De acuerdo con los resultados electorales en las presidenciales argentinas de este domingo 19 de noviembre, el economista de extrema derecha Javier Milei ganó la segunda vuelta en los sufragios al obtener cerca de 55,7% de los votos, con 98% de las mesas escrutadas —al cierre de este análisis—, y así derrotó al oficialista Sergio Massa, quien sumó algo más de 44,3% de apoyos.
La victoria electoral de Milei es clara en toda la línea. Se trata de un resultado que reafirma la tendencia sólida que el personaje traía, dominando la conversación pública. En efecto, podría considerarse que en las últimas instancias la presidencial del país austral se basó en si Milei ganaba o perdía la elección, pues esta adquirió matices sumamente polarizantes.
La derrota del oficialismo fue inmediatamente reconocida por Massa, quien manifestó haber llamado al presidente electo para felicitarlo. Refirió que su país abriría puertas hacia una "transición democrática" y un cambio de mando.
En tan solo un par de años, Milei pasó de ser un economista que llamaba la atención en programas de TV con sus ideas libertarias a ser presidente electo de Argentina.
Él mismo definió como un "milagro" su corta carrera y amplio triunfo en un balotaje presidencial. "Gracias al equipo que viene trabajando hace dos años para transformar la Argentina y para lograr el milagro de tener un presidente liberal libertario", dijo Milei en su primer discurso tras ser escogido.
Ganó sin tener experiencia de gobierno, pero ha tomado lugar como outsider y como referente disruptivo. De ahí que es importante analizar algunas de las principales causas de este resultado.
1. El trasvase matemático
En las PASO, Milei obtuvo poco más de 7,1 millones de los 35,4 que componen el padrón electoral argentino, de acuerdo con los resultados oficiales, lo cual le otorgó 30% del escrutinio.
Milei retuvo el apoyo logrado en las primarias y llegó a la primera vuelta de las presidenciales con unos 7,8 millones de votos, creciendo poco más de 10% pero obteniendo 29,9% del total.
Sergio Massa obtuvo 36% del apoyo en la primera vuelta y ganó esa medición al totalizar unos 9,6 millones de votos.
Sin embargo, en segunda vuelta, incluso aumentando su votación a más de 11 millones, Massa no pudo igualar los más de 14 millones obtenidos por Milei.
El ultraderechista logró duplicar la cantidad que obtuvo en las PASO y ese podría considerarse el repunte estadístico más importante registrado en presidenciales argentinas desde la era democrática actual. En efecto, Milei se ha convertido en el candidato más votado en ese tipo de sufragios en la historia del país.
La correlación matemática deja en claro que hubo un efectivo trasvase de votos desde Patricia Bullrich a Milei, luego del acuerdo de derechas que se produjo cuando Mauricio Macri decidió apoyarlo. Nótese la importante falla de origen del discurso "anticasta" de Milei, quien ahora podría considerarse que debe su victoria al apoyo que le ha dado el "macrismo", mediante el partido tradicional Juntos por el Cambio.
Este es un elemento importante a subrayar dado que ahí yace el análisis sobre las candidaturas disruptivas u outsiders. Tratándose de figuras de ultraderecha, tal como ha sido el caso de Milei, el factor decisivo ha resultado ser precisamente el pacto entre derechas y el eficaz traslado de votos mediante filiaciones e identidades políticas afines en los grupos de electores, especialmente por los rechazos a las izquierdas o partidos socialdemócratas.
Si bien Milei es por sí mismo un fenómeno electoral, este tenía un núcleo consolidado de solo 30%. Importante, pero no mayoritario. Ahora de manera sobrevenida el apoyo de la "casta" macrista, pero especialmente de su base, cambió la correlación.
Argentina es un nuevo ejemplo nítido, tal como lo fueron Brasil y Estados Unidos, de que sus referentes disruptivos lograron ser mayoría posicionándose sobre fuerzas electorales tradicionales de derecha.
Las derechas, e incluso sus mismos partidos, tradicionales, conservadores, bastante "castas", siguen ganando elecciones bajo denominaciones ultra con apariencia fresca y rupturista.
Argentina es un país que está ilustrando de manera nítida la crisis de representación política
2. Alberto "el tibio"
En Argentina, el nivel general del Índice de Precios al consumidor registró un alza mensual de 8,3% en octubre de 2023, y acumuló una variación de 120% en lo que va de año. En la comparación interanual, el incremento alcanzó 142,7%.
Para la economía del país sureño estas son cifras bastante altas, recaen directamente sobre la gestión del presidente Alberto Fernández y sobre el mismo candidato oficialista Sergio Massa, quien funge como Ministro de Economía.
El escenario económico argentino se decanta, además, mediante un complejo sistema cambiario, con siete tipos oficiales diferenciados para diversos sectores. Esto influye en la caotización de las estructuras de precios, lo cual es contenido por superficiales y débiles mecanismos de regulación.
Estos elementos combinados, en materia política, son entendidos en la opinión pública argentina como rasgos de una crisis de gobernanza y dilación de ajustes, los cuales han sido diferidos una y otra vez por la variable electoral.
La cuestión de fondo en el escenario actual de la economía argentina yace en el endeudamiento que Macri heredó al país frente al Fondo Monetario Internacional (FMI). Fernández no logró mejores acuerdos ante la instancia acreedora y el presupuesto público lidia con un alto costo por servicio de deuda.
Fuera de la esfera económica, Cristina Fernández, quien fue el principal referente oficialista, terminó políticamente maniatada por el lawfare en su contra. Pero además tampoco logró maniobrar en su mismo gobierno. Ahora la dirigente encara un alto nivel de deslegitimación entre grandes segmentos electorales.
En Argentina, la institucionalidad judicial funciona como un partido político y realmente nunca fue intervenida por el partido de gobierno.
La denominación transversal al gobierno de Alberto Fernández como "tibio" tiene muchas designaciones, y apenas estas son algunas de las más resaltantes.
Desde la izquierda es casi consensuada la conclusión de que la debilidad estructural en la coordinación política del "moderado" Alberto ha pasado factura. La política socialdemócrata del oficialismo no logró reinventarse, no articuló una oferta política disruptiva o atractiva. Tuvieron poco o nada que ofrecer, mientras las crisis económica y política profundizaron la disfuncionalidad en la representatividad del partido gobernante.
Una de las frases más ilustrativas de las carencias de la era de Alberto Fernández vino precisamente de Javier Milei al apenas conocerse su victoria:
"La situación de la Argentina es crítica. Los cambios que nuestro país necesita son drásticos. No hay lugar para el gradualismo, para la tibieza, para medias tintas".
Milei, quien aplicará un esquema de shock, absolutamente draconiano sobre la economía y la institucionalidad, claramente ha decidido desplegar desde la derecha una oferta política de acciones contundentes que no se vio desde el ángulo político de la izquierda en el gobierno de Fernández.
3. Crisis de la representatividad
Argentina es un país que está ilustrando de manera nítida la crisis de representación que hay en los partidos políticos y en las instituciones sociales.
Este país se ha vuelto electoralmente oscilante y ahora da tumbos entre gobiernos de izquierda y de derecha. No se están imponiendo las visiones ideológicas sobre la política y sobre el país, el electorado se está inclinando por la mejor oferta política, sea la que sea.
El acumulado de crisis en el sistema de representatividad argentino ha tenido a Milei como su peor creación. Este gana una elección por hacer propuestas disruptivas y pese a ofrecer políticas que, sin duda, desplegarán el caos y las crisis institucionales.
Juan Elman, periodista argentino, manifestó desde su cuenta en la plataforma X una breve y lapidaria apreciación:
Nunca se expresaron tantas instituciones en una elección: partidos, sindicatos, iglesias, clubes, marcas, influencers, fandoms. Nunca hubo tanta distancia entre ese gesto “desde arriba” y el comportamiento “desde abajo”. La crisis de representación es total.
— Juan Elman (@juan_elman) November 20, 2023
En efecto, muchas de estas instancias de influencia en la vida argentina fueron contra Milei, pero este logró sortearlas y superarlas, no por sus propios atributos sino por su oferta "anticasta" que centralizó en su discurso político, pues logró interpretar la crisis y agotamiento en los sistemas principales de representación.
De ahí que debe considerarse la cuestión argentina no como una simple crisis de partidos: es una crisis de incertidumbre y representatividad general, rasgo inequívoco de agotamiento del modelo.
4. La promesa de ruptura
Además de las promesas de liberalización económica, destruir el Banco Central, cerrar ministerios o volver a penalizar el aborto, Milei esgrimió un discurso antiestablishment con duras críticas a lo que denomina "casta política".
"Milei logró desde su irrupción a la arena pública, cuando fue electo diputado, diferenciar una narrativa política muy distinta, confrontativa del sistema", dice el politólogo argentino Sergio Berensztein a BBC Mundo.
"Son los famosos candidatos antisistema que hemos visto en diferentes partes del mundo: el más típico obviamente es Donald Trump (en Estados Unidos) o Jair Bolsonaro (en Brasil)", agrega. "Milei puede inscribirse en ese movimiento global, donde hay una reacción al orden establecido".
Ese discurso rupturista le permitió al presidente electo argentino atraer votantes hartos del gobierno y de la clase política, pese a la incertidumbre y temor que sus propuestas causan en muchos otros. Logró vencer los miedos, proponiendo la revancha, promesas mesiánicas y acciones atrevidas.
Milei entusiasmó sobre todo a jóvenes que fueron un pilar clave de su triunfo. Distintas encuestas durante la campaña mostraban que, cuanto menor era la edad de los votantes entrevistados, más crecía el respaldo a Milei.
En la realidad, Milei no es "anticasta", entendiendo que la casta real en Argentina son los poderes económico, cultural e institucional que rigen de facto el país. Muchos de estos factores incluso ni siquiera son argentinos, dado que operan como elementos transnacionales. Milei gobernará con ellos y para ellos.
Además, ha formalizado su pertenencia a la "casta" al lograr su elección mediante el partido del macrismo, en lo que será una forma de cogobierno que se desplegará en el poder parlamentario, en una parte del Poder Ejecutivo y en los trasbastidores de la política real.
Milei nunca ha sido ni será "anticasta", pero en esta elección ello no tuvo relevancia. Logró vender el relato rupturista, se colocó como outsider y consiguió interpretar el descontento y la rabia formulada desde la crisis de representatividad. Todo ello, como combinación, fue un vehículo muy eficaz para construir narrativa, ideas-fuerza y oferta electoral.