Hay un punto en el que coinciden varios analistas respecto al conflicto en Ucrania, basándose en unas evidencias tan sólidas que incluso los propagandistas de Occidente ya no ocultan, y esto es que Rusia ganará la guerra.
Sabiendo que, antes de que iniciara la operación militar especial en febrero de este año, los objetivos de la Federación Rusa eran detener la expansión de la OTAN hacia sus fronteras y hacerlas regresar a límites más reducidos de los que tiene ahora, surge la incógnita de qué ocurrirá con Europa una vez que Moscú triunfe en Ucrania y haga cumplir sus exigencias. Bernhard Horstmann, fundador del blog Moon of Alabama, comparte sus pensamientos respecto al tema y estos apuntan a la reducción de la influencia de la OTAN y Estados Unidos en Europa.
Los motivos
Antes de reseñar las consecuencias que tendrá la victoria de Moscú en su misión de erradicar el nazismo de la región del Dombás, habría que recalcar las razones por las que el país euroasiático no puede dejar que la OTAN se mantenga como está.
"Incluso después de que Ucrania termine, la OTAN y sus representantes de la UE seguirán siendo un peligro para Rusia", dice Bernhard en un artículo, con el argumento de que ambos poderes occidentales han demostrado su incapacidad en el cumplimiento de sus promesas. La más evidente tiene que ver con la expansión hacia el este, pues hay que recordar que en 1991 la organización atlántica llegó a jurarle a la Unión Soviética que no dilataría su influencia, "ni formal ni informalmente", hacia el este. En los años siguientes, la expansión de la OTAN fue mayor que la que había acumulado hasta el momento.
El peligro para Rusia fue creciendo, y Ucrania es el mejor exponente de ello. La toma informal del país por parte de la OTAN hizo ascender, por la fuerza, al fascismo en las instituciones gubernamentales. También se entregaron miles de millones de dinero en recursos para la guerra, algunos de carácter público y otros para planes ocultos que más adelante Moscú reveló, como los laboratorios biológicos.
La amenaza se evidencia en otras naciones OTAN próximas a Rusia. Por ejemplo, Bernhard menciona los sistemas de "defensa antimisiles" que el gobierno de Estados Unidos ha instalado en Polonia y Rumania. "Están diseñados para lanzar misiles balísticos de alcance intermedio (IRBM, sus siglas en inglés) sobre Moscú", explica el autor.
Incluso sin estar en una posición de fuerza en el terreno de combate, Occidente ha acompañado su afrenta militar en el este europeo con bloqueos unilaterales y saqueos de la economía rusa, sacrificando hasta sus propias convicciones, como lo apunta Bernhard, pues no se trata solo de tomar el dinero público de la nación euroasiática, sino que se ha arremetido contra los bienes privados de rusos solo por su ciudadanía.
Los objetivos
En diciembre de 2021, el gobierno ruso presentó su propuesta para hacer de la región compartida con la Unión Europea un lugar seguro para todos los involucrados. El punto central es la demanda de que la OTAN vuelva al marco de 1997, lo que implica la reducción de sus fronteras. Al año siguiente, el 21 de enero de 2022, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sostuvo un encuentro con el secretario de Estado, Antony Blinken, para debatir los acuerdos planteados por la parte rusa.
Unos minutos antes de la reunión, Lavrov respondió algunas preguntas a periodistas y dio claves sobre los objetivos de Moscú con su iniciativa.
A la pregunta de qué implica el regreso de la OTAN al marco de 1997, especialmente para Bulgaria y Rumania, que comenzaron a pertenecer a la organización después de esa fecha, el diplomático ruso señala que su país pide "la retirada de las fuerzas, equipos y armas extranjeras, así como de tomar otras medidas para volver a la configuración que teníamos en 1997 en los países no pertenecientes a la OTAN. Esto incluye Bulgaria y Rumania".
Bernhard explica que ni Lavrov ni el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anuncian sus objetivos sin antes estar seguros de poder alcanzarlos. En este sentido, ¿cómo lograr que la OTAN reduzca sus fronteras? "Sanciones", responde el autor. Esa es la vía por la que Estados Unidos ha intentado doblegar a países que se niegan a cumplir sus dictámenes. Rusia puede usar su poder económico y militar para algo parecido, "pero como siempre sigue el derecho internacional, tendrá que hacerlo de una manera ligeramente diferente", dice Bernhard.
Las consecuencias (y alternativas)
Como mencionamos anteriormente, Rusia cuenta con los recursos materiales para usar la estrategia de las sanciones a su favor. Produce una gran variedad de materias primas que Occidente requiere. Desde el sector energético (gas y petróleo) hasta el de alimentos (trigo y fertilizantes), pasando por el de las tecnologías (neón, argón y helio), muchas de las mercancías y servicios que reciben en Estados Unidos y la Unión Europea no podrían lograrse sin la participación de Rusia.
De todas las materias primas rusas, el gas y el petróleo son angulares. Las industrias de países como Alemania son altamente dependientes de ellos.
Bernhard lo retrata así:
"El líder de la industria alemana ha anunciado en voz alta que tendrá que cerrar la tienda si continúan las políticas europeas actuales de restricción del suministro de energía ruso. Los gigantes químicos BASF y Bayer tendrán que mudarse a algún otro país. Volkswagen, Mercedes, BMW tendrán que parar toda la producción en Europa. La producción de acero caería a cero. La falta de fertilizantes conduciría a la dependencia de la agricultura extranjera".
Esto es una pequeña muestra de cómo las sanciones europeas han perjudicado más a los atacantes que al atacado. Si esto continuara o si Rusia decidiera emplear restricciones más significativas (ya ha dado algunos pasos en esa dirección, buscando que Estados Unidos y la UE caigan en cuenta de su dependencia y vulnerabilidad), las consecuencias escaparían de las predicciones más pesimistas.
Aumento de la inflación, escasez de alimentos, racionamientos de electricidad, recesión de las economías: factores que, aplicados en la Unión Europea, podrían causar lo que Occidente no ha conseguido en Rusia: cambios de régimen en los países de ese bloque, dice Bernhard.
Las cosas no tienen por qué llegar a tal punto. El interés de Rusia no va hacia allá. Sin embargo, en su determinación de frenar la hegemonía estadounidense en los vecinos europeos, está ofreciendo alternativas.
El presidente honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, el profesor Serguéi Karaganov, cercano al presidente Putin, escribió un artículo con los puntos de dichas alternativas, dirigido a los europeos.
Se trata de "construir un sistema viable sobre las ruinas del presente", eliminando los escenarios de conflictos bélicos, que podría enmarcarse en el proyecto de la Gran Eurasia.
"Rusia necesita un flanco occidental seguro y amistoso en la competición del futuro. Europa sin Rusia o incluso contra ella ha ido perdiendo rápidamente su influencia internacional. Eso fue predicho por muchas personas en la década de 1990, cuando Rusia ofreció integrarse con los sistemas del continente, no en ellos. Somos demasiado grandes y orgullosos para ser absorbidos. Nuestro lanzamiento fue rechazado entonces, pero siempre existe la posibilidad de que no sea esta vez".
Queda por ver si los interlocutores europeos renunciarán a sus comportamientos irracionales y adoptarán el pragmatismo, o si de lo contrario, se lanzarán de frente por el barranco de la crisis y el caos, como han atisbado recientemente.