Mié. 13 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 4:15 pm

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El presidente brasileño, que criticó a la Unión Europea por haber reconocido a Juan Guaidó, tiene el reto de no caer en el mismo error (Foto: Archivo)
Los límites de no reconocer al presidente venezolano

Lula, Venezuela y la realpolitik

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha planteado no reconocer la victoria de su par venezolano, Nicolás Maduro, tras las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. En distintas intervenciones públicas, el mandatario ha marcado distancia del gobierno venezolano, con lo cual ha apoyado indirectamente el relato fabricado para desconocer el resultado de los comicios.

Sin embargo, una vista panorámica del asunto permite ver el alcance de su posición respecto a Venezuela y las dimensiones que abarcaría.

Más allá de sus declaraciones están los vínculos históricos y las áreas de cooperación e interés bilateral, cuya desarticulación pudiera ser compleja por distintos motivos. Estos van desde las coincidencias políticas hasta los temas fronterizos y económicos generales, en los que prevalece la lógica del beneficio mutuo.

Lula, 2023: "Es el inicio del regreso de Maduro"

Durante la visita del presidente Maduro a Brasilia en mayo de 2023, ambos líderes suscribieron acuerdos de cooperación estratégica, junto a una amplia declaración conjunta para fomentar las relaciones bilaterales y fortalecer el desarrollo entre ambos países. Como es sabido, los vínculos diplomáticos se habían deteriorado durante la administración del ultraderechista Jair Bolsonaro.

Los mencionados acuerdos quedaron plasmados en una extensa agenda de 55 puntos específicos, que incluyó distintos temas de interés común en lo político, económico, financiero, social, humanitario, medioambiental, diplomático, alimentario, de seguridad, de salud y energético.

Otros temas sociales, como la lucha contra el racismo, la discriminación, los derechos humanos y las políticas de igualdad para las mujeres y la sexodiversidad, formaron parte de los propósitos conjuntos, que iban más allá de lo bilateral y formaban parte de un intento por relanzar iniciativas de soberanía y justicia social en la región.

Un punto destacable de lo que Lula llamó "el inicio del regreso de Maduro" al plano regional es la creación de un programa binacional para el desarrollo sostenible de la frontera común amazónica, que incluye la reconexión eléctrica del norte brasileño.

En agosto de ese año, en el marco de la Cumbre de la Amazonía realizada entre el 8 y 9 en Brasil por primera vez en 14 años, Venezuela alertó sobre la voracidad de las multinacionales farmacéuticas y alimentarias que concentran los mercados globales y generan inmensas desigualdades. Así lo afirmó la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, en representación del presidente Maduro, quien no pudo asistir por problemas de salud.

Aunque Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, como países miembros, no fijaron metas comunes en temas neurálgicos como la lucha contra la deforestación, se estableció un punto de inflexión en la Organización de Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) con vistas a avanzar en asuntos de defensa y soberanía sobre los recursos naturales de la cuenca.

Las maniobras que le esperan a Lula

En sus declaraciones posteriores al 28 de julio, Lula tampoco avaló como supuesto ganador al candidato de un sector de la oposición, Edmundo González Urrutia. No obstante, su posicionamiento planteó algunas interrogantes respecto al desarrollo de la relación bilateral, aunque el mandatario brasileño descartó la ruptura de vínculos diplomáticos.  Ciertos elementos apuntan a que deberá maniobrar diplomáticamente para asegurar los lazos entre ambos países.

En cuanto a lo político, el presidente brasileño, que en mayo de 2023 criticó a la Unión Europea (UE) por haber reconocido ilegalmente a Juan Guaidó, tiene el reto de no caer en el mismo error de Bruselas. Definir la relación con Venezuela a partir de la narrativa de "fraude", promovida por Estados Unidos y la UE, lo entramparía tanto como al extinto Grupo de Lima, que pretendió desarticular las iniciativas de integración regional al servir como plataforma a la intención de "dividir y vencer" fraguada desde Washington.

Para Lula Venezuela es uno de los pocos miembros de la Celac con los que cuenta para avanzar, de manera sólida, en su visión estratégica de desarrollo en América Latina que, como dijo en la cumbre de enero de 2023, "debe ir paso a paso con la reducción de la desigualdad".

De la cooperación entre Brasil y sus 10 vecinos depende su liderazgo en la región, una de las aspiraciones del país amazónico que está mediada por la búsqueda de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En este sentido, las coincidencias programáticas con el Gobierno Bolivariano son esenciales para la reactivación de espacios como la Celac o la Unasur.

Las relaciones comerciales entre ambos países se han fundamentado en el ámbito agroalimentario. Casi 40% de lo exportado por Venezuela a Brasil en 2022 consistió en fertilizantes, lo que constituye una ventaja para la agroindustria brasileña que, a su vez, es un sector fundamental de su economía. Además, el Caribe venezolano sigue siendo una ruta atractiva desde el punto de vista logístico y comercial para la salida de sus productos hacia Estados Unidos.

Queda la interrogante respecto a si la realpolitik llevaría a Lula a ser, de nuevo, pragmático y optar por el respeto a los asuntos internos de Venezuela. Sus dilemas, que ya han sido analizados en Misión Verdad a profundidad, aumentan con la evolución de la realidad geopolítica global.

Oportunidades en lo energético

Otro reto para Lula es ampliar los niveles de cooperación energética con Venezuela. En la reunión de mayo de 2023, Venezuela ratificó el compromiso de dar seguridad en el suministro de energía eléctrica al estado brasileño de Roraima mediante la reconexión de la infraestructura existente desde finales de los años 90. Esta fue inhabilitada en 2019 por decisión política del entonces presidente Jair Bolsonaro, quien fue promotor del Grupo de Lima.

Además, la estatal brasileña Petrobras es accionista (36%) de la empresa mixta Petrowayuu, junto a Petróleos de Venezuela y la estadounidense Williams International Oil & Gas (4%). La compañía, fundada en 2006 y operativa en el Campo La Concepción (Zulia), inició en abril pasado la reactivación de ocho pozos en el marco del plan de recuperación de la producción petrolera que lleva a cabo la industria venezolana de hidrocarburos. El yacimiento de 214 km2 constituye una oportunidad de negocios y fortalecimiento del intercambio energético entre ambos países.

La incorporación de Brasil a la OPEP+, que comenzó en enero pasado, le atribuye un rol estratégico en la región al ser el segundo país en formar parte del organismo y uno de los diez principales productores del mundo. En este espacio, la cooperación con Venezuela tiene carácter obligatorio.

La profundización de alianzas energéticas con Venezuela pudiera impulsar proyectos de inversión en favor de la integración energética que garanticen el incremento del valor agregado del petróleo crudo y gas, con la producción de rubros petroquímicos necesarios para la sostenibilidad del desarrollo de América Latina y el Caribe.

El modelo de integración energética al que apuntaron el Comandante Hugo Chávez y Lula, en la primera gestión presidencial del brasilero, incluía elementos como "la solidaridad entre las poblaciones, el derecho soberano de administrar la tasa de explotación de los recursos naturales no renovables y agotables, la integración regional en busca de la complementariedad de las naciones y el uso equilibrado de los recursos en el desarrollo de sus pueblos". Esta visión soberana constituye un pilar de la relación Caracas-Brasilia.

Además de lo ya expuesto, el resultado electoral en Estados Unidos será crucial para la mirada y el enfoque del presidente brasileño hacia Venezuela. Un eventual triunfo del expresidente Trump implicaría una mayor urgencia por proyectar su liderazgo en la región, dada la simbiosis del bolsonarismo con el magnate. Para ello, Venezuela es fundamental en la ecuación.

Para Lula, los dilemas respecto a Venezuela se mantienen vivos. Le toca mantener el pulso de lo que ocurre en el mundo —y dentro de Brasil— para asumir posiciones definitivas y aprovechar las oportunidades que tiene. Es posible que no sean las mismas entre la actualidad y el próximo 10 de enero. La realpolitik impondrá los límites de su actuación.

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