La política exterior de la República Popular China está íntimamente ligada con sus relaciones comerciales, con el despliegue de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda) como su principal proyecto económico internacional. La inversión en infraestructuras y la cooperación bilateral de China con los países involucrados —más de 70— han apuntalado el proyecto más allá de la región asiática, cruzando los límites oceánicos hacia Europa e, incluso, el continente americano.
Desde su lanzamiento en 2013 la IFR cuenta con dos vías: la terrestre y la marítima. La conectividad fundamenta la evolución del plan y da sentido a la vastísima red que Beijing está instalando a lo largo y ancho del mundo.
La Cumbre China-Asia Central que se está celebrando en estos momentos en Xi’an, provincia noroccidental china de Shaanxi, tiene como propósito consolidar el tejido transnacional de vías férreas que enlazaría toda Asia con Europa. En términos de rutas marítimas y en el marco del evento, el presidente Xi Jinping declaró que su gobierno "acelerará la modernización de los puertos existentes entre China y los países de Asia Central".
La construcción del ferrocarril China-Kirguistán-Uzbekistán restablecería el enlace tradicional entre Kashgar y Andijan, en Uzbekistán. Además, permitiría a Kashgar recuperar su lugar como importante centro comercial de la histórica Ruta de la Seda. https://t.co/vtwAbIbFrK
— MV (@Mision_Verdad) May 19, 2023
Esta política va en conjunción con la ampliación de los corredores transpacíficos entre Asia y América, específicamente con América Latina y el Caribe. La construcción del Puerto de Chancay, en Perú, está entre sus planes más ambiciosos como puerta de entrada y distribución de las mercancías chinas a la región, y viceversa. Se espera que esté listo para el año 2024.
Un hub del Pacífico
Se trata de un megapuerto con 11 atracaderos que está siendo levantado por la empresa china Cosco Shipping Ports y la minera peruana Volcan, con capacidad para recibir buques pospanamax —con cabida de hasta 9 mil toneladas—. Su nombre oficial es Terminal Portuario Multipropósito de Chancay, y se espera que movilice alrededor de 1,5 millones de contenedores desde su apertura el año que viene.
Cosco Shipping Ports es el primer operador de negocios integrados del mundo, posee 12,2% del mercado de contenedores y es el operador portuario más grande del mundo, con una participación 20% mayor que los siguientes tres operadores más grandes.
La Bahía de Chancay se encuentra a 80 kilómetros del norte de Lima, y el megapuerto en construcción cuenta con una extensión de 992 hectáreas. Fue diseñado, también, para descongestionar el puerto del Callao, que sirve de muelle directo a la capital de Perú y concentra actualmente 86,4% de la actividad del país.
Cuenta con una inversión de unos 3 mil 600 millones de dólares, en su mayoría capital chino.
Al comienzo, se "considera que este será un terminal de trasbordo. Eso significa que vendrán grandes buques y que desde aquí se repartirán hacia otros terminales del Pacífico sur", explicó Edgar Patiño Garrido, presidente de la Autoridad Portuaria Nacional del país andino. Será un hub de la costa Pacífico y de uso público, por lo que se prevé funcione como un punto de tránsito en la vasta red de esa franja costera americana.
El impacto del megapuerto de Changay en las rutas marítimas será tan grande en la dinámica comercial de este lado del Pacífico que complementará la carga portuaria de Perú, conectará el Corredor Bioceánico nororiental peruano con el parque industrial de Manaus, en Brasil, y su proyección logística acoplará sus instalaciones portuarias con vías de acceso hacia otros países, un intercambiador de vías, un centro de camiones, un edificio administrativo, edificios de servicios, un área de contenedores, un área de aduanas, servicios agrícolas y ganaderos, e instalaciones para la Policía Marítima.
De acuerdo con un reportaje de BBC Mundo, el Estado peruano espera atraer alrededor de 50% de los cerca de 580 mil millones que se mueven cada año por el comercio entre China y Sudamérica. Chancay enlazará directamente con los puertos de Chile, Ecuador y Colombia.
Consideraciones geopolíticas y comerciales
Perú tiene salida a los océanos Pacífico y Atlántico a través de una serie de vías terrestres y fluviales. Cuenta con 62 puertos, 45 de ellos marítimos, 11 fluviales y 6 lacustres, los más importantes Callao, Paita y Matarani.
Chancay se une a Paraguaná (Brasil) como dos de los más grandes puertos en Sudamérica, ambos administrados por empresas chinas. Además, al menos ocho puertos más son controlados por compañías chinas en México, Centroamérica y el Caribe. El despliegue portuario ha brindado frutos comerciales tanto al país asiático como a toda la región; dicha relación no se ha visto amenazada, más bien ha incrementado en volumen de intercambio.
El llamado Corredor Bioceánico es un gran proyecto vial de Brasil, Paraguay, Argentina y Chile que los atraviesa a lo largo de 2 mil 290 kilómetros, con siete pasos fronterizos y cuatro puertos del Pacífico que conectarán una buena parte de Sudamérica, y que puede servir de tránsito para una mayor expansión comercial entre los diferentes Estados y factores privados del continente.
Ello daría una mayor expansión comercial tanto a las importaciones de los países involucrados —y por involucrarse— en el corredor como a las exportaciones de los mismos. El volumen de las transacciones, comerciales y financieras, aumentaría en la región, lo que repercutiría directamente en una proyección económica continental que le daría relieve geopolítico a China. Asimismo conferirá un impulso a los lazos de la región con este país, ya que se avizora un auge de sus exportaciones a través de los puertos gestionados por empresas del país asiático.
La conexión de Chancay con Brasil se vería beneficiada y los países involucrados en ambos proyectos tendrían una mayor circulación de mercancías, entre bienes y servicios —de la región latinoamericana, pero también de otros mercados mundiales—, con el hecho de haber invertido en proyectos de infraestructura con capital local y chino.
Hay acuerdos de cooperación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta con 21 países latinoamericanos, entre los que han sido ejecutados un total de 192 proyectos de infraestructuras en América Latina.
Teniendo como referencia el desenvolvimiento de la Nueva Ruta de la Seda en Eurasia y Asia oriental, el plan chino tendría como objetivo central interconectar todas las infraestructuras con amplios acuerdos de libre comercio, lo que a su vez impulsaría el intercambio entre naciones sudamericanas.
Los problemas internos de Perú, en términos de inestabilidad política, podrían amenazar las relaciones entre el país andino y el asiático, sin embargo hay mucho capital invertido como para dar paso atrás al proyecto de Chancay; las relaciones bilaterales parecen estar en un buen punto. Para Beijing, asegurar el hub de Chancay es crucial.
"Las relaciones sino-peruanas tienen un futuro brillante. Uno de los proyectos representativos de la Franja y la Ruta, el Puerto de Chancay, se convertirá en un hub integrado de transporte marítimo en América Latina y el centro logístico más importante de la costa del Pacífico", dijo hace poco el embajador chino en Perú, Song Yang.
El puerto peruano es la mayor inversión china en la red portuaria latinoamericana. Transformaría la red naviera sudamericana. Pero si bien los inversionistas tienen claros sus objetivos, desde China se piensa que las autoridades peruanas aún carecen de estrategias para aprovechar este hub. Recibiría la última generación de buques portacontenedores de Asia, una apuesta fundamental en las relaciones comerciales entre Asia y Latinoamérica.
Todo ello en un contexto de transformaciones en las redes navieras globales, sobre todo en las rutas de Asia y Eurasia vía Europa occidental, rediseñándose hacia las zonas regionales del Sur Global, incluidas África, América Latina y el Caribe. La Iniciativa de la Franja y la Ruta es una oportunidad.
Detractores en escena
Tanto la inestabilidad política de Perú como la oposición —local, regional y continental— a la inauguración y desarrollo del puerto son las principales amenazas de continuidad del proyecto.
El empresariado chileno ha emitido quejas por la influencia china en el comercio latinoamericano, alegando además que pone presión a los terminales chilenos que aún son receptores de contenedores asiáticos. Estas objeciones son opuestas a los intereses de Beijing, que en su política exterior tiene nuestra región como un foco importante para la construcción de relaciones políticas, económicas y comerciales.
Pero más importante aún son las réplicas que recibe de los círculos militares académicos del Pentágono a la estrategia de red portuaria china, que han estudiado y analizado el proyecto. Investigadores de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos argumentan que este aumentará el poder económico y diplomático de China en la región, sobre todo en los países anfitriones donde están insertos los capitales en infraestructura.
En la revista del Comando Sur, Diálogo Americas, se ha publicado sobre los "impactos negativos" de China en el Puerto de Chancay, trabajos que citan a vecinos cercanos a la construcción, y a fundaciones y ONG de derechos humanos y ambientales opuestos al proyecto. La influencia china en la región a partir del auge económico y comercial entre el país asiático y las naciones latinoamericanas es una de las mayores preocupaciones del Pentágono; en ese sentido, la región se encuentra bajo disputa geopolítica y geoeconómica en un escenario de reordenamiento de las relaciones internacionales, tanto políticas como económicas, comerciales y financieras.
En un mundo donde el centro de gravedad geopolítico se está desplazando del Atlántico al Indo-Pacífico, el mar es un elemento importante en la proyección de poder de los Estados. Perú, con la construcción del megapuerto de Chancay, entra como ficha clave en ese escenario, desplazando a otros grandes actores marítimos de la región, junto a China, que juega como factor comercial principal en el mercado global.