego está el resto de la humanidad, a la que se hace referencia con desdén como el 'tercer mundo'".
Y explica por qué Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han tomado la ofensiva contra la Federación Rusa:
"No hay lugar para nuestro país en Occidente. Un grupo de potencias mundiales está molesto con Rusia porque disfruta de ricos recursos, un vasto territorio, gente inteligente y autosuficiente, que ama a su país, sus tradiciones e historia.
"Las corporaciones transnacionales están nerviosas por la visión del mundo y la divergencia ideológica entre Rusia y los países que están bajo el control del capital occidental. Las corporaciones están enfocadas en enriquecerse y en desarrollar una sociedad de consumo. Rusia, por otro lado, representa una equilibrio razonable entre los valores espirituales y morales, y el desarrollo socioeconómico.
"En este contexto, los occidentales buscan debilitar nuestro país, desmembrarlo, destruir el idioma ruso y el mundo ruso. Hace mucho que perfeccionaron la tecnología para socavar a sus adversarios desde adentro y fragmentarlos en pequeños Estados.
"Este era su modus operandi antes, cuando, por ejemplo, Londres dividió los imperios al final de la Primera Guerra Mundial y estableció docenas de países. Así es como se hace hoy también. Un ejemplo sorprendente es Yugoslavia. El Estado, que tenía una voz independiente en la arena internacional, se dividió en seis países".
E insiste en que "los acontecimientos en Ucrania no son un enfrentamiento entre Moscú y Kiev, es un enfrentamiento militar entre Rusia y la OTAN y, sobre todo, Estados Unidos y Gran Bretaña" con el objetivo de "eventualmente borrar [a Rusia] del mapa político del mundo".
Su visita actual a Venezuela se relaciona con una serie de reuniones internacionales que ha estado haciendo en países del llamado "bloque multipolar", entre ellas con altos representantes de China e Irán. Su arribo a Caracas, reporta RT, surge "para mantener consultas de seguridad ruso-venezolanas".