Joe Biden, el presidente "proyectado" por los medios de Estados Unidos, tiene 76 años y ha sido miembro del Congreso por 36 años. Fue vicepresidente del país durante otros ocho durante la Administración Obama. Durante la campaña que concluyó en las elecciones del pasado 3 de noviembre hizo lo posible por parecer la antítesis de Donald Trump, su adversario conservador también septuagenario.
A la vez que Trump bailaba, hacía ruido con sus concentraciones políticas sin distancia social y con pocas mascarillas, Biden hizo telecampaña desde su sótano o se presentaba en eventos en los que los asistentes permanecían metidos en círculos blancos separados unos de otros.
Trump se enfrentaba a los periodistas, respondía a sus preguntas y era investigado incansablemente por ellos mientras Biden estuvo casi dos meses sin recibir a reporteros y a estos no parecía interesarles.
Quien en su primera campaña presidencial, en 1988, fuera acusado de plagiar los discursos del líder laborista británico Neil Kinnock, ha tenido siempre la tendencia a encararse con la gente en sus mítines, a salirse del guión y a meterse en atolladeros innecesarios. Cuando volvió a probar suerte 20 años después, en 2008, solo obtuvo el 1% de los votos, pero en esta ocasión su estrategia fue callar.
El equivalente a Juan Peña del cuento venezolano "El Diente Roto" no ha sido presentado como un cambio para la política estadounidense porque no lo es, más bien su mensaje es y ha sido "Build Back Better" (Reconstruir mejor) o que el país vuelva "a ser lo que siempre fue" con "…todas esas cosas buenas".
Veamos qué se necesita para ser Joe Biden.
Se necesita serle útil a los ultrarricos
Durante los años 80 Biden votó a favor del histórico proyecto de ley de impuestos de Reagan que redujo la tasa máxima del impuesto sobre la renta del 70 al 50% y eximió a muchas familias ricas del impuesto sobre el patrimonio de las herencias ganadas, una medida que le costó al gobierno federal 83 mil millones de dólares en ingresos anuales.
Su alineamiento con los intereses corporativos y financieros es total, por lo que contó con el apoyo de la elite política y financiera del país. Ello le sirvió para llevar a cabo una costosa campaña electoral y con la maquinaria nacional del Partido Demócrata.
Aun cuando en el electorado y las bases de su partido sobran los reclamos y posiciones de respaldo a una agenda popular, logró maniobrar entre falsas posiciones moderadas o de centro y el rescate del establishment político corporativo donde ha jugado a favor de las grandes empresas, la banca, las compañías de seguros, el aumento de los gastos militares y la desregulación financiera.
Mientras el magnate de los casinos Sheldon Adelson donó 40 millones a Trump, Mike Bloomberg, multimillonario ex alcalde de Nueva York que gastó más de 700 millones de dólares este año en su abortada candidatura presidencial, se gastó 85 más (un 0,15% de su fortuna) en ayudar a Biden a ganar en el vital estado de Florida (que perdió contra Trump el 3 de noviembre).
Cabe destacar que el "proyectado" vencedor de las elecciones gringas se comprometió en campaña a subirles los impuestos, y sin embargo ellos, el 1% más rico del 1% más rico, estuvieron de su lado. A principios de agosto Biden había recibido ya donaciones de más de 130 personas que figuran en la lista Forbes con fortunas de más de 800 millones de dólares mientras Trump había convencido a menos de 100.
Biden recaudó casi mil millones de dólares en campaña electoral triplicando los fondos de Trump, superando por poco lo recaudado por Obama en 2008. El dinero proviene de sus principales financistas en las élites de Wall Street.
Kamala Harris, su fórmula vicepresidencial, es muy apreciada por los grandes donantes: en las primarias estuvo entre los aspirantes que más dinero recibieron de los magnates. El único límite que ambos han puesto a sus partidarios más generosos es el de no aceptar dinero de empresarios del petróleo o el gas, para no comprometer las reformas que planean contra el cambio climático.
Wall Street maneja los hilos del Partido Demócrata y eligió a Biden, quien no había ganado una sola elección primaria estatal en su vida, durante las 72 horas previas al supermartes (fecha en la que se decide un tercio de los delegados que votan en la Convención Nacional de agosto), antes de eso se daba prácticamente su campaña por muerta por ser un candidato hueco, sin entusiasmo.
Es pieza fundamental para avanzar en el Gran Reajuste (Great Reset) previsto por el Foro Económico Mundial para su próxima reunión anual entre enero y febrero próximos. Se trata de una jugada de esas élites que abarca más de 50 campos de conocimiento y práctica, a decir del analista Pepe Escobar. Interconecta todo, desde las recomendaciones para la recuperación de la economía hasta los "modelos de negocios sostenibles", desde la restauración del medio ambiente hasta el rediseño de los contratos sociales. Eso sí, todo decidido e impuesto por el 1%.
Yep! “The #GreatReset is about multinational corporate stakeholders at the @WEF controlling as many elements of planetary life as they possibly can. From the digital data humans produce to each morsel of food we eat.” @drvandanashiva #TheDefender #BigFoodhttps://t.co/M3Qg43V1Ex
— Robert F. Kennedy Jr (@RobertKennedyJr) November 10, 2020
Se necesita estar protegido por los medios corporativos
Dadas las circunstancias en las que emergió su candidatura, se suponía que tendría también asegurada una cobertura favorable por parte de los grandes medios y cadenas televisivas. Así fue, y no es fortuito, su relación con el mundo de los mass media no es nueva.
En enero de 2012 la mansión del dueño del sitio web Megaupload en Nueva Zelanda fue allanada y fueron confiscados tanto la colección de coches de lujo como los datos de 135 ordenadores del magnate Kim Schimts (Kim Dotcom). El millonario de origen alemán fue acusado de violación de derechos de autor y fraude electrónico por supuestamente subir ilegalmente millones de canciones al sitio web para compartir archivos.
Una juez sentenció que todas las órdenes judiciales usadas por la policía en el registro, invasión y allanamiento de la casa de Kim Schmitz, eran ilegales y por lo tanto inválidas. Se supo que Joe Biden, entonces vicepresidente de Estados Unidos y mejor amigo del ex senador y jefe de la Motion Picture Association of America (MPAA), Chris Dodd, dio la orden de cerrar Megaupload a su antiguo abogado y entonces fiscal del distrito Neil MacBride.
Dotcom asegura tener pruebas de que en junio de 2011 hubo una reunión en el ala oeste de la Casa Blanca en la que estuvo Mike Ellis, de la MPAA Asia, un experto en extradiciones y antiguo superintendente de la policía de Hong Kong. El mismo Ellis también se reunió con el entonces Ministro de Justicia, Simon Power, en Nueva Zelanda.
En dicha reunión estuvieron, además de Dodd, Barry Meyer (CEO de Warner Bros), Brad Grey (CEO de Paramount Pictures), Jeff Blake (vicepresidente de Sony Pictures Entertainment), Ronald Meyer (presidente de Universal Studios) y Rich Ross (director de Walt Disney), entre otros.
En marzo pasado la ex asistente de Biden presentó una denuncia en su contra por agresión sexual en 1993 ante el Departamento de la Policía Metropolitana de Washington. Desde esa fecha (días 24 y 25) los medios de comunicación dominantes prácticamente ignoraron la historia, el candidato tuvo 10 presentaciones en 15 días y nunca fue consultado al respecto hasta el 12 de abril, casi 20 días después de las primeras publicaciones.
The New York Times escribió un artículo que resumió en un tweet que después fue borrado debido al escándalo que provocó: "No encontramos ningún patrón de conducta sexual inapropiada por parte de Biden". Datos del Media Research Center revelaron que, hasta el 27 de abril, el total de minutos de cobertura que recibió el caso de Tara Reade en las cadenas ABC, CBS, NBC, PBS y MSNBC fue de 12 minutos y 25 segundos.
La cadena CNN empezó a cubrir la historia hasta el 25 de abril (15 minutos de cobertura en total en esos tres días), 38 días después el programa "Morning Joe" con Joe Scarborough y Mika Brzezinski (1º de mayo en MSNBC), le entrevistó y consultó directamente sobre la acusación de Reade. Ninguna de las mencionadas entrevistó a Tara Reade.
Recientemente los medios corporativos ignoraron por completo el informe del New York Post sobre las actividades de su hijo Hunter Biden en una de las empresas privadas de gas más importantes en Ucrania, Burisma Holdings. Lo atacaron como "dudoso" (CNN), "desinformación" (The Economist), una "conspiración" (NBC News), "noticias falsas" (The Guardian) o parte de un planificado derribo de Biden (CNN).
El reportero de CBS News, Bo Erickson, fue atacado por otros periodistas al pedirle al candidato presidencial demócrata que comentara las acusaciones del Post.
Importante ser el like de las gigantes tecnológicas
Hunter Biden recibió un cargo como miembro del consejo de administración de Burisma ganando 50 mil dólares por mes, poco después de que el todavía vicepresidente había amenazado con retirar las garantías que Estados Unidos otorgaba al país europeo para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantuviera el mecanismo de crédito que le había aprobado a ese país desde 2015.
Muchos correos electrónicos y textos supuestamente escritos de y para Hunter reflejan sus esfuerzos por inducir a su padre a tomar medidas como Vicepresidente en beneficio de Burisma, había presentado a su padre a los altos ejecutivos de la energética pocos meses antes de que presionara a los funcionarios del gobierno ucraniano para que despidiera al fiscal Viktor Shokin que investigaba a la empresa.
Ni los usuarios de Facebook ni los de Twitter pudieron compartir o enlazar la historia del New York Post, de hecho, Twitter bloqueó la cuenta del diario durante dos semanas en lo que Glenn Greenwald llama una "unión de facto de medios de comunicación, gigantes de Silicon Valley y la comunidad de inteligencia para suprimir estas historias".
Al menos el 69% de los estadounidenses usan Facebook, y el 43% (más de 140 millones de personas) recibe noticias de él. Twitter también es influyente, con casi una cuarta parte del país que utiliza el servicio. Por lo tanto, la decisión de censurar completamente la historia de dos de los medios noticiosos más importantes fue influyente, especialmente porque el Post sigue defendiendo la veracidad de sus informes, apostando su reputación por él.
La ejecutiva de Facebook que bloqueó todas las pruebas negativas de la actividad corrupta de Hunter y Joe Biden en Ucrania es la misma persona que estaba coordinando la actividad corrupta entre los pagos de la familia Biden y Ucrania. Se trata de Anna Makanju, quien actualmente está a cargo del programa de integridad electoral de Facebook.
Se trata de una ex miembro principal no residente del Atlantic Council, grupo de expertos aparentemente no partidista que se ocupa de asuntos internacionales. De hecho, es una organización decididamente partidista a la cual Burisma comenzó a pagarle mucho dinero (300 mil dólares) en 2016, justo cuando Makanju estaba aconsejando a Biden sobre la renuncia de Shokin.
Biden dijo en campaña que redes sociales como Facebook y Twitter no han hecho lo suficiente para controlar la desinformación y el discurso de odio, que, según los críticos de las empresas, han ayudado a amplificar los engaños y las opiniones extremistas. La administración Trump presentó una demanda antimonopolio contra Google pocas semanas antes de las elecciones presidenciales, lo que ha constituido el desafío más importante del gobierno federal para la industria tecnológica en más de dos décadas.
Lo que podría ser una batalla de años podría obligar a Google a escindir partes de su imperio empresarial si el gobierno finalmente prevalece, además se estima que un eventual Departamento de Justicia de Biden no continúe con esta demanda en particular.
Los demócratas en el Congreso que apoyan la acción de la administración Trump contra la empresa incluyen al representante David Cicilline de Rhode Island, quien supervisó una investigación de 15 meses sobre el poder monopolístico de las grandes empresas tecnológicas, sin embarco el capitalista de riesgo y consultor político Bradley Tusk predice que el Departamento de Justicia de Biden podría simplemente retirar la demanda federal y presionar el botón de reinicio.
Imprescindible servir como un eficiente capataz de guerra
Biden ha sido sujeto a críticas por sus votos en el Senado, en especial aquellos que definían si se iniciaban o no guerras como la del Golfo en 1991, cuando votó en contra, pero en 2003 proporcionó cobertura política para el masivo ataque militar contra Irak autorizado por el presidente republicano George Bush.
Se dice que hizo más que cualquier otro senador demócrata para que se diera luz verde a la invasión desde su poderosa posición como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y escudado en la teoría de la posesión de armas de destrucción masiva.
El Plan Colombia, que fue presentado originalmente como "una propuesta de paz y desarrollo" por el entonces presidente de Colombia, Andrés Pastrana, en 1999, la administración Clinton lo convirtió en una militarización masiva de la sociedad colombiana que solo benefició al complejo industrial-militar.
Biden presionó con éxito para que el 80% de los 7,5 miles de millones de dólares en total fuera a las Fuerzas Militares de Colombia; buena parte del armamento llegó a manos de escuadrones paramilitares de extrema derecha vinculados al gobierno.
En la era post-11S los narcotraficantes fueron rebautizados como "narcoterroristas" como narrativa justificadora de la interferencia de Estados Unidos. Biden fue uno de sus arquitectos clave. "Soy el tipo que elaboró el Plan Colombia", llegó a declarar, agregando que "enderezó a ese gobierno durante mucho tiempo".
Joe Biden brags
"I'm the guy who put together Plan Colombia".#PlanColombia used murderous, failed drug war policies as cover to destabilize democracy in South America, arming right wing death squads so openly that Congress had to force it to stop with an amendment. pic.twitter.com/8qtLhirf1P— CPD Action (@CPDAction) January 17, 2020
Lo que fue anunciado como un gran impulso antidrogas se convirtió en una guerra contra la población, con el gobierno colombiano llevando a cabo un régimen de defoliación química masiva, obligando a un gran número de personas a abandonar la tierra y despejándola para las corporaciones multinacionales.
Más de 10 mil civiles inocentes fueron asesinados por paramilitares, el gobierno los disfrazó de narcoterroristas, y su número se utilizó para obtener más fondos de los Estados Unidos con el argumento de que los cadáveres igualaron el progreso en la lucha contra las drogas.
Las Naciones Unidas estiman que 7,4 millones de colombianos son desplazados internos hasta el día de hoy debido a la guerra civil en curso y al Plan Colombia, y millones más abandonan el país por completo. El objetivo declarado del plan de reducción de las drogas ni siquiera funcionó, ya que los productores de cocaína simplemente cruzaron la frontera hacia otros países andinos no afectados por la guerra y regresaron cuando la violencia disminuyó. Para 2017, la producción nacional de coca alcanzó un máximo histórico, según la ONU.
Sobra señalar que la dupla Obama/Biden utilizó la guerra preventiva, es decir, utilizó la doctrina preventiva de Bush para justificar su política militar en Medio Oriente. Biden exhibe una hidra de tres cabezas que seguramente participaría de un eventual gobierno.
El trío femenino compuesto por Hillary Clinton, secretaria de Estado con Obama y jefa en la actualidad del Partido Demócrata; Susan Rice, ex embajadora ante la ONU y también ex consejera de Seguridad Nacional durante los mandatos de Barack Obama; y Michèle Flournoy, subsecretaria de Defensa con Obama, son responsables de enviar 40 mil efectivos más a Afganistán, en lugar de sacar soldados, apoyar el plan del Pentágono para dejar una fuerza remanente de 10 a 20 mil efectivos del ejército estadounidense en Irak, y ejercer presión para que Estados Unidos canalizara armas a los rebeldes en la guerra civil de Siria.
Estas personas y otros del entorno Biden figuran en la intervención y destrucción del Estado libio, el apoyo a la agresión saudita en Yemen, la guerra de los aviones teledirigidos ("drone wars"), la detención indefinida sin juicio en Guantánamo, el enjuiciamiento de los denunciantes y el blanqueo de la tortura. Han aprovechado sus contactos para ganar enormes salarios en empresas de consultoría y otras del sector privado que se alimentan de contratos gubernamentales.
"Apoyar" los derechos civiles pero no
El veterano político cuenta con antecedentes de abierta defensa del neoliberalismo y evade con pericia su posición respecto a las desigualdades de clase. Sus buenas relaciones con élites establecidas en los sectores afroamericanos y el mundo sindical no quieren decir que tenga real aceptación o ascendencia sobre los trabajadores o las llamadas comunidades negras o latinas.
En los 70, lideró en contra de eliminar la segregación de las escuelas a través del transporte público promoviendo casi una docena de leyes destinadas a poner límites estrictos a los organismos federales y a la capacidad de los tribunales para ordenar que los autobuses logren la integración racial en las escuelas.
Fue el único miembro del Comité Judicial del Senado que bloqueó dos nombramientos de personas negras en el Departamento de Justicia y mantuvo una estrecha relación con el archisegregacionista senador Strom Thurmond, quien dejó el Partido Demócrata y se convirtió en republicano debido a su vehemente oposición a la Ley de Derechos Civiles.
Derrotó una enmienda de 1977 que habría eliminado todas las restricciones a la financiación federal de los abortos y elaboró la "Enmienda Biden", la cual prohibía que la ayuda de Estados Unidos se utilizara para investigaciones biomédicas relacionadas con el aborto.
A lo largo de la década de 1980, él y Thurmond trabajaron en una serie de proyectos de ley que reformaron radicalmente el sistema de justicia penal, incluida la Ley de Control Integral del Crimen de 1984, que limitaba la libertad condicional y recortaba las reducciones de sentencias por buen comportamiento. Biden continuó atacando al republicano George H.W. Bush desde la derecha sobre el crimen, en 1989, condenando sus propuestas draconianas por no ir lo suficientemente lejos.
En un discurso ante el pleno del Senado en 1993 dijo:
"No importa si se trata o no de personas que hayan estado en condición de menesterosos o marginados en su juventud. No importa si ellos tuvieron o no un pasado que les permitiera formar parte del tejido social. No importa si fueron o no víctimas de la sociedad. El resultado final es que ellos están a punto de golpear a mi madre, dispararle a mi hermana…".
A pesar de que Bush impulsó aumentos sustanciales en el sistema industrial penitenciario, Biden exigió continuamente más, publicando sus propios planes que incluían miles de millones más en fondos para un mayor número de agentes de la policía, el FBI y la DEA.
Todo esto culminó en lo que en 2007 llamó su "mayor logro" en política: el controvertido Proyecto de Ley contra el Crimen de 1994.
De menos de 200 mil en 1970, la población carcelaria se disparó en las décadas de 1980 y 1990, aumentando a 740 mil en 1990 y 1,33 millones en el año 2000; siguió creciendo hasta el punto en que casi una cuarta parte de los presos del mundo son estadounidenses.
Los afroamericanos, a quienes Biden y Hillary Clinton describieron como "matones" y "superdepredadores" en diversas ocasiones, están encarcelados a una tasa cinco veces mayor que la de los blancos. En cinco estados (Iowa, Minnesota, Nueva Jersey, Vermont y Wisconsin), la disparidad es de más de 10 a 1. Uno de cada tres hombres negros será encarcelado durante su vida. Estados Unidos encierra una mayor proporción de sus ciudadanos que cualquier otro país del mundo, lo que constituye un lucrativo negocio a expensas de los presos.
Gran parte del aumento en los números se puede atribuir a la guerra contra las drogas de Richard Nixon, ahora entendida a menudo como un proyecto político para criminalizar a sus dos principales enemigos políticos: los negros y la izquierda pacifista.
"Sabíamos que no podíamos convertir en ilegal estar en contra de la guerra o ser negro, sino haciendo que el público asociara a los hippies con la marihuana y los negros con la heroína. Y luego criminalizando a ambos fuertemente, podríamos perturbar esas comunidades", admitió uno de los ayudantes de Nixon a Harper's Magazine.
¿Volver a "todas esas cosas buenas"?
Entretanto, el candidato principal del Partido Demócrata frente al "peligro" que representa Bernie Sanders para el status quo liberal del país, fue haciéndose pasar por "moderado" a medida que avanzaban las elecciones internas del partido.
Sumó a su plataforma política las principales propuestas de campaña de sus adversarios, desplazando, hasta un margen de maniobra lo suficientemente cómodo como para no poner en riesgo a su base electoral propia, su posición ideológica y programática más hacia la izquierda de lo que se encontraba al comienzo del proceso, y más hacia la izquierda de lo que estuvo durante sus funciones como vicepresidente.
Warren and Sanders to be frozen out of Biden cabinet, report says https://t.co/7zM6YMTLRC
— The Independent (@Independent) November 11, 2020
Por ejemplo, en los últimos días Biden se retractó de la intransigente posición que adoptó durante la presidencia de Obama y las trumpistas políticas antimigratorias implementadas desde la segunda administración del primer presidente negro estadounidense.
Es casi seguro que cuando Biden habla de volver a "todas esas cosas buenas" no habla de:
- Cómo los graduados universitarios no levantan cabeza por estar endeudados y atrapados en el cepo de una depredadora industria de préstamos.
- Cuántas tragedias familiares produjo el endurecimiento de las leyes sobre la bancarrota que él propició junto a los republicanos en los 90, basándose en la idea de que demasiadas personas de clase media estaban acumulando deudas en sus tarjetas de crédito de forma irresponsable y luego declarándose en bancarrota.
- Cómo no desaparece la posibilidad de que, si asume la presidencia, recorte Medicare y congele el gasto federal en Seguridad Social como ya lo promovió con su voto en los años 80. Sobre todo cuando "Medicare para todos" es una propuesta que cuenta con el apoyo del 70% de los estadounidenses.
- Cuántos de los niños migrantes que son separados de sus familias existen porque su plan de 750 millones de dólares, que incluyó privatizaciones y medidas de austeridad, perpetuó las mismas condiciones económicas y políticas que llevaron a sus padres y abuelos a huir del desempleo.