Recientemente, el Banco Central de Venezuela (BCV) divulgó datos a detalle en los que muestra que el Producto Interno Bruto (PIB) venezolano experimentó un aumento notable de 8,78% durante el segundo trimestre de 2024. Este crecimiento sigue al incremento de 8,40% registrado en el primer trimestre de este año en comparación con el mismo periodo de 2023.
Según el principal ente regulador monetario del país, estos resultados reflejan la continuación del proceso de recuperación económica que comenzó en el segundo trimestre de 2021, lo que se traduce en un crecimiento sostenido de 13 trimestres consecutivos.
La racha de crecimiento tuvo lugar en un contexto adverso, configurado a través de medidas coercitivas unilaterales que han afectado las fuentes de ingresos vitales del país, el relacionamiento financiero del Estado y los procesos de compras estatales a escala internacional en diversos ámbitos, bienes y servicios esenciales.
Estas condiciones han sido claves para el declive experimentado por la economía, y se han reflejado en indicadores tal como es el caso del PIB, el cual registró sus peores caídas en los años 2019, con -25,5%, y en 2020, con -30,0%.
La economía venezolana ha ido en un paulatino y difícil camino de recuperación de sus indicadores en un lapso demarcado por las sanciones, que al día de hoy continúan teniendo un efecto negativo sobre la dinámica del país, aunque se hayan implementado diversas iniciativas para mitigar su impacto.
El país emprendería su racha de crecimiento desde 2021, según indica BCV.
El gobierno venezolano ha sostenido que el crecimiento económico está profundamente respaldado por el esfuerzo conjunto de todos los sectores que han trabajado para fortalecer las bases del modelo, a pesar de las adversidades.
Un análisis del comportamiento de la economía venezolana durante el periodo que va desde el segundo trimestre (T II) de 2021 hasta el cierre del T II de 2024, basado en lo publicado por el BCV y considerando algunas claves políticas y económicas en ese contexto, ofrece una medida del impacto y del rumbo emprendido.
COMPORTAMIENTO DEL PIB EN VENEZUELA
Según refiere el BCV, y tal como ratificaron algunos entes multilaterales como la Comisión Económica de América Latina (Cepal) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), el repunte del PIB interanual de Venezuela fue el más alto de América Latina en 2023 y, según los datos de lo que va de 2024, el país podría repetir este hito en este periodo.
Los datos del BCV sugieren un comportamiento similar entre los indicadores de PIB correspondiente al consolidado nacional, el PIB petrolero y el PIB que reseña las actividades no petroleras.
Esto puede apreciarse gráficamente:
Los datos del BCV refieren que, desde 2021, la economía venezolana dio un salto desde la recesión, como ya mencionamos, con -25,5% acumulado en 2019 y -30,0% en 2020. Desde 2021, el PIB consolidado pasa a terreno positivo y se aprecia un aumento muy significativo del PIB petrolero, con 54,13% en el T III 2021 y 64,83% en el T IV 2021.
Las cifras refieren el importante vínculo que ha mantenido el petróleo en los indicadores generales del país. En los años 2019 y 2020 Venezuela sufrió la baja más significativa en su producción y exportaciones petroleras a causa de las medidas coercitivas ilegales. El bombeo de crudo alcanzó los 0,64 millones de barriles diarios (b/d), siendo ese el punto más bajo.
En 2020 se había desplegado la Ley Constitucional Antibloqueo. Este es un instrumento que entonces desactivó coyunturalmente algunas condiciones establecidas en otras leyes venezolanas, incluida la Ley Orgánica de Hidrocarburos, para de esa manera desarrollar en Venezuela práctica evasivas al bloqueo a las actividades petroleras del país. Esto permitió la inserción nacional en el mercado alterno petrolero y contribuyó a reflotar las exportaciones.
Nótese que es precisamente el sector petrolero el modulador del repunte del PIB consolidado e, incluso, el PIB petrolero, ya que desde 2021 Venezuela comenzó a contar con nuevos ingresos que, desde el Estado, se incorporaron al metabolismo económico nacional.
Antes de 2021 la producción de crudo estaba muy limitada, una parte considerable de la menguada producción se quedó en el territorio nacional para atender las necesidades del rubro en el país y la economía estaba signada por los efectos colaterales de la pandemia.
De ahí que el repunte de la economía en el T IV 2021 debe considerarse parte del "rebote" de una economía que venía de producir muy poco petróleo y que, además, contaba con una economía no petrolera ralentizada por la caída general de los ingresos de divisas a la nación y los efectos de la pandemia.
La alta influencia que tiene el petróleo en la economía venezolana se basa en su cualidad de incorporar recursos al Estado. Pero estos van en cascada en la economía doméstica mediante el flujo de bienes y servicios contratados por el Estado.
Obras públicas, viviendas, servicios de gobierno e inversiones de diversa naturaleza, que van de la mano del Estado, implican una inyección de recursos que contribuyen al desarrollo de las actividades económicas no petroleras.
El T IV 2022 y el T I 2023 muestran, en cambio, un comportamiento irregular. El PIB petrolero pasa a terreno negativo, casi llevando al país a la recesión. El PIB petrolero declinó hasta -11,08% y -4,66% en ese lapso, lo que deshizo parte de lo logrado en el ciclo precedente.
Nótese que a lo largo del periodo estudiado el dato de crecimiento más bajo fue el T II de 2023, con un modesto 3,06% de crecimiento, que entonces implicó una desaceleración.
Las explicaciones a este comportamiento en la línea de tendencia corresponden a variables del cuadro político, lo cual fue denunciado en su momento por el mismo presidente Nicolás Maduro Moros, quien luego de la detención del exministro Tareck El Aissami expresó que hubo en marcha una conspiración de los involucrados en la trama PDVSA-Cripto para implosionar los procesos de la actividad petrolera, las finanzas del Estado y el sistema cambiario, con fines políticos.
Según los detalles del caso, El Aissami habría realizado desfalcos mediante presuntas ventas de crudo con descuentos de hasta 75% y, además, se habrían realizado despachos no pagados a la nación, lo cual explicaría la caída en el PIB petrolero.
En otro orden de ideas, la composición del PIB no estuvo signada únicamente por el reingreso de divisas petroleras o el aumento de las actividades no petroleras.
En el lapso 2021-2024 se conjugaron otos elementos, entre ellos la estabilización de diversos indicadores económicos de manera simultánea: Venezuela rompió el ciclo de la hiperinflación, estabilizó su tipo de cambio y comenzó a contener la devaluación de manera consistente.
En el caso de la inflación, pasó de 9.585% acumulado en 2019 hasta 193% al cierre de 2023.
Por otro lado, la inflación enero-julio de 2024 acumula 9,7%. Esto refiere una baja asombrosa del que se considera el principal problema de la economía y que peor recae sobre la cotidianidad económica de la población.
Sobre el tipo de cambio oficial, al mes de julio está a niveles muy similares al mes de enero de este año, lo cual refiere una contención clara de la devaluación como denominador clave de la inflación.
Como es sabido, las variables devaluación e inflación son los principales pilares en los sistemas de precios en la economía, lo cual sugiere que la estabilización de estos indicadores supone condiciones ideales para la regularización de las actividades económicas y el crecimiento.
Estos son los elementos que podrían explicar el nuevo repunte que comenzó a tener la economía desde la segunda mitad de 2023 y en lo que va de 2024.
Los datos sugieren que, pese a la política del gobierno nacional para construir nuevas condiciones de una economía no rentista petrolera, las actividades de hidrocarburos siguen siendo elementos centrales en la construcción del PIB general consolidado, incidiendo al alza o a la baja. Pero esto no desmerita el rol que han tenido las actividades no petroleras.
Las actividades económicas no petroleras contribuyeron a que la economía se mantuviera en terreno positivo en el T IV de 2022, pues el crecimiento de ellas estuvo por un notable 11,36%.
El auge de las nuevas actividades comerciales, agrícolas, manufactureras y otras inherentes a los bienes y servicios fueron reseñadas por el BCV de la siguiente manera:
Las actividades económicas a detalle sugieren que la construcción, el transporte, el almacenamiento y la minería tuvieron caídas coincidentes o inmediatamente luego del periodo cuando las actividades petroleras declinaron. Pero se recuperaron posteriormente.
En conjunto, todas las actividades económicas crecieron en términos generales.
El patrón que reflejan los datos es que las actividades manufactureras tuvieron un gran impulso durante 2022 al superar la parálisis producida por la caída en la disponibilidad de divisas en el país en años precedentes. Los datos de 2023 y 2024 sugieren que la actividad manufacturera ha mantenido un crecimiento de bajo a moderado.
Por otra parte, las actividades mineras son las que registran un crecimiento alto en todo el lapso, excepto en el T IV de 2022. Pero los puntajes son claros al referir que es el sector de los que más crece según el tabulador del BCV y está sujeto a un importante dinamismo, pues es un ramo altamente sujeto a nuevas inversiones y nuevos acuerdos sustitutivos de la renta petrolera, acorde a la política del gobierno venezolano.
Los datos del BCV refieren que todo el espectro económico no petrolero presenta un balance de crecimiento, si bien con altibajos, en un comportamiento de crecimiento. Esto es clave para la política económica gubernamental dado que el país podrá ser más inmune a las medidas coercitivas de origen externo en la medida en que la economía no petrolera esté más fortalecida.