Hace unos días conversábamos un grupo de amigos sobre las dificultades que hemos pasado en estos años. Inevitablemente, terminamos recordando tiempos mejores cuando con el salario se compraba de todo. Cuando se podía viajar al exterior cada año y hasta dos veces. Cuando uno salía a cenar afuera y podía comprarse ropa a cada rato… Todos recordando, mirando a un pasado lejaaaano, cuando nuestros hijos eran bebés… Nuestros hijos, los de la conversa, tienen 14 años. Hablábamos de 2008.
Hablábamos de Venezuela con el gobierno chavista y la mayoría de los que hablaban, los que mejores recuerdos tenían, los que creían estar recordando lo felices que éramos antes de Chávez; cuando sacamos la cuenta, no lo podían creer. Las matemáticas son implacables.
Hablábamos de 2008, cuando, según el Informe Mundial de Felicidad de la encuestadora Gallup, Venezuela era el país más feliz del mundo.
Hasta el año 2015 figuramos en la encuesta Gallup entre los primeros 10 lugares de felicidad. Luego pasó lo que pasó: Lorenzo en guerra escondiendo la comida para alimentar el cuento de "la última cola" que llevaron a la Asamblea Nacional a Julio Borges, Ramos Allup y a una cuerda de absolutos desconocidos, que conoceríamos más tarde por la escandalosa dimensión de sus crímenes contra el pueblo venezolano. Y cuando digo pueblo me refiero a todos, hasta esa clase media que prefiere que le digan sociedad civil, aunque eso no la exima de sufrir las consecuencias de los ataques que sus dirigentes políticos gestionan contra nuestro país.
Carola Chávez: "Hemos visto la construcción de las guerras en vivo y directo (...) Hemos visto cómo se 'ablanda' la opinión pública a punta de miedo"https://t.co/7POrF8qseJ
— MV (@Mision_Verdad) August 28, 2021
Éramos felices y la oposición no lo sabía, aunque sus dirigentes sí. Por eso, desde siempre, la dirigencia opositora, siempre teledirigida desde Washington, no ha propuesto otra cosa que no fuera el caos. Por eso, después de intentar sin éxito golpes de Estado de todos los colores, cuando ganaron algo con el voto popular lo usaron para golpear más y peor. Entonces se fueron por los golpes de estómago, que duelen en el alma.
Contra esa felicidad que trajo el chavismo y que no era otra cosa que justicia social, se enfilaron y con saña: guerra económica, bloqueo, saqueo, violencia, intentos de invasión, guerra psicológica, familias separadas y toda esa angustia enredada en el pecho. Rompernos el alma para rompernos el país y el país somos todos, por eso su angustia, mi estimada señora de El Cafetal.
El año pasado, el informe de Gallup nos ubicó en en lugar 108 de la felicidad mundial. "¡Son infelices!", celebró feliz el enemigo que quería vernos arrodillados, pero no…
Hoy, después de años intensos de tragar angustia, lágrimas, rabia, empezamos a sentir un soplo de aire fresco, todos, chavistas y opositores. Una brisita que alivia, que nos hace presentir tiempos mejores, que nos despeina y se lleva un poquito la angustia, cambiándola por esperanza. Sonreímos en silencio, porque todo esto en silencio hubo de ser.
Y es que si Gallup hiciera un Informe Anual de Dignidad, Venezuela estaría, sin dudas, en el primer lugar.
¡Nosotros venceremos!