¿Tienen las sanciones occidentales alguna posibilidad de lograr sus objetivos? Echemos la mirada un poco atrás en la historia y veamos cómo se aplicaron las primeras sanciones de las que se tiene constancia.
Antes de que existieran las transferencias electrónicas, el comercio internacional masivo y la tecnología compleja, facciones beligerantes se aplicaban sanciones unas a otras mediante la imposición de asedios y, por tanto, cortando el suministro de alimentos y agua a ciudades fuertemente fortificadas. Esas ciudades tenían que racionar sus suministros y, cuando se les acababan, solían capitular.
Muchos cosas han cambiado desde entonces, pero la única manera de que hoy en día cualquier sanción funcione es que tenga capacidad para privar a una nación de bienes y servicios esenciales. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo.
En la actual era de la tecnología y todo lo que eso conlleva, el mundo depende de una gran variedad de productos manufacturados para que su economía, y los servicios que la sustentan, funcionen. Los bienes manufacturados se componen a su vez de piezas que a menudo se fabrican en diferentes países y se ensamblan en otro lugar. Muchos, si no la mayoría de esos bienes y piezas, se fabrican en China, y esto es un hecho.
¿Cómo sabemos que los fabricantes de los equipos militares de Estados Unidos o de la OTAN no utilizan piezas y componentes fabricados en China y que ya no son fabricados en Occidente? Pueden ser tan simples como un tornillo de tamaño o forma especial, pero sin ese tornillo no se puede montar el arma estratégica. Y si uno de los proveedores del Pentágono se da cuenta de repente de que necesita la pieza que se fabrica en China para montar un arma de defensa estratégica, ¿qué pasará entonces? Se pueden poner en marcha líneas de producción occidentales alternativas, pero eso llevaría tiempo, y el tiempo es oro en caso de un ataque militar.
Pero hay más. Incluso en tiempos de paz, si un estadounidense compra una camiseta hecha en Estados Unidos con algodón cultivado en Estados Unidos, es muy probable que la cosecha de algodón haya sido fertilizada con urea importada de China. De hecho, China controla un enorme sector del mercado mundial de fertilizantes, y cuando se controlan los alimentos y su producción, ninguna otra influencia es comparable en magnitud. Tener el control del suministro de alimentos equivale a los antiguos asedios a ciudades.
La dependencia de Occidente de China es, por tanto, alarmante, y los ejemplos mencionados se han seleccionado para demostrar que las sanciones occidentales contra China, si alguna vez se aplican, se convertirían en un bumerán que golpearía a Occidente en las tripas.
El mundo entero, y en particular Occidente, es adicto a los productos chinos. Desde camisetas hasta iPhones, un enorme porcentaje de los bienes de consumo mundiales se fabrican en China.
Por lo tanto, China es el ejemplo por excelencia en el que las sanciones estadounidenses fracasarían estrepitosamente. De hecho, una sanción a las exportaciones chinas contra Estados Unidos pondría a este último de rodillas en pocas semanas, si no en menos.
¿Y qué pasa con Rusia? ¿Son eficaces las sanciones estadounidenses contra Rusia? Hasta ahora, no lo han sido. El tiempo dirá si las nuevas lo serán, pero Rusia no "necesita" ninguna importación o franquicia estadounidense. Rusia no necesita ni McDonald's ni Starbucks. No necesita esas cadenas de comida rápida que ensucian sus calles. Sinceramente, ¿qué manera de sancionar a Rusia es esa? ¿Qué viene ahora, prohibirles el Canal Disney?
Es Estados Unidos quien necesita los motores de cohetes rusos y no al revés. Qué curioso, comparar los motores de cohetes con las hamburguesas.
Y mediante sus lazos con China, Rusia tiene un enorme mercado de exportación de gas y petróleo, todo ello mientras la occidental Unión Europea se derrumba en medio de noches frías o ahogada en enormes facturas de electricidad. Sólo en los dos últimos días, el precio del gas casi se ha duplicado.
Lo pertinente aquí es volver a lo básico y recordar que cualquier discurso sobre sanciones sólo puede ser eficaz si se basa en privar al adversario de lo que su pueblo 1) necesita y 2) quiere. Actualmente, no hay ningún producto, ninguna mercancía, ninguna tecnología, absolutamente nada que sea esencial para el resto del mundo, que se produzca exclusivamente en Occidente y el resto del mundo no pueda hacerlo.
Las actuales sanciones occidentales a las naciones que se niegan a seguir sus directrices no tienen ningún peso; ni nada que se le parezca. Los países no occidentales pueden sobrevivir sin coches Tesla, Porsche y Ferrari. La Tierra seguirá girando sin los perfumes y el champán francés.
A largo plazo, la estrategia de sanciones obligará a cualquier nación que no quiera estar bajo las presiones de EEUU, a construir un sistema financiero alternativo hecho a la medida de sus necesidades e intereses https://t.co/8RpT0Kn6ZB
— MV (@Mision_Verdad) March 10, 2022
Con estos hechos conocidos, aunque no expresados, Estados Unidos sigue imponiendo sanciones a otras naciones utilizando el poder del billete verde, es decir, el dólar estadounidense o USD para abreviar.
Pero este enfoque es, como mínimo, insensato, y está destinado a ser contraproducente.
Estados Unidos está decidido a mantener el estatus del dólar como única moneda de reserva mundial. Pero para esto, Estados Unidos debe asegurarse de que el resto del mundo necesite utilizar el USD y que no tenga otra alternativa. Pero cuando las sucesivas administraciones estadounidenses imponen sanciones a otras naciones que les impiden utilizar el dólar, se están disparando en el pie con la última y única ventaja que les queda.
No se trata de una cuestión compleja que requiera un doctorado en macroeconomía para entenderla. De hecho, es muy sencillo. No se puede coaccionar a la gente para que haga algo mediante la prohibición de hacerlo. Es una simple contradicción lógica que hasta los niños pueden entender.
Esta comedia oximorónica de errores parece más ridícula cuando vemos que el dólar es el único activo que le queda a Estados Unidos para imponer sanciones. ¿Creen realmente las sucesivas administraciones estadounidenses que las naciones sancionadas y las potencialmente sancionables, van a quedarse de brazos cruzados y morir de hambre sin tomar medidas preventivas para evitarlo?
Las sanciones a lo largo de los años han enseñado incluso a países pequeños y en desarrollo como Cuba, Siria e Irán a ser autosuficientes e innovadores. Estos países han producido "ejércitos" enteros de técnicos que son capaces de fabricar piezas de repuesto incluso para los viejos automoviles estadounidenses. Cuando veas fotos de Chevvies de los años 50 en Cuba, ten por seguro que apenas quedan en ellos piezas originales fabricadas en Estados Unidos. Si un estadounidense posee un modelo antiguo de este tipo y no puede encontrar piezas para él en Estados Unidos, es posible que las encuentre en Cuba.
Lo que hace que la situación sea más rocambolesca es que Estados Unidos sabe muy bien que China y Rusia tienen la intención de reemplazar el dólar como única moneda de reserva mundial, y que China tiene muchas posibilidades de sustituirlo por el Renminbi. Tampoco es un secreto que tanto Rusia como China han estado comprando enormes cantidades de oro, y esto sin mencionar que ya tienen una alternativa al sistema SWIFT (СПФС o SPFS) de transferencias bancarias internacionales.
En la época de los asedios a las ciudades, los atenienses construyeron su infame caballo, el caballo original que acuñó el término "Caballo de Troya" y engañó a los troyanos para que lo llevaran a Troya. Pero en Occidente, ahora mismo, no hay ese tipo de estrategas.
El actual aumento de los precios de los combustibles en las estaciones de servicio de todo el mundo no es el resultado de la acción rusa en Ucrania. Son el resultado de las sanciones.
Estas sanciones sólo pueden devolverse y herir la mano que las creó. No son flechas dirigidas contra un objetivos. Son bumeranes, pero incluso los bumeranes están destinados a volver a la mano que los lanzó cuando no dan en el blanco. Pero las sanciones occidentales son bumeranes con puntas afiladas que sólo pueden devolver el golpe, y golpear con venganza, y el aumento de los precios del combustible puede ser sólo el comienzo.
Ghassan Kadi es analista político de descendencia siria, dedicado a la investigación sobre el Sudoeste Asiático (Medio Oriente) y su geopolítica. Sus ensayos y artículos de opinión pueden leerse en el blog de The Saker.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de The Saker el 12 de marzo de 2022, la traducción para Misión Verdad fue realizada por José Aponte.