El sabotaje al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) tuvo un nuevo capítulo que dejó en penumbras la madrugada y hasta la tarde del viernes 30 de agosto a casi todo el país, situación que el presidente Nicolás Maduro denunció que tenía por objetivo "liquidar Guri".
La Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, mejor conocida como embalse de Guri, estado Bolívar, es la principal fuente de generación para el consumo energético en Venezuela, infraestructura que fue atacada con contundencia en 2019 en el marco de la autoproclamación de Juan Guaidó, que dejó sin el servicio a 80% del territorio nacional durante varios días.
En aquella oportunidad las autoridades informaron que Guri había sufrido una combinación de ataques electromagnéticos y cibernéticos.
Esta vez las consecuencias fueron menores en términos de durabilidad debido al sistema de protección que el Estado implementó y desarrolló desde 2019, como anticipación a otro suceso similar.
Asimismo, se activó el Plan Centella para garantizar las actividades de la población y prevenir cualquier alteración violenta que pudiera acompañar el sabotaje eléctrico.
También informó el presidente Maduro que días antes de los comicios presidenciales, el viernes 26 de julio, fue capturada en Ureña, estado Táchira, una banda "proveniente del Norte de Santander (Colombia) que traía los planes, instrumentos y el dinero para proceder a explotar, a quemar, a destruir de manera catastrófica la subestación eléctrica" de esa localidad fronteriza.
Información que confirma los planes que tienen María Corina Machado, el rostro visible, y el sector opositor que preparó el escenario de desestabilización post-28J, cuyo fin es un cambio de régimen con maniobras de fuerza, incluido el componente criminal desplegado y que cobró vidas humanas, servicios y bienes públicos.
De manera que el sabotaje eléctrico del 30 de agosto forma parte del mismo ciclo golpista, operación que vino acompañada de otras tácticas y eventos que, amén de las circunstancias, han sido neutralizadas por los cuerpos de seguridad del Estado.
El dominio material del "fraude"
Para que Machado y compañía llevasen a cabo la operación narrativa del "fraude electoral" hicieron converger un conjunto de actividades —y actores— afines a las ya tradicionales jornadas de despliegue de fuerzas de choque y el desconocimiento de las instituciones estatales.
El recurso de las bandas criminales ha dado frutos en términos de saldos letales, con procedimientos similares a otras ocasiones cuando la agenda subversiva, anclada de manera encubierta en la masa crítica de protestas opositoras en 2013, 2014, 2017 y 2019, protagoniza las movidas de la élite política opositora: tiros por armas de fuego en espalda y cabeza, personas asesinadas dentro o en los límites de las manifestaciones, alevosía en los actos criminales.
En general, el sector beligerante ha intentado usar células y dispositivos de —o ligados al— mundo criminal para "calentar la calle" —o intentar mantenerla caliente— y ejercer el sabotaje a infraestructuras vitales.
En particular, de acuerdo con los reportes del periodista Eligio Rojas, la combinación de elementos que apuntan a factores de violencia criminal y política continúa, manteniéndose el escenario de golpe propiciado por Machado y los factores que la apoyan.
El hecho de que las autoridades hayan desactivado la mayoría de los eventos programados con objetivos violentos no quiere decir que debemos desmeritarlos en el análisis, pues forman parte de una planificación destituyente y da cuenta de las características de las jornadas golpistas en el último mes.
- Continúa la lucha contra el Tren del Llano, cuyas células en Guárico están siendo cercadas por los cuerpos de seguridad, apresando a sus socios e incautando material bélico.
- Los operativos policiales-militares en el Ministerio Penitenciario contemplan la reestructuración del sistema penitenciario venezolano, en un contexto donde los pranes tienen un papel activo en los planes de violencia política. El presidente Maduro asignó la tarea de "afinar, limpiar, depurar, adecentar y reinstitucionalizar este ministerio".
- Se han recuperado armas militares y material de guerra robados en el marco criminal de la trama opositora.
- La detención de un exmilitar colombiano inserto en planes de magnicidio se encuentra a tono con la usual participación de factores provenientes de Colombia en hechos de violencia política.
- El abatimiento de Reinaldo Manuel Solórzano Millán, alias "Reinaldito", y la desactivación del grupo criminal que lideraba, el domingo 18 de agosto, eliminó la oportunidad de que se diera un paro de transporte en la zona caraqueña de La Vega y El Paraíso con su correspondiente iniciativa de guarimba.
- El 17 de agosto, 6 mil funcionarios militares y policiales neutralizaron los planes de repetir las jornadas criminales del 29 y 30 de julio con un despliegue en Petare, El Valle, El Guarataro y otros sectores del oeste y sur de Caracas, parroquias donde operan bandas criminales con participación en la trama opositora post-28J.
Todos estos elementos, junto con el ataque al SEN, demuestran que detrás de la narrativa del "fraude" se desarrollan movimientos de naturaleza criminal y sabotaje a infraestructuras vitales, una continuación a la serie de hechos que ha buscado desestabilizar de forma prolongada la cotidianidad venezolana.
El alegato (profundo) de la calle
A pesar de que de manera coyuntural, y en términos políticos y de seguridad, los vectores del escenario de conflicto venezolano operan sobre factores evidentes contra una agenda cuyos objetivos son explícitos: el desconocimiento del aparato estatal e institucional venezolano como vía a cancelar el resultado electoral, también se mueven tectónicas sociológicas más profundas.
La reacción mayoritaria de la población fue llevar su vida diaria adelante, una vez más, a contracorriente del evento que aspiraba a fracturar las líneas fundamentales de la cotidianidad del país, empero el reflejo colectivo de la experiencia de cuatro años antes.
Una vez más, la abrumadora mayoría de la población manifiesta con sus actos el desinterés por desbarrancarse en una situación impredecible, pero con claras intenciones fratricidas.
La paz y lo predecible de una vida normal y estable sigue siendo el principio cardinal profundo. Lo mismo se puede decir en términos proporcionales sobre la negativa por la vía fáctica respecto a los intentos de recalentar la calle.
En esa misma medida, el hecho de que el país entero haya salido de un estado de excepción de la vida, en buena medida impuesto con actos como los que se aspiran a repetir, es la mayor demostración de que el consenso principal sigue siendo la recuperación económica y la convivencia.
Este es un mayor enemigo para María Corina Machado y los actores del suicidio nacional, indispensable para la reconquista neoliberal del territorio venezolano y de su gente.
No es necesario ahondar en la evidencia de que un acto de este tipo, igual que el programa de sanciones y la violencia delegada al hampa, son recursos que aspiran al estallido, al que la población se vuelque de forma caótica y violenta contra el Estado para ahorrarles el trabajo sucio.
Machado y sobre todo sus titiriteros continúan cometiendo el mismo error analítico, las mismas fallas estratégicas, salvo las aspiraciones del daño inmediato y sus efectos.
Lo que está impugnando el alegato de la calle es la intromisión forzada y mandona, toda vez que la disposición a superar los grandes retos políticos, sociales y económicos pasa por todas las instancias de diálogo posible, político —quizás con p mayúscula— y no por la autopista del carne de cañón.
Ese es el argumento importante, y no es precisamente el gobierno el que lo está ignorando sino quienes buscan una salida a su antojo y medida, tan solo porque hasta el final ninguna herida la pondrán los protagonistas del golpe.