En una decisión que reconfigura la escena política estadounidense, el presidente Joe Biden anunció este miércoles que no buscará un segundo mandato en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre. La noticia fue comunicada a través de una carta publicada en su cuenta de X.
"Aunque mi intención ha sido buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido y para el país es que me retire y me centre únicamente en cumplir con mis obligaciones como presidente durante el resto de mi mandato”, escribió.
En otra publicación, Biden comunicó su respaldo a la vicepresidenta Kamala Harris.
"Mi primera decisión como candidato del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo a Kamala para que sea la candidata", señaló.
Nunca antes en la historia moderna de Estados Unidos se había visto a un presidente candidato a la reelección retirarse en esta etapa avanzada de la campaña. El precedente más cercano ocurrió en 1968, cuando el presidente demócrata Lyndon Johnson retiró su candidatura y su vicepresidente perdió las elecciones ante el republicano Richard Nixon.
La decisión de Biden abre un nuevo capítulo en los juegos electorales, tanto para los demócratas como en el enfrentamiento con Donald Trump, lo que deja múltiples incógnitas en el aire.
debate catastrófico y atentado contra Trump: mes de caos electoral
La retirada de Biden llega como un desenlace esperado tras un periodo de profunda tensión y caos en la escena electoral estadounidense. Este capítulo culmina una serie de eventos que han marcado la campaña, desde el intento de asesinato contra Donald Trump en un mitin el 13 de julio hasta la división interna del Partido Demócrata.
La presión para que el Presidente abandonara la contienda se intensificó en las últimas semanas, impulsada por una ola de críticas públicas y privadas proveniente de medios de comunicación, donantes, congresistas demócratas y funcionarios del partido. La debacle del debate televisado del mes pasado contra Trump, en el que Biden mostró una actuación desastrosa, según la percepción general, fue el punto de inflexión.
El Presidente subió al escenario en Atlanta el 27 de junio, en una forma que él quería —sin audiencia y con micrófonos apagados cuando su oponente hablaba—, pero su desempeño dejó mucho que desear. Tartamudeos, frases divagantes y errores marcaron su presentación.
67% de los espectadores consideró que Trump ganó el debate, mientras que solo 33% apostó por Biden. La revista Time, en un titular que reflejaba el estado de alarma entre los demócratas, resumió la situación con una simple palabra: "Pánico".
Tras el debate, Trump sobrevivió a un intento de asesinato en un mitin, donde lo hirieron en la oreja. El incidente lo ha beneficiado políticamente: una encuesta de Ipsos realizada el 21 de julio reveló que su índice de popularidad había alcanzado su máximo en cuatro años, subiendo a 40%, un salto significativo respecto al 30% que había registrado en los últimos años.
Mientras tanto, la vicepresidenta Kamala Harris, anunciada como posible candidata demócrata, tiene un índice de aprobación de 35%.
¿Qué pasará ahora?
Biden, el único miembro del partido que había asegurado su candidatura a través de las primarias y los caucus, dejó libres a sus delegados, cerca de 3 900, para votar por cualquier otro aspirante. La Vicepresidenta se perfila como la principal candidata. "Haré todo lo que esté en mi mano para unir al Partido Demócrata —y unir nuestro país—, para derrotar a Donald Trump", dijo Harris tras agradecer a Biden por nominarla.
El grupo demócrata de recaudación de fondos ActBlue informó que Harris recibió 46,7 millones de dólares en contribuciones de pequeños donantes en las horas posteriores a su anuncio de campaña.
Harris cuenta con el respaldo expreso del matrimonio Clinton, quienes declararon su apoyo a su candidatura. "Ahora es el momento de apoyar a Kamala Harris y luchar con todo lo que tenemos para que sea elegida", expresaron Bill y Hillary Clinton.
Por otro lado, pesos pesados de los demócratas como Barack Obama se han mostrado cautos. El expresidente solo expresó su confianza en el proceso de selección del nuevo candidato, sin mostrar apoyo a Harris. Otros, como la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, también han evitado mencionar a la Vicepresidenta en su reacción a la decisión de Biden.
La convención nacional demócrata, que dará inicio en Chicago el 19 de agosto, se ha convertido en el epicentro de la batalla por la nominación. Los aspirantes deberán convencer a los 4 700 delegados para obtener su apoyo. Además de Harris, nombres como el del gobernador de California, Gavin Newsom, la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, el gobernador de Illinois, JB Pritzker, y hasta Michelle Obama han sido mencionados como posibles contendientes.
"La agencia Reuters y la demoscópica Ipsos hizo una encuesta, publicada el martes pasado, en la que se concluía que la única persona que podría vencer a Donald Trump en noviembre sería la esposa del expresidente Barack Obama", dice un artículo del Huffpost.
Los demócratas enfrentan dos escenarios: unir fuerzas en torno a Harris y asegurar su nominación con el apoyo de la mayoría de los delegados, o abrir un proceso de elección más complejo con una minicarrera entre varios candidatos. En este último caso se podrían sentar las bases para una convención abierta, la primera desde 1968, donde se decidiría el nuevo abanderado del partido. Este camino conllevaría un riesgo: la posibilidad de generar caos dentro del partido y dividirlo en medio de la campaña.
El futuro de la carrera presidencial demócrata está en el aire. Las próximas semanas serán cruciales para observar cómo se desarrollan los acontecimientos.