El 1° de octubre Irán lanzó una operación militar bajo el nombre "Promesa Verdadera 2" en respuesta al asesinato de Hasán Nasralá, secretario general de Hezbolá, a manos de Israel. Esta acción desencadenó un incremento en las tensiones en Asia Occidental, ahora exacerbadas por la ofensiva del Estado israelí que incluye, principalmente, la invasión terrestre contra Líbano.
Estos eventos recrudecen la inestabilidad en la región, un factor crucial en los mercados energéticos, donde el riesgo palpable asociado a la volatilidad geopolítica ha elevado los precios del petróleo.
Los inversionistas, temerosos de posibles interrupciones en el suministro, recurren a compras especulativas, lo que provoca aumentos en las cotizaciones de crudo. En la última semana el Brent y el West Texas Intermediate (WTI) experimentaron un alza significativa, hasta alcanzar máximos no vistos en un mes, con un registro en aumento de 5%.
Una realidad distinta a lo que ocurría desde comienzos de septiembre, cuando el mercado mostraba una tendencia a la baja, al registrar un declive acumulado de 10%.
En ese entonces, Misión Verdad indicó que era probable que la volatilidad continuara debido a la incertidumbre en torno al crecimiento económico global y a las tensiones geopolíticas, que presionaban el mercado a la baja.
En este contexto, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) revisó los datos de producción de crudo para los meses de julio y agosto y, como era de esperarse, no hubo sorpresas: se mantienen los compromisos en cuanto a los recortes y a los niveles de producción.
En el marco del encuentro, el viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, comentó que "el propio conflicto en Asia Occidental, en general, ya estaba parcialmente incluido en el precio actual de crudo, los mercados no descartan una disminución en el suministro de petróleo".
Estas decisiones moderadas reflejan la cautela de la organización ante las condiciones de incertidumbre.
Nuevo factor incierto
Este 3 de octubre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, abrió un nuevo frente de incertidumbre al mencionar que su administración estaba "discutiendo" posibles planes israelíes para atacar la infraestructura petrolera de Irán.
Evidentemente esto encendió las alarmas del mercado que, en atención a las señales de conflicto, no tardó en reaccionar, con lo cual continuó la tendencia en aumento paulatino de los precios.
No obstante, es poco probable que una ofensiva de tal envergadura se materialice a un mes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, ya que cualquier interrupción en los suministros de crudo sería desastrosa para la administración actual.
Por otro lado, fuentes israelíes informaron a medios como Axios que las opciones sobre la mesa incluyen ataques a instalaciones petroleras iraníes, lo que sumaría un nuevo capítulo en el deterioro de la estabilidad en Asia Occidental.
Irán, por su parte, ha advertido que cualquier intervención de los "partidarios de Israel" provocaría represalias que afectarían sus intereses en la región, lo que podría desencadenar una respuesta militar de mayor escala.
Durante la Cumbre del Diálogo de Cooperación de Asia el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, expresó que "cualquier tipo de ataque militar, acto terrorista o cruce de nuestras líneas rojas será respondido con una contundencia decisiva de nuestras fuerzas armadas". A la vez rechazó el silencio ante la actitud belicista de Israel.
Volatilidad prolongada
Los embates a infraestructuras críticas juegan un rol decisivo en las dinámicas del mercado. La concreción de estos eventos haría que los precios del petróleo suban considerablemente de manera irreparable hasta alcanzar los tres dígitos, porque reduciría tanto la producción mundial de forma abrupta como la capacidad de producción de manera prolongada.
La historia demuestra que los conflictos en Asia Occidental han sido determinantes en la volatilidad de los valores del crudo.
Durante la guerra Irán-Irak en los años 80, la invasión de Kuwait en 1990 y la intervención de Estados Unidos en Irak en 2003, los precios reaccionaron con incrementos abruptos. Por ejemplo, en 2006 se registró un pico con valores que llegaron hasta 74,41 dólares, cuando durante años previos se mantuvo en un umbral de 20-30 dólares por barril.
En caso de que el conflicto desencadenado por Israel se intensifique, los importes podrían aumentar en un rango de 10 a 20% en las primeras semanas, dependiendo de la gravedad y duración de la crisis.
Cabe destacar que el mercado energético ha cambiado en los últimos 20 años. Asia Occidental sigue siendo clave, pero otras regiones como América del Norte, Rusia, África y América Latina han diversificado la oferta petrolera, lo que ha mitigado el impacto de los conflictos regionales.
Es decir, la existencia de fuentes alternativas de energía, la mayor diversificación del mercado energético global y la capacidad de los gobiernos para gestionar las reservas estratégicas podrían amortiguar temporalmente la volatilidad extrema en los precios.
A pesar de ello, no se debe subestimar la importancia estratégica de esa región para el comercio de los hidrocarburos porque orbitan alrededor de la zona tres "chokepoints" —cuellos de botella o puntos de estrangulamiento— que controlan casi 50% del comercio marítimo de petróleo mundial.
Un conflicto prolongado en ese espacio, además de afectar irreparablemente el flujo de petróleo y gas, agravaría la economía global en su conjunto. El tiempo dirá si las tensiones disminuyen o si estamos ante el inicio de una nueva fase de inestabilidad prolongada en el mercado energético.