Lun. 18 Noviembre 2024 Actualizado 6:13 pm

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Circunstancialmente, Brasil ha dado la espalda a Estados Unidos afianzando su relación con Rusia (Foto: O Globo)

Brasil, el "aliado inesperado" de Rusia

A mediados de febrero de este año, el presidente brasileño Jair Bolsonaro visitó Rusia en medio de un caldeado ambiente que antecedía al desarrollo de la operación militar especial rusa en Ucrania.

Bolsonaro apuntó en esa oportunidad que su gobierno era "solidario con Rusia". Fue recibido por su homólogo Vladímir Putin y hasta participó, "gustosamente", en la ofrenda floral a los soldados comunistas que derrotaron al nazismo en la Segunda Guerra Mundial, todo pese a su ideario claramente ultraderechista. A Bolsonaro esa formalidad diplomático no se le dio nada mal.

"Estoy muy feliz y honrado por esta invitación, somos solidarios con Rusia, queremos colaborar en muchas áreas como defensa, petróleo y gas, agricultura", dijo Bolsonaro en su mensaje protocolar antes de iniciar la reunión de trabajo con su colega ruso esos días de febrero.

El gobernante brasileño fue el último jefe de Estado en visitar Moscú, una semana antes de la operación militar y llegó a manifestar que Putin era un "hombre de paz" y confiaba en una resolución pacífica del conflicto. Claramente Bolsonaro contaba erróneamente con que se produjera una desescalada de la tensión.

Casi cinco meses después de ese encuentro, Brasil no ha hecho más que ratificar su política exterior pragmática, mucho más allá de lo que pudiera esperarse, especialmente en el marco actual de remodelación de las relaciones internacionales y cuando se intenta convertir a Rusia en un Estado paria desde Occidente.

Brasil, habitualmente alineado a los intereses estadounidenses en la era Bolsonaro, prefirió tomar postura a favor propio en medio del actual quiebre de la diplomacia, aunque para ello tenga que colocarse al lado del Kremlin.

Eventos y evolución

A solo días de la visita de Bolsonaro a Moscú en el mes de febrero, concretamente el día 26, Brasil votó al lado de Estados Unidos y otros nueve miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a favor de condenar las acciones militares de Rusia en Ucrania, mientras que China, India y Emiratos Árabes Unidos se abstuvieron y la propia Federación Rusa votó en contra.

El voto de Brasil fue incongruente con lo dicho por Bolsonaro apenas días antes en Moscú, pero una vez desplegados los eventos en las semanas siguientes, Occidente propuso un quiebre de la diplomacia y las relaciones comerciales apuntando al Kremlin en lo que se vislumbraba como una feroz guerra económica, que en palabras del propio Joe Biden harían "escombros" la moneda y la economía rusas. Enseguida Brasil tomó postura de viraje.

A principios de abril, el gobierno de Brasil se abstuvo en la votación que suspendió a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y justificó su posición en la defensa del "diálogo" y la "imparcialidad" frente a la acción rusa en Ucrania.

El Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño informó que se "abstuvo" por entender que la iniciativa contra Moscú "implicará la polarización de las discusiones (..) y dificultará el diálogo para la paz".

"Brasil considera importante mantener los espacios de diálogo a través de respuestas que favorezcan el compromiso de las partes en la defensa y protección de los derechos humanos y la paz", señaló un comunicado.

Brasil fue uno de los 58 países que se abstuvieron frente a la moción presentada por Estados Unidos para que Moscú fuera separada del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuestión que terminó aprobándose.

Más allá del primer traspié en el Consejo de Seguridad, Brasil decidió seguidamente inaplicar el embargo comercial y energético articulado contra Rusia. El gobierno de Jair Bolsonaro abogó por la no expulsión de ese país del G-20 y defendió la posición de "neutralidad" de la nación brasileña frente al descalabro de medidas económicas coercitivas contra Rusia.

Las razones obedecen a la alta dependencia de Brasil del agronegocio, su principal talante comercial. De acuerdo con cifras del gobierno de Brasil, las exportaciones por agronegocios ascendieron a 109,2 mil millones de euros en 2021, un aumento de 20% con respecto al año anterior.

Adicionalmente, para los meses de mayo y abril, Brasil necesitaba contar con un stock importante de fertilizantes, especialmente los fertilizantes nitrogenados, para garantizar su ciclo de siembra. Brasil se garantizó el acceso a estos afianzando su relación con Rusia, pues según informaciones divulgadas por el medio alemán DW, Brasil obtiene de Rusia un 85% de los fertilizantes sintéticos para el desarrollo de su agronegocio.

De acuerdo con el medio Bloomberg, a mediados de mayo Brasil estaba adquiriendo cantidades récord de fertilizantes desde Rusia.

Para Brasil, pero también para el sistema agroalimentario internacional, el acceso a los insumos producidos por Rusia era un asunto de vital importancia. Con la entrada en vigencia de las medidas de bloqueo contra el país euroasiático, para los grandes productores de alimentos el acceso a insumos se volvió en un factor, sin exagerar, de vida o muerte.

Aunado al bloqueo a Rusia, conjuntamente con los efectos de la operación militar en Ucrania, el cuadro de cereales como el trigo, el girasol y el maíz, se ha complicado poniendo en jaque las cadenas de abastecimiento de alimentos en el mundo. De ahí que una pérdida parcial de la producción por parte de los grandes, como Brasil, generaría nuevos riesgos, como el aumento exagerado del precio de los alimentos y la generación en cadena de una hambruna de grandes proporciones.

Según Bloomberg, Brasil logró asegurarse una importante cuota de insumos provenientes desde Rusia, sin embargo, no hay claridad sobre si esto se traducirá en un aumento significativo de la producción en Brasil o si por el contrario la afectación en las cadenas de suministro de insumos generará retrasos en los ciclos de siembra afectando sus resultados.

Otro elemento a considerar en el marco del agronegocio es el claro vínculo que existe entre los precios de los combustibles, con los costos para la producción de los cultivos mecanizados, el fuerte de Brasil.

Rubros como el trigo, la soja y el maíz están altamente vinculados a los sistemas mecanizados, que dependen fundamentalmente de diésel. El aumento en el precio del diésel afecta directamente en los costos de producción de estos cultivos.

Bolsonaro afirmó este lunes 11 de julio que tiene "casi cerrado" un acuerdo para comprar diésel "más barato" de Rusia. Ha dicho que comprará a dicho país "todo el diésel que pueda".

"Cuando fui a Rusia (en febrero pasado) conseguí fertilizantes para el agronegocio y ahora está casi cerrado un acuerdo para que compremos diésel más barato de Rusia", señaló el mandatario a un grupo de simpatizantes a las puertas de su residencia oficial, en Brasilia.

Bolsonaro no ofreció detalles sobre el acuerdo, el cual cree que servirá para reducir el precio de los combustibles en el país, que se ha disparado en consonancia con el aumento del petróleo en el mercado internacional. El alto precio de la gasolina, el diésel y el gas ha empujado la inflación en Brasil hasta rozar el 12% anual, lo que ha restado de forma considerable el poder adquisitivo de la población brasileña.

Estos costos se han trasladado a la cadena productiva, encareciendo las condiciones para las empresas que conducen el agronegocio en el país sudamericano.

Sin embargo, uno de los hitos de la política pragmática de Bolsonaro en el actual contexto fue el que fijó en la XIV Cumbre de los BRICS, organizada por China a finales de junio, donde abogó por una reforma del Sistema de Naciones Unidas y resaltó el peso creciente de las economías emergentes, las cuales, a su criterio, merecen más importancia y representación en las decisiones mundiales.

Para Brasil, dijo, los BRICS representan "un modelo de cooperación basado en los beneficios para todas las partes implicadas y la comunidad internacional en su conjunto".

Bolsonaro recordó que el grupo de los BRICS surgió en medio de una de las crisis financieras más graves de la historia y en ese contexto "la fortaleza de las economías emergentes resultó fundamental para la recuperación de la economía internacional".

En esta Cumbre realizada de manera virtual, las presiones contra Rusia estuvieron en el centro del debate, pues los países alertaron de la construcción de las peligrosas rutas de sanciones ilegales contra países-objetivo de Occidente.

Brasil, inesperadamente y contra muchos pronósticos, apostando a una política de pragmatismo, ha sido un circunstancial y sólido aliado de Rusia en un contexto sumamente adverso, contraviniendo la lógica que se ha impuesto en países de la órbita occidental, los cuales han terminado apuntando políticas lesivas contra sí mismos, contra su soberanía y contra sus intereses nacionales, en una desenfrenada carrera orquestada por Washington para destruir a Moscú.

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