Una extensa investigación de 404 media ha revelado que cientos de miles de aplicaciones comunes, entre ellas 9gag, Kik y varias orientadas a la identificación de llamadas como TrueCaller, forman parte de una red global de vigilancia que comienza con anuncios dentro de cada aplicación y termina con sus usuarios siendo incluidos en una herramienta de monitoreo masivo que ofrece sus informaciones a agencias de seguridad nacionales.
La investigación se sustenta en la revisión de materiales promocionales y grabaciones que han sido eliminadas, así como en el análisis técnico-forense y las indagaciones realizadas por activistas de privacidad.
La herramienta, de origen israelí, se llama Patternz y se presenta como una plataforma de publicidad que se encarga de recopilar la información detallada de usuarios sin necesidad de instalar software en sus dispositivos, lo cual ha sido posible gracias a la colaboración con gigantes de la industria publicitaria como Google y otros intermediarios, dice la investigación. Así han logrado la extracción masiva de datos.
Su modus operandi resulta inquietante en comparación con sus pares de ciberinteligencia israelí, como el programa Pegasus. Simplemente a través de anuncios en aplicaciones móviles esta herramienta puede recopilar información sensible, incluidas coordenadas GPS, marca de teléfono, sistema operativo, pasatiempos e, incluso, enviar malware (software malicioso diseñado para dañar, alterar o acceder sin autorización a un sistema informático) a usuarios específicos.
Asimismo, la herramienta cuenta con la capacidad de rastrear la ubicación física, pasatiempos y otros datos personales basada en el análisis de más de 90 terabytes de datos diariamente. Construye perfiles de más de 5 mil millones de identificadores de usuarios diariamente.
Patternz no necesitaba implantar software en los dispositivos para extraer información sino que hacía uso de sus vínculos con firmas de publicidad digital. Operaba como intermediaria en el mercado de subasta de espacios publicitarios a los fines de obtener indiscriminadamente datos privados.
A esta revelación, de por sí sola lo suficientemente preocupante, se une el anuncio hecho por el multimillonario tecnológico Elon Musk acerca del éxito en la primera implantación del dispositivo cerebro-computador Neuralink en un ser humano. El dispositivo, que Musk llama "telepatía", está diseñado para que las personas puedan controlar telepáticamente teléfonos móviles y computadoras.
La misión pública de Neuralink es ayudar a las personas que padecen enfermedades neurológicas y sufren los efectos de lesiones cerebrales y de la médula espinal, así como "liberar el potencial humano del mañana". Sin embargo, en un entorno de grandes corporaciones y gobiernos que apuntan a la construcción de una infraestructura global de vigilancia masiva y manipulación de la información, cabe preguntarse sobre las implicaciones éticas.
¿Quién tendrá acceso a los datos del cerebro que se recolectarán y almacenarán en el proceso? ¿Cómo se utilizarán o protegerán? Musk ha dicho que el proyecto será compatible con plataformas populares de teléfonos inteligentes, como Apple iOS o Google Android, lo que plantea la inquietud de qué aplicaciones o sitios web estarán autorizados a utilizar los datos de las personas con un implante de Neuralink.
Después de todo, no estamos hablando de cualquier asunto, se trata del acceso pleno a nuestros pensamientos, una posibilidad que nunca antes se ha explorado y que, por lo tanto, tendrá consecuencias que ni siquiera podemos imaginar.