En el siglo XX, William Burchfiel, un teniente de marina de Tennessee describió a Caripito -estado Monagas- como un destacamento tropical de Estados Unidos.
Rodolfo Quintero, Antropología del petróleo
Era 1887 cuando la General Asphalt, filial de la famosa empresa petrolera estadounidense New York and Bermúdez Company, explotaba el lago de asfalto natural de Guanoco en el oriente del país.
Este podría ser el punto de partida más notable de lo que significa Venezuela en el argot industrial capitalista estadounidense.
Sin la intención de ahondar en profundidades históricas de la industria petrolera en Venezuela, es necesario mencionar el momento de denuncia del entonces presidente venezolano Cipriano Castro contra la General Asphalt por irregularidades en las indemnizaciones y el contraataque de esa empresa.
La respuesta de la empresa no se hizo esperar y tras bastidores financió a un grupo armado contra Castro, utilizando como cara visible al banquero Manuel Antonio Matos, un híbrido de terrateniente y comerciante. Ese hecho fue el abrebocas a las tácticas comunes de intromisión de las grandes empresas petroleras estadounidenses en los procesos políticos del país. El resto es historia.
Posteriormente, durante el mandato de Juan Vicente Gómez, se ofreció un festín petrolero a las empresas extranjeras que condicionó las estructuras políticas, económicas y sociales de Venezuela en los años por venir.
Se trae este breve pasaje a colación, de los tantos que existen, para demostrar el impacto o influencia de los grandes monopolios estadounidenses del sector petrolero que aún orbitan, en cierta medida, en los procesos políticos de Venezuela, pues las empresas petroleras estadounidenses son un componente clave en la política exterior de Estados Unidos.
Con base a esto, se asoma el dato que hilará el resto de esta investigación: es Venezuela la principal fuente de petróleo extranjero para las refinerías de la Costa del Golfo de Estados Unidos, puesto que la industria petrolera venezolana fue armada por grandes corporaciones oriundas del país norteamericano para hacer prevalecer sus intereses.
Por esta razón, en la actuales circunstancias de asedio imperial contra Venezuela, resulta importante revisar las dinámicas de importación de petróleo venezolano destinado al parque refinador estadounidense para desprender algunas claves sobre la latente y viva atracción por los recursos que yacen en el subsuelo venezolano por parte de Estados Unidos.
En palabras del economista Francisco Mieres, la inversión exterior es tan atractiva en petróleo precisamente porque es la más lucrativa de todas.
Refinerías estadounidenses y el crudo venezolano
En 2003, la consultora estadounidense Purvin & Gertz publicó un análisis de mercado de Estados Unidos sobre los productos refinados de Venezuela y reveló datos interesantes:
- Resaltan que los proyectos de la Faja Petrolífera del Orinoco para extraer crudo pesado, adecuado para su posterior procesamiento en refinerías tradicionales, impactarían a las importaciones de petróleo de Estados Unidos, aumentando la participación de PDVSA en ese mercado.
- La consultora concluye que debido al alto grado de penetración de mercado de PDVSA, siendo realista, esta empresa no podría desviar grandes cantidades de sus suministros de petróleo crudo a otros clientes extranjeros sin consecuencias financieras graves.
A pesar de que esta consultora no hace referencia a la aplicación de "sanciones", es bien sabido, desde la perspectiva geopolítica, que el dominio y control en los recursos naturales es crucial y, al afectar este tablero, las consecuencias al son de las amenazas están constantemente sobre la mesa.
Por otra parte, la producción de petróleo crudo venezolano se caracteriza, a rasgos generales, como pesada con contenido de azufre. Para procesar económicamente el crudo pesado en productos derivados de mayor valor se requiere de un alto nivel de complejidad de refinación. En este sentido, Estados Unidos, Venezuela y el Caribe son los territorios que poseen la mayor parte de la compleja capacidad de refinación de este tipo de crudo en la Cuenca Atlántica.
Es ostensible que desde el punto de vista geográfico todo estaba conformado a nivel de infraestructura y transporte para nutrir de energía a Estados Unidos.
Específicamente, en Estados Unidos, las refinerías de la Costa del Golfo están configuradas para procesar un gran porcentaje de crudo pesado con alto contenido de azufre y para producir grandes cantidades de gasolina y bajas cantidades de fuel oil pesado.
Es por ello que este dato se hila con el reciente informe publicado bajo la pluma de la Oficina de Rendición de Cuentas del gobierno de los Estados Unidos (GAO, sus siglas en inglés), que muestra en un apartado los siguientes 5 puntos que esclarecen la importancia del crudo venezolano en el mercado estadounidense:
- Aunque no se encontró evidencia de que las "sanciones" tuvieran un impacto significativo en el mercado petrolero estadounidense en general, es posible que hayan afectado de manera desproporcionada a ciertas refinerías estadounidenses.
- Muchas refinerías de la Costa del Golfo han invertido una cantidad significativa de dinero para poder procesar crudos más pesados y más baratos, como el crudo venezolano. Con la imposición de las "sanciones" de Estados Unidos a PDVSA las refinerías de la Costa del Golfo han buscado fuentes y tipos de crudo alternativos, modificando el patrón de procesamiento.
- Según expertos en el sector, con la pérdida de crudo venezolano estas refinerías han pasado a utilizar otras fuentes de crudo, lo que ha reducido sus ganancias.
- Estas refinerías cambiaron a fuentes de petróleo crudo más livianas para mantener la capacidad operativa, esto redujo la rentabilidad de las refinerías porque el crudo liviano suele ser más costoso.
- Dado que la disponibilidad relativa de crudos ligeros y pesados ha cambiado desde 2011, el diferencial de precios promedio entre los crudos ligeros y pesados se ha reducido; para la GAO la imposición de "sanciones" por parte del Departamento del Tesoro a PDVSA en 2019 presionó al alza el precio del crudo pesado, dada la disminución de la oferta.
En vista del funcionamiento original de las refinerías de la Costa del Golfo, en el pasado solían tener los márgenes de ganancia más altos del mundo, pues recibían más del 95% de las exportaciones de crudo venezolano, sin contar los factores de tiempo y costo del crudo pesado desde Venezuela.
Según este gráfico elaborado por la GAO, desde 2018 a 2019 las entradas anuales de petróleo crudo en la Costa del Golfo disminuyeron un 2,3%, equivalente a 204 mil b/d, que en comparación al año 2018 esas refinerías de la Costa del Golfo habían estado importando 498 mil b/d de petróleo venezolano. Sin embargo, sin la imposición de "sanciones" en el 2007 las importaciones estadounidenses de petróleo crudo de Venezuela promediaron 1,1 millones de b/d.
Además, si las refinerías estadounidenses eventualmente reemplazan el petróleo venezolano lo más probable es que el crudo aterrice en Estados Unidos desde latitudes más lejanas y, por ende, cueste más. Eso, a su vez, haría que, por ejemplo, el diésel cueste más, aumentando el costo para los consumidores estadounidenses, incluyendo alimentos, insumos médicos y otros.
Al hacer la salvedad de que Estados Unidos actualmente es el mayor exportador de petróleo del mundo gracias al boom del shale con el fracking, es pertinente considerar que sus planes se dirigen a largo plazo, y más cuando de energía se trata. Por supuesto, se han planteando escenarios con datos que ya están más que considerados:
El agotamiento de los principales campos petrolíferos es notable y vertiginoso debido a la técnica de extracción empleada: se debe perforar continuamente para poder sostener la extracción.
Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, sus siglas en inglés), desde marzo de 2020 hasta mayo de 2020 más de 3 mil pozos en Dakota del Norte se cerraron durante un mes entero o más. Sumado a esto, el informe Perspectiva Energética Anual 2021 de la EIA estima que podría recuperarse la producción en 2023, manteniendo la racha de 13 millones a 14 millones de b/d hasta 2050.
No es de extrañar que la vicepresidenta Kamala Harris haga público que las nuevas guerras serán por el agua, pero siempre lo han sido: para explotar petróleo se requiere de enormes cantidades de agua, ese elemento lo han considerado desde tiempos inmemoriales. El control y dominio es para ambos recursos.
La vicepresidenta Kamala Harris reconoce que las guerras han sido por el petróleo y asegura que en un futuro cercano serán por el AGUA. pic.twitter.com/xqQ1TtJVFJ
— Helena Villar (@HelenaVillarRT) April 7, 2021
También se debe resaltar la investigación del profesor emérito de Estudios Internacionales de Energía de la Universidad Erasmo de Róterdam, Peter Odell. Basado en que los depósitos de crudos ligeros convencionales están disminuyendo y los crudos pesados los están reemplazando, para 2100 Odell estima que la industria petrolera será más grande que en 2000, pero dependerá hasta un 90% de los crudos de alto contenido ácido, crudos pesados, betún y arena bituminosa. En Venezuela tenemos el tipo de petróleo que posee esas características.
Después de ampliar este panorama técnico y comercial, el crudo pesado podría continuar siendo atractivo para los mercados del futuro. Seguramente, en los planes de independencia y dominación energética de Estados Unidos plantearon escenarios próximos donde solo sus refinerías están capacitadas y disponibles de manera forzosa para procesarlo. Si acaparan vacunas en plena pandemia, el petróleo no se quedará atrás.
Ahora bien, en el marco de la realpolitik, a finales de marzo Bloomberg publicó que en Estados Unidos, privados del acceso al crudo venezolano por las "sanciones", conllevaron a que las refinerías estadounidenses recurrieran al petróleo ruso para llenar ese vacío. Según este artículo, las importaciones estadounidenses desde Rusia promediaron 538 mil b/d en 2020, mientras algunos actores políticos estadounidenses presionan a Europa para impedir el Nord Stream 2, proyecto gasífero ruso.
Esta interrupción en el suministro de petróleo crudo ilustra la forma en que las medidas coercitivas unilaterales (MCU) contra Venezuela no solo afectan a su población en la esfera económica y social, sino que también en un corto plazo o a la vuelta de la esquina puede sentirse el impacto de las mismas en el propio Estados Unidos.
Para mal o para bien, de alguna manera y dentro de cierto tiempo necesitarán del crudo venezolano. Ante ese escenario, las operaciones de cambio de régimen por vías no democráticas en Venezuela pudieran acelerarse en diferentes frentes.
Así como financiaron a grupos armados en épocas de Castro, el modus operandi continúa. No es casualidad que actualmente el Estado venezolano esté enfrentando las balas biológicas desde Brasil y las balas narcoparamilitares desde Colombia, ambos países aptos para empujar los avances en la guerra híbrida en el territorio para el fin que ya conocemos.