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El New York Times ataca a Rusia para impedir el fin de la guerra en Afganistán

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El 27 de junio, The New York Times (NYT) publicó un artículo en el que se afirmaba que Rusia ofrecía recompensas a los partidarios del grupo Talibán en Afganistán por cada ataque contra las fuerzas de ocupación de los EEUU, y que, producto de ello, varios militares estadounidenses habían sido asesinados.

Según afirmó el medio, la información llegó en marzo al presidente Donald Trump de manos de las agencias de inteligencia estadounidenses, e incluso la Casa Blanca estaba considerando opciones para una respuesta oficial a las supuestas acciones del Kremlin.

El artículo no muestra evidencias o fuentes fiables para demostrar su afirmación. Al contrario, para respaldar el “hallazgo” que habrían filtrado representantes anónimos de la inteligencia de los Estados Unidos, se sostienen únicamente en citas a fuentes anónimas. No es más que una operación de propaganda para evitar que EEUU salga de Afganistán y concluya la guerra.

Aparentemente, las agencias de inteligencia descubrieron el “pacto” de Rusia con los talibanes sobre la base de interrogatorios a testigos capturados. En el texto, el NYT no da más detalle sobre cómo se financió la supuesta conspiración.

La historia sin verificar del NYT fue replicada por el Wall Street Journal, el Washington Post, CNN, entre otros medios del establecimiento. El foco de atención ha recaído en si Trump tenía conocimiento sobre los supuestos pagos que Rusia hiciera a talibanes para “matar a las tropas de EEUU”, y en por qué la Casa Blanca no había resuelto más sanciones a Moscú para castigarlo.

Es una práctica recurrente. En otros momentos, el aparato mediático occidental ha convalidado y promovido falsos relatos con el objetivo de impulsar las agendas de sus dueños en distintos puntos geográficos, animando guerras, golpes de estado y cambios de régimen.

En este caso, la historia es parte de la histeria anti-rusa que los liberales demócratas, y algunos republicanos, han desatado, entre otras cosas, para golpear con más fuerza las posibilidades de reelección del jefe de la Casa Blanca y su plan de sacar las tropas de Afganistán.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el candidato Joe Biden atacaron a Trump por no ser lo bastante beligerante. Biden, por ejemplo, le reclamó que “no sancionó ni impuso ningún tipo de consecuencias a Rusia por esta atroz violación del derecho internacional”.

Las respuestas al reportaje

En un comunicado, los talibanes cuestionaron la publicación del NYT, argumentando que se ha distribuido información inexacta para crear inconvenientes a la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán.

“Esta maquinaria tosca ilustra el bajo nivel de la capacidad intelectual de los propagandistas de la inteligencia estadounidense, quienes en lugar de inventar algo más verosímil tienen que hacer estas tonterías”, afirmó el Ministerio de Exterior de Rusia.

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La administración Trump negó que el presidente o el vicepresidente tuvieran conocimiento del informe de las agencias de inteligencia, denunciando el fundamento central del “reportaje” del NYT.

El propio Pentágono dijo no tener “ningún hecho de apoyo para reconocer como fiables las recientes alegaciones contenidas en fuentes públicas”. Esto fue declarado por el portavoz oficial de la institución, Jonathan Hoffman.

No es Rusia quien financia grupos terroristas

Más que solo sabotear la candidatura de Trump, la campaña convenida entre medios de alcance internacional se centra en la política exterior gringa, buscando dinamitar cualquier diálogo que le haga perder dominio de territorios estratégicos a EEUU, y en cambio, fortalezca a países del bloque emergente.

El ejército y las agencias de inteligencia estadounidenses están en un proceso de conversaciones altamente volátiles con los talibanes en Afganistán, con mediación de los rusos, después de más de 18 años de conflicto armado generado por Washington en el Medio Oriente.

Finalizando febrero fue firmado un acuerdo de paz en Doha (Qatar), donde asistió el representante especial de EEUU para Afganistán, Zalmay Khalilzad, el líder adjunto del movimiento Talibán, Abdul Ghani Baradar, el secretario del Departamento de Estado, Mike Pompeo, y el enviado diplomático de Rusia para Afganistán, Zamir Kabulov. Según el acuerdo, Estados Unidos debe reducir sus tropas militares en el país en un lapso de 14 meses.

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Tampoco es de extrañar que la propaganda anti-rusa del NYT salga al ruedo cuando las delegaciones de Rusia y Estados Unidos están retomando el contacto para extender el Tratado de Armas Ofensivas Estratégicas (START III), actualmente el único tratado de armas nucleares sostenido por ambas potencias militares, que caduca el 5 de febrero de 2021.

El alboroto con Rusia da para extender la mirada hasta Siria, terreno en el que Estados Unidos ha fracasado estrepitosamente.

Richard Haas, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, tanque de pensamiento muy influyente en EEUU, lo asoma en un tuit donde coloca el enlace del artículo del NYT: “Una respuesta proporcionada (de Washington) aumentaría los costos para Rusia de su presencia militar en Ucrania y Siria y, usando sanciones y cibernética, desafiar a Putin en casa”.

La jugada que conduce el ala demócrata de las fuerzas políticas estadounidenses, además de ser tejida con fundamentos mediocres, puede revertirse y golpear la ya desprestigiada imagen de Estados Unidos en su conjunto.

Si se profundiza en la historia, en vez de cuentos de conspiraciones rusas con terroristas, pueden salir a la luz los acuerdos entre las fuerzas de seguridad estadounidenses y los talibanes, el suministro de armas a esa organización y otras formas de financiamiento.

Al parecer los demócratas no se dan cuenta de ese detalle.

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