Parece que se debe insistir en lo perjudicial que es para la humanidad el modelo que se ha impuesto en las últimas décadas como la única propuesta civilizatoria posible, a imagen y semejanza del ex país que es Estados Unidos y sus primitos regados en la Unión Europea.
El portal The Globe And Mail publicó recientemente que Canadá es el único país del G7 que recibe vacunas del fondo COVAX, un mecanisno coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ayuda a comprar dosis de vacunas contra el covid más baratas a los llamados "países en desarrollo".
El gobierno de Justin Treadeau ya había comprado más dosis per cápita que cualquier otro país para noviembre del año pasado (garantizando el suministro de 358 millones de dosis para una población de 38 millones de habitantes, lo que equivale a nueve dosis por cada residente), y sin embargo pidió al mecanismo COVAX unas 1.9 millones de dosis más. ¿Por y para qué?
El acaparamiento de vacunas por parte de los países más ricos del planeta está desestabilizando la gestión de la pandemia en el resto de naciones. Uno se puede hacer muchas preguntas, y probablemente los del G7 no den respuesta como suele ocurrir con los delicuentes que mienten a priori, así hayan sido agarrados con las manos en la masa.
El acaparamiento de vacunas en países ricos pone en riesgo la vida en todo el planeta. #Canadá posee muchas más vacunas de las necesarias para su población. ¿Para qué quiere acumular más? ¿Chantaje? ¿Otro negocio de carácter humanitario? ¿Y los DDHH? https://t.co/wuviMWtrAQ
— Jorge Arreaza M (@jaarreaza) February 6, 2021
Venezuela no es la única entidad que ha denunciado este acaparamiento sospechoso de vacunas, que no permiten el libre flujo de esas mercancías que no deberían serlo (si tomamos en cuenta que la salud es un derecho humano fundamental y no un negocio, como en aquellos países del G7) y dan pie a que realmente no desaparezca o disminuya por lo pronto los grados de la pandemia actual.
Por ejemplo, Médicos Sin Frontera y la organización Salud por Derecho apoyan la propuesta de la India y Sudáfrica ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para aplicar una exención, a través del Consejo de los Acuerdos de Propiedad Intelectual, sobre ciertas medidas de propiedad intelectual en medicamentos, vacunas, pruebas de diagnóstico y otras tecnologías contra el covid mientras dure la pandemia.
Dichas instituciones recalcan que "en un contexto de evidente tensión entre la fabricación de vacunas y la demanda de estas, y de absoluta falta de transparencia en los contratos de compra de las vacunas, suspender las patentes daría entrada a más fabricantes y permitiría aumentar la producción", y piden a los países que "apoyen, o al menos no obstaculicen, la exección temporal de la OMC".
La desigualdad global generada por el neoliberalismo vuelve a mostrarse sin tapujos, y todo ello financiado por los mismos Estados que dicen proteger a sus poblaciones: se estima que se han invertido más de 10 mil millones de dólares con fondos públicos en investigación y desarrollo, ensayos clínicos y fabricación de las seis potenciales vacunas candidatas desarrolladas por AstraZeneca/Universidad de Oxford; Johnson & Johnson/BiologicalE; Pfizer/BioNTech; GlaxoSmithKline/Sanofi Pasteur; Novavax/Serum Institute of India; y Moderna/Lonza.
Es decir, que las mayores farmacéuticas han sido beneficiadas por fondos estatales para su beneficio corporativo, y aun así los gobiernos de los países del llamado Primer Mundo acaparan todo lo que producen.
Es tan írrito para la comprensión humana que demuestra lo anti-natural que es todo el negocio noeliberal de la salud. Para más inri, hasta la misma Universidad Johns Hopkins acepta que el desenfreno monopolístico de este sistema raya en lo absurdo, publicando que una quinta parte (1/5) de la población no tendrá acceso a la vacuna contra el covid al menos hasta 2022.
Otro informe del Instituto de Salud Global de la Universidad de Duke determinó que, a mediados de enero, un grupo de países de altos ingresos donde vive el 16% de la población mundial había reservado el 60% del suministro mundial de vacunas. Entre Estados neoliberales y corporaciones farmacéuticas se pagan y dan el vuelto.
Más datos: The People's Vaccine Alliance afirma que el 96% de las dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech, como las de Moderna, han sido compradas por países ricos, lo que significa que en 67 de los países más pobres solo 1 de cada 10 personas recibirá una vacuna para 2021.
La liberación de las patentes de las vacunas daría una oportunidad de remediar dichas cifras de terrorismo biológico y sanitario está siendo ignorada, si no obstaculizada, por los países miembros de la Unión Europea, Australia, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y Suiza.
Es por ello que las vacunas hechas por instituciones rusas y chinas, entre ellas la reluciente Sputnik V y la SinoVac, han sido bien recibidas por países del Tercer Mundo sin acceso a las farmacéuticas que prefieren jugar al laissez-faire monopolístico sin concesiones que a la preservación de la salud humana mundial.
Visto así, es absurdo hablar de una batalla geopolítica entre bloques hegemónicos y emergentes por la vacuna, cuando no existe una pugna real por espacios políticos en distintas áreas del mundo, sino que deberíamos poner la discusión en el ojo del huracán: la salud como mercancía o la salud como derecho humano. Pero no los DDHH entendidos y extendidos por el Departamento de Estado gringo, sino como la gestión del bienester general del humano para el humano.
Aquello no puede ser considerado en el marco del modelo neoliberal, porque sería un contrasentido para sí mismo teniendo en cuenta que el centro de éste es el lucro y la acumulación capitalista.
A todo ello debe sumársele la dificultad de vacunación para los países en guerra (convencional y no convencional). En específico, Venezuela ha reiterado las dificultades que presenta para realizar las gestiones necesarias en aras de inmunizar a la población venezolana, consecuencia del bloqueo impuesto por los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos. Sería un chiste sin propósito pedirle a Biden que relaje las medidas coercitivas unilaterales teniendo en cuenta que él mismo es una síntesis del modelo de negocios que criticamos aquí.
Por suerte, y gracias a las alianzas estratégicas de Venezuela con algunos países emergentes, el gobierno de Nicolás Maduro consiguió acuerdos para inmunizarnos a los venezolanos y residentes de este país bloqueado con Rusia, trayendo el mejor producto posible: la Sputnik V. ¿Qué pasará con China? Está por verse, pero no dudamos en que la actitud de solidaridad se asemejará a la vara muy grande que ya ha puesto históricamente Cuba durante décadas.
No es casualidad que los países que son objetivo de Estados Unidos y sus mayordomos extraterritoriales sean los más solidarios con los países pobres. Una actitud política muy contraria a la ya expuesta por el G7 et al.
Lo que va a provocar todo esto es que la pandemia se prolongue por más tiempo, siendo el coronavirus un pasajero transmitible tan fácilmente como una gripe. ¿Ese es el objetivo del Primer Mundo? ¿Convertir a los condenados de la Tierra en coronazombis a cambio de mayor estabilidad para el capitalismo en medio de su tan cacareado Gran Reinicio? Incluso, y hablando de precios, Tedros Adhanom Gebreyesus dijo que "el precio de este fracaso [en la distribución global de las vacunas] se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo".
Si los adalides de Occidente quieren hablar del éxito de su modelo de desigualdad, deben referirse de manera más explítica al modelo de la muerte. En ese son bastantes eficientes.