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Nancy Pelosi posa junto a su marido, Paul Pelosi, en el Capitolio el 3 de enero de 2019 en Washington, DC (Foto: Getty Images)

Corrupción estructural e irresponsabilidad política de los Pelosi al desnudo

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, que ha socavado gravemente la estabilidad en la región asiática e incluso del mundo, por su insistencia en ir a la isla de Taiwán, decidida a provocar con una confrontación con China a través del Estrecho de Taiwán y socavar las relaciones chino-estadounidenses, al parecer iba llena de cálculos políticos y financieros cuando realizó el viaje. 

Paul Pelosi, esposo de la congresista demócrata, ha sido señalado numerosas veces por tráfico de información privilegiada en acciones y se ha convertido en blanco de la críticas públicas, la más reciente de ellas muy cerca del viaje de Nancy Pelosi a Taiwán, por haber conducido ebrio en las calles de California, lo cual le valió una sanción de cinco días de prisión y una multa de 6 mil dólares.

Por lo tanto, hasta cierto punto, la visita de Nancy Pelosi a la región china de Taiwán también fue una especie de estrategia para desviar la atención y encubrir los escándalos de corrupción, que podrían entorpecer su posición política en las próximas elecciones de medio término. Sin dudas, la irresponsabilidad de la legisladora no tiene límites, al mismo nivel de la megalomanía y la mediocridad de la clase política estadounidense.

Los negocios de los Pelosi

En los últimos años, el esposo de Pelosi se ha convertido en el centro de atención del mercado de valores estadounidense por su habilidad sospechosamente "mágica" de comprar y vender acciones antes de que el gobierno estadounidense introduzca determinadas políticas que le favorecen.

En mayo de 2021, Paul Pelosi compró repentinamente una gran cantidad de acciones al gigante tecnológico Amazon. No mucho tiempo después de eso, el Departamento de Defensa anunció la cancelación de un contrato de computación en la nube de 10 mil millones de dólares originalmente ganado por Microsoft. Tal noticia fue muy positiva para su competidor, Amazon. El precio de las acciones de esta compañía aumentaron considerablemente y Paul obtuvo una gran ganancia.

De la misma manera, Paul Pelosi aumentó su participación en acciones de Tesla el año pasado. El gobierno estadounidense no tardó en anunciar que gastaría una gran suma de dinero para comprar vehículos eléctricos para reemplazar los 650 mil vehículos de gasolina existentes en el gobierno federal. Tan pronto como salió la noticia, el precio de las acciones de Tesla se dispararon, marcando el comienzo de una oleada de ganancias para los Pelosi.

El esposo de la congresista también compró 20 mil acciones de Nvidia este año, con un valor de mercado total de hasta 5 millones de dólares. Seguidamente, hubo otra "coincidencia" muy lucrativa para la familia Pelosi: la Cámara de Representantes, de la que Nancy es presidenta, estaba discutiendo la aprobación de un proyecto de ley que proporcionaría hasta 52 mil millones de dólares a la industria nacional de semiconductores de Estados Unidos. 

Las acciones de varias empresas estadounidenses de alta tecnología, incluida la compañía de chips Nvidia, subieron considerablemente cuando la ley fue aprobada. Sin embargo, en esta oportunidad la sospecha de tráfico de información fue tan evidente que los Pelosi tuvieron que vender a pérdida sus acciones en la empresa antes de que la ley fuera sometida a votación.

La corrupción es el sistema en EEUU

La actuación de la pareja Pelosi en la bolsa de valores está demasiado expuesta ante la opinión pública y ha despertado sospechas generalizadas dentro y fuera de Estados Unidos.

Según los datos financieros publicados anualmente por el Congreso, los activos de los Pelosi en 2014 superaron los 100 millones de dólares. Para fines de 2021, los activos de los dos se dispararon nuevamente, alcanzando más de 140 millones de dólares. Saber que la fórmula principal para amasar esa fortuna es a través del comercio de acciones con información privilegiada no es poca cosa.

Por supuesto, el fenómeno de la colusión política y comercial en los Estados Unidos no es una excepción, sino la regla. Muchos congresistas usan información confidencial para participar en transacciones financieras y obtener grandes ganancias, a pesar de que en 2012 se formuló una Ley para dejar de usar información comercial del Congreso.

El fenómeno de la "puerta giratoria" es otra manifestación de la corrupción sistémica en Estados Unidos. Partiendo del presidente a todos los demás cargos inferiores del gobierno federal, la mayoría de los funcionarios públicos tienen experiencia con grandes empresas antes de ingresar a la política, y cuando dejan cargos gubernamentales, usualmente utilizan la red de relaciones formadas en sus trabajos para encontrar puestos de trabajos bien remunerados en el sector privado.

Rex Tillerson (dejó el puesto de ejecutivo de ExxonMobil para tomar el del Secretario de Estado en la administración Trump), Steven Mnuchin (vino del banco de inversión Goldman Sachs para ir a asumir el de secretario del Tesoro en la era Trump) y Mark Esper (exejecutivo de la empresa militar Raytheon, convocado por Trump para el puesto de secretario de Defensa) son ejemplos de esto. La gran empresa privada estadounidense tiene voz y voto en los sucesivos gobiernos, incluyendo el de Joe Biden, quien apuntó desde sus inicios a Lloyd Austin, miembro de la junta directiva de Raytheon, como jefe del Pentágono. Y esto es solo la punta del iceberg.

Obviamente, es corrupción abierta y uso descarado del poder público para beneficio personal. En ese sentido, el viaje de Pelosi a Taiwán no solo ha dañado aún más las relaciones diplomáticas de Pekín con Washington, sino que ha hecho también que el mundo vea más claramente cómo Estados Unidos, que se enorgullece de ser un "modelo a seguir", está sumido en la corrupción institucional y no tiene intención de salir de ella.

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