En el primer semestre del 2023 se desarrolló en la economía estadounidense una situación extraordinaria, con consecuencias geopolíticas internacionales. Sus propios datos oficiales mostraban que Estados Unidos estaba gastando más capital del que producía. En el segundo trimestre de 2023, en cifras anualizadas, la creación de capital estadounidense fue de 4,5 billones de dólares pero la depreciación fue de 4,6 billones. Por lo tanto, sorprendentemente, en términos netos, ¡la economía capitalista número uno del mundo no estaba produciendo capital! La gravedad de esta situación queda demostrada por el hecho de que solo ha ocurrido dos veces antes en la historia: en 1931-34, durante lo más profundo de la Gran Depresión; y en 2008-10, el peor período de la Gran Crisis Financiera.
Sin embargo, las razones por las que esto tuvo implicaciones políticas internacionales tan grandes residía en por qué si Estados Unidos consumía más capital del que creaba podía seguir creciendo. Esto se debía a que estaba utilizando capital producido por otros países para financiar su propio crecimiento.
En cifras precisas, los datos muestran que en el segundo trimestre de 2023 Estados Unidos utilizó 850 mil millones de dólares de capital creado en otros países para financiar su propia inversión. El inevitable impacto internacional de esto fue, por tanto, que estos miles de millones de dólares no pudieron ser usados por los países que los crearon para su propio desarrollo nacional. En términos objetivos, Estados Unidos actuaba como un "parásito" económico, el mayor parásito económico del mundo. En términos técnicos económicos se puede decir que una nación que depende del capital de otras para financiar su desarrollo tiene un "modo parasitario de acumulación de capital".
Es importante comprender que esta situación estadounidense no es puramente técnico-económica. Afecta profundamente la política mundial y la posición de China en ella. En particular, combinada con su propia autofinanciación, ayuda a explicar el éxito de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), los Brics y la creciente voluntad de una amplia gama de países de actuar con independencia del hegemón. Esto ayuda a explicar por qué la China socialista puede dirigir estas organizaciones que contienen un amplio abanico de países capitalistas.
La consecuencia de tal situación puede entenderse claramente haciendo un contraste con el anterior período de máximo dominio estadounidense. Hasta la década de 1980, la fuerza productiva de Estados Unidos era tan grande que casi continuamente creaba no solo suficiente capital para financiar su propia inversión interna, sino también un excedente de capital que podía exportar y que otros países podían utilizar para su propio crecimiento.
En cifras, de 1900 a 1980, a precios de hoy, Estados Unidos exportó anualmente una media de 200 mil millones de dólares en capital a través de sus superávits de balanza de pagos; en todo el período, la ingente cifra de 16 billones. Con tales recursos, además de innumerables proyectos de menor envergadura, Estados Unidos pudo financiar enormes iniciativas internacionales como el Plan Marshall para Europa tras la Segunda Guerra Mundial, con vistas a hacer frente a la URSS, la Alianza para el Progreso en Latinoamérica tras la Revolución Cubana, la ayuda para construir las economías de los tigres asiáticos durante la guerra de Vietnam.
Esta situación afectó profundamente la posición internacional de Estados Unidos. Dados tales recursos económicos, podía utilizar no solo la violencia militar para intentar imponer su orden internacional —la guerra de Corea, Vietnam, etcétera—, también podría ofrecer ayuda económica. En vista de que Estados Unidos exporta capital, podría en esencia decirles a otros países: "ustedes crean su propio capital para el crecimiento nacional, pero nosotros podemos añadir un poco y ayudar a acelerarlo". En vista de ello, muchos países —sobre todo en desarrollo— estaban dispuestos a seguir las políticas estadounidenses. Para usar la terminología marxista, la posición internacional de Estados Unidos se basaba no solo en la coerción, sino también en el consentimiento.
Mientras "EE.UU. gana, ustedes pierden", China apoya una situación de "ganar-ganar"
Pero ahora que Estados Unidos necesita tomar el capital de otros países para financiar su propio desarrollo, esta situación se ha invertido, tendencia que viene desplegándose desde hace tiempo. Desde 1980, a precios actuales, Estados Unidos ha estado tomando una media anual de 680 mil millones de dólares al año de capital de otros países. Acumulativamente, en 2022, esto se había convertido en la gigantesca cifra de 29 billones de dólares, capital que no pudo ser utilizado para el desarrollo de las naciones que lo producen sino que ha sido utilizado por el parasitismo económico estadounidense a una escala inmensa.
Esta nación aun posee recursos para ayudar a países en particular, si lo desea. Pero, en general, ya no contribuye exportándoles capital. En su lugar, exige a los demás que subordinen su propio desarrollo al de él. Les dice, en esencia, "no usen sus propios recursos para su propio desarrollo, en lugar de eso dénselos al crecimiento estadounidense".
Cualquier Estado que desee maximizar su metabolismo nacional, naturalmente, no puede estar de acuerdo con esto. Ello se aplica no solo a los países socialistas, China siendo el más grande, sino también a los países capitalistas que dan prioridad a su desarrollo nacional.
China, por el contrario, no solo crea capital suficiente para financiar su propia inversión nacional sino que todos los años, desde 1994, ha tenido un excedente de capital por encima del que puede exportar para añadirlo al desarrollo de otros países. Si Estados Unidos dice a otras naciones: "dennos su capital para financiar nuestro desarrollo", una situación de "Estados Unidos gana, ustedes pierden", China dice "nosotros los apoyamos utilizando sus recursos nacionales para su propio desarrollo y además podemos ayudar en la financiación de la evolución productiva y de infraestructuras de su país", una situación "ganar-ganar". Esta combinación del propio desarrollo de China con el parasitismo económico estadounidense explica el éxito a gran escala de la BRI y los Brics.
Explica por qué 150 países, con estrategias económicas, niveles de desarrollos y sistemas políticos extremadamente diversos, se han unido a la BRI. Y por qué países con estrategias de crecimiento y sistemas políticos tan diferentes como Arabia Saudita, Irán, Argentina, Etiopía, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Sudáfrica, Rusia, China, India y Brasil se han unido al Brics, y muchos otros han solicitado su adhesión.
En teoría, Estados Unidos podría salir de su parasitismo económico, pero en la práctica, no. No puede financiar su aumento de la inversión porque usa una cantidad inmensa de su economía en lo que objetivamente es un despilfarro innecesario. Gasta al año en el ejército 970 mil millones de dólares, 3,6% del PIB; mucho más que cualquier otro país. El sistema de salud estadounidense es tremendamente ineficaz: 18% del gasto familiar, 11% del PIB se destina a sanidad, con diferencia el más alto del mundo. Pero sus resultados en el sector son terribles: la esperanza de vida en Estados Unidos es casi cuatro años inferior a la media de las economías avanzadas y seis años inferior a la de un país como Francia.
Las reformas estadounidenses consistentes en reducir el gasto militar al nivel de otros países y crear un sistema sanitario eficiente liberarían cientos de millones de dólares para la inversión de Estados Unidos. Pero, en la práctica, no llevará a cabo estas reformas porque requerirían un cambio hacia una política exterior menos agresiva y hacer frente a los intereses creados en el sistema sanitario estadounidense.
El éxito económico de China, junto con el "modo parasitario de explicación del capital" estadounidense explica por qué las afirmaciones occidentales de que la BRI y los Brics no pueden tener éxito porque supuestamente son movimientos políticos estrechos "pro-China/anti-Estados Unidos" no tuvieron ningún peso para los países que se incorporaron a estas instancias. El BRI y el Brics no son ese tipo de organizaciones políticas, son movimientos "prodesarrollo" extremadamente atractivos para cualquiera que desee expandir sus propias fuerzas productivas nacionales.
John Ross es catedrático del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China.
Este artículo fue publicado originalmente en Global Times el 16 de octubre de 2023. La traducción para Misión Verdad fue realizada por Camila Calderón.