Como "pragmatismo" definen algunos análisis la equidistancia del presidente brasilero, Luiz Inácio Lula da Silva, respecto al reacomodo que se evidencia en la dinámica geopolítica vigente y según la cual batallan posiciones hegemónicas frente a propuestas de multipolaridad en el orden global. De allí que se hace oportuna la pregunta respecto a cuál será el saldo que obtendrán tanto el mandatario brasilero como la región en medio de sus declaraciones y ubicaciones pendulares.
Lula en Washington y la ONU
En febrero pasado el presidente Lula da Silva visitó Washington acompañado de varios de sus ministros. Según comunicó su gobierno la visita pretendía "la reanudación de las relaciones entre los dos países, que en 2024 cumplirán 200 años de diplomacia", por lo que el encuentro se centró en temas políticos, comerciales y medioambientales. En particular se buscaba impulsar las inversiones dado que Estados Unidos sigue siendo el segundo socio comercial de Brasil después de China y el principal destino de sus exportaciones de productos industrializados.
Durante la visita tanto Lula como Biden trataron temas como el asalto al Capitolio de Washington en 2021 y el de las sedes del Gobierno, el Congreso y el Tribunal Supremo en Brasilia en enero pasado. Estas escenas, que han sido consideradas "calcadas", fueron referidas para apuntalar la "defensa activa de la democracia frente a sus predecesores", como lo reseñó El País de España. Quedó clara la coincidencia en "su categórico rechazo al extremismo y la violencia en la política".
En aquel encuentro Lula recalcó su intención de "recolocar a Brasil en la geopolítica mundial porque durante cuatro años el país se aisló, se automarginó" con un presidente que "menospreciaba las relaciones internacionales", al referirse a Jair Bolsonaro, a lo que Biden apuntó: "Eso me suena".
La posición de Brasil sobre conflictos como el de Ucrania ha buscado un punto equidistante. De hecho, Lula condenó las acciones de Rusia pero en su discurso repartió responsabilidades entre el presidente de ese país, Vladímir Putin, y el ucraniano, Vladímir Zelenski, frente al apoyo sin fisuras de Washington a Kiev.
Biden ha buscado sumar apoyos desde países no alineados a la posición otanista pero, durante aquel encuentro en Washington, Lula rechazó los llamamientos de Occidente a apoyar con armas a Kiev al punto de declarar a CNN que se negó a proporcionar municiones a Ucrania porque "no quiero unirme a la guerra. Quiero terminarla". Lo mismo hizo saber al canciller alemán Olaf Scholz durante su visita a Brasil en enero pasado. Además, Lula ha tratado de mediar entre ambos bandos mediante la propuesta de que varios países conformen un "club de la paz" que lleve a una solución negociada.
Sin embargo, ante una iniciativa de resolución condenatoria propuesta en la ONU por la Unión Europea, Brasil fue el único país del grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que votó con las potencias occidentales entre los 141 países. Moscú votó en contra mientras India, China y Sudáfrica se abstuvieron, al igual que, en América Latina, Cuba, El Salvador y Nicaragua. Esto fue bien recibido por la prensa corporativa y por la élite económica brasilera, cuya presión no se da por descontada.
En la fría Cumbre de la Democracia organizada por Biden a fines de marzo, Brasil se negó a firmar la declaración final a diferencia de Argentina, Uruguay y Paraguay, países del Mercado Común del Sur (Mercosur) que sí aceptaron suscribirla. En uno de sus párrafos se condenaba a Rusia por haber cometido crímenes contra la humanidad; luego Lula intentó explicar mediante una carta que ese tipo de declaraciones debían tratarse en la ONU.
Lula en Beijing y los Brics
La posición diplomática de Brasilia es calificada como "particular" o "con peso propio", sin embargo permanece la duda respecto a los elementos que conforman esa particularidad o peso en circunstancias globales tan complejas en las que el declive de la hegemonía occidental cierra los márgenes de maniobra.
Brasil, que ocupa una silla transitoria en el Consejo de Seguridad de la ONU, votó a finales de marzo junto con China a favor de la propuesta de Rusia de crear una comisión internacional independiente para investigar el sabotaje de los dos gasoductos Nord Stream, ya que las indagaciones realizadas por Suecia, Dinamarca y Alemania no son del todo confiables.
Al visitar Beijing entre el 12 y el 15 de abril Lula suscribió una declaración conjunta con el presidente de China, Xi Jinping, en la que reclamaron la participación de más naciones en la promoción de una solución política a la crisis en Ucrania, pero desde posturas constructivas: "Debemos reunir países que busquen la paz, países que amen la paz".
No obstante, hubo modulaciones importantes en su retórica. En una rueda de prensa al cierre de su estadía en China hizo un llamado a Occidente a hablar más de paz y dejar de fomentar las guerras, y mencionó a Estados Unidos en particular por su insistencia en continuar el conflicto entre Rusia y Ucrania. También pidió a la Unión Europea centrar su diálogo en lograr la paz de manera coherente, si quieren convencer a Putin y Zelenski de pactar un cese al fuego beneficioso para todas las partes.
Además, en el mismo encuentro la delegación brasileña avanzó hacia la tarea de socavar el predominio del dólar estadounidense como patrón del comercio mundial. Brasil se unió a China y Rusia en la opción de negociar con sus propias monedas, y adelantaron la posibilidad de crear una nueva referencia monetaria para las transacciones entre países miembros del Brics.
De hecho Lula se refirió a la posibilidad de que la financiación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los Brics, encabezado por su aliada y expresidenta Dilma Rousseff, pueda darse independientemente del dólar estadounidense. Agregó que la iniciativa ayudaría a los países emergentes a no verse asfixiados por las naciones desarrolladas y se preguntó: "¿Por qué no podemos mantener relaciones comerciales en nuestra propia moneda? ¿Quién decidió que fuera a través del dólar?".
Además reflexionó: "Necesitamos tener una moneda que lleve a los países a una situación un poco más tranquila porque hoy un país tiene que correr detrás del dólar para exportar", y destacó la importancia de mantener la identidad y la coherencia de los Brics, por lo que se debe "apoyar el multilateralismo, promover un papel más significativo de los países en desarrollo en el sistema internacional y trabajar por reformas en las instituciones globales, para hacerlas más democráticas y representativas, incluso en el Consejo de Seguridad de la ONU".
China es el principal socio comercial de Brasil desde 2009; el comercio bilateral es mayor que con Estados Unidos y Europa. En 2022 China importó bienes brasileños por valor de más de 89 mil 700 millones de dólares, especialmente soja y minerales, y exportó casi 60 mil 700 millones de dólares a Brasil. El volumen comercial es de 150 mil 400 millones de dólares, se ha multiplicado por 21 desde la primera visita de Lula al país en 2004.
Brasil en medio de la disputa global
Brasil promueve el proceso de integración regional llamando a reforzar el Mercosur, relanzando la Unasur y asumiendo la presidencia del NBD. En el caso particular de la Unasur, Estados Unidos logró desarticular la iniciativa mediante el retiro sincronizado de sus satélites en la región. Queda la interrogante respecto a si esta "nueva" Unasur buscará ser un polo geopolítico que asegure el fortalecimiento regional o si se trataría de un alineamiento con otros polos como la Unión Europea, brazo político de la OTAN.
Durante la visita del canciller ruso, Serguéi Lavrov, a Brasilia el pasado 17 de abril para reunirse con su homólogo Mauro Viera, aquel agradeció a Brasil su contribución a la búsqueda de posibles vías para poner fin a la guerra en Ucrania: "Necesitamos resolver el conflicto de forma duradera, no inmediata", dijo.
Lavrov además aseguró que las visiones de Brasil y Rusia sobre los acontecimientos internacionales son similares: "Asistimos a un nuevo orden mundial más justo, más correcto, basado en el derecho, y esto nos da una visión de un mundo multipolar". Durante esa visita Lula fue invitado por Putin a participar en la próxima edición del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, afirmó Viera.
Brasil está en medio de la disputa que sostienen Estados Unidos y China por el control de los eslabones estratégicos en las cadenas globales de valor. Ambos países son sus principales socios comerciales, les provee materias primas (alimentos, minerales e hidrocarburos) y tanto las inversiones estadounidenses como las chinas son fundamentales para la reindustrialización del país sudamericano.
Son muchas las señales que generan el "pragmatismo" de Lula. Por una parte está la crítica a la hegemonía del dólar estadounidense en el comercio mundial, el apoyo a la financiación de los países del "tercer mundo" a través del NBD, el llamamiento a la cooperación, la solidaridad y la multipolaridad de la mano de los Brics, y la intención de establecer vínculos con la multinacional Huawei en el marco de la "guerra tecnológica" entre Estados Unidos y China.
Por otra parte, aunque se dice que Brasil y Estados Unidos practican el doble juego de ser aliados y competidores en la escena internacional, Lula confirma cierta narrativa occidental respecto a los cánones de la democracia, aun cuando Occidente no la ejerce en los espacios multilaterales y sus andanadas "sancionatorias" anulan cualquier posibilidad de diálogo o respecto a la autodeterminación de cada nación.
La airada reacción de Washington ante sus declaraciones desde Beijing ha superado a su esfuerzo por complacer todas las miradas; también la de los medios corporativos, que lo han comenzado a atacar dudando de su papel en la escena mundial. Lo negativo de andar jugando al "equilibrismo" es que serás señalado desde todas las direcciones y los pasos que toma son cada vez menos transparentes, a pesar de la evidencia en sus intereses.