"El propósito es crear un grupo de consumidores que mejore el poder de negociación de los consumidores. [...] hecho es que la única forma en que los consumidores pueden protegerse contra lo que es una revolución en las finanzas internacionales, en la economía internacional, es compartir una percepción común y organizarla".
Henry Kissinger en las reuniones de 1974 para crear la Agencia Internacional de Energía
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) desde su fundación ha sido un dolor de cabeza de las administraciones estadounidenses, principalmente por la cohesión lograda por los países que poseen grandes reservas de ese preciado recurso y de poner sobre el tapete el precio real del mismo, que años previos prácticamente se regalaba.
Antes de abordar las artimañas de Estados Unidos para acabar con la OPEP, es menester desplegar un repaso histórico que señale el origen de esa política injerencista a la organización.
Era diciembre de 1973, cuando el Secretario de Estado, Henry Kissinger, pronunció un discurso en Londres ante la Sociedad de Peregrinos de Gran Bretaña en medio de la preocupación por el control de los recursos energéticos y el aumento de los precios del petróleo. En ese entonces, propuso la creación de un Grupo de Acción Energética (EAG) internacional, que fungiría como una especie de OPEP al estilo occidental, compuesto por compradores de petróleo.
Dicha propuesta nacía de la alarma de Kissinger al ver la descoordinación en la acción por parte de los países occidentales, pues ese mismo año la Comunidad Europea (CE) pactaba en una declaración conjunta con Oriente Medio, en la que se consideraron las preocupaciones de los países árabes. Y en paralelo, Japón y los países europeos aceleraron la marcha para establecer acuerdos bilaterales con los mismos países productores de petróleo.
Un año después, en respuesta a la creación de la OPEP y al embargo petrolero que se desarrollaba esos años, el gobierno de Richard Nixon invitó y presionó a las partes interesadas (países europeos en su mayoría) a una conferencia de países consumidores de petróleo en Washington y se establecieron los estatutos y hoja de ruta para el establecimiento de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Tal reunión no estuvo sencilla, los estadounidenses necesitaban amarrar a los europeos en su relacionamiento con los países productores de petróleo, especialmente con los países árabes.
"Nos enfrentamos a serios problemas en el manejo de la conferencia. Podemos vernos obligados a una posición en la que los europeos hagan negocios por su cuenta o en la que parezca una confrontación con los productores… Los europeos, especialmente los franceses, están jugando un juego pésimo".
Henry Kissinger, previo a la reunión de energía en Washington. 1974
En noviembre de 1974, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estableció formalmente la AIE y los franceses se abstuvieron de votar.
Divide y vencerás
En las transcripciones de las llamadas telefónicas de Kissinger, conocidas como "telcons", reflejan las consideraciones de ese Secretario de Estado y también de Nixon hacia los europeos durante la faena de la reunión de energía.
En una de las llamadas, Nixon satisfecho porque se había conseguido el objetivo de la reunión, a pesar de la resistencia de los franceses de la mano del Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Michel Jobert, le decía a Kissinger lo siguiente: "Recibí tu mensaje anoche sobre la conferencia y creo que esa es la manera de manejar a los franceses: aislarlos. No quieren estar aislados. Sin embargo, lo interesante es que todos los demás países estarían dispuestos, ya sabes, a aceptarlo".
En otras transcripciones sobre el mismo tema, también muestran lo dicho por Kissinger al Consejero de Seguridad Nacional del momento, Brent Scowcroft:
"Los europeos han decidido ir solos, no como Comunidad. Como resultado, ahora están trabajando en nuestro comunicado… Hemos roto la Comunidad, como siempre pensé que quería… Creo que va a ser una buena lección para los franceses de no jugar con nosotros".
El objetivo de romper con la cohesión europea fue alcanzado, y quedó expuesto en los propios escritos triunfalistas de Kissinger.
En adelante solo debían concretar un acuerdo de las medidas a tomar para "reducir" la dependencia del petróleo y, así, intentar bajar los precios. Pero resulta difícil comprimir esa dependencia cuando Occidente designó al petróleo como el motor de su impulso económico y crecimiento.
Ley NOPEC
Hace unas semanas el miembro del Comité Judicial del Senado estadunidense, Chuck Grassley, afirmó en el Senado de Estados Unidos tenía previsto aprobar el proyecto de ley bipartidista titulado en inglés No Oil Producer and Exporting Cartels (NOPEC).
El republicano comentó:
"Debido a las políticas de esta administración, hemos pasado de ser un exportador neto de energía a ser una nación a merced de la OPEP y sus socios, que regularmente se confabulan para fijar precios… Pero si esta administración insiste en hacernos dependientes del petróleo extranjero, al menos deberíamos responsabilizar a los productores extranjeros por la fijación de precios perjudiciales".
Esto ocurre en medio de la crisis ucraniana y la ronda de medidas coercitivas unilaterales en contra de Rusia que, evidentemente, ha impactado en el aumento en los precios de la gasolina, alimentos, servicios y otros. Resucitar este proyecto de ley y volcarla a la popularidad mediática parece indicar que es otra cortina de humo frente a la situación geopolítica actual.
Ese proyecto de ley ronda desde 1999 y ha sido presentado más de 15 veces en el Senado. Esta ley se ha postergado tanto por las consecuencias que en ella podría desprender a Estados Unidos, porque se autoimpondría su propia política de incautación.
Y no solo eso, sino que pueden despertar acciones de respuesta de los países miembros en conjunto, dañando las relaciones entre Arabia Saudita y Estados Unidos, por dar un ejemplo, las cuales afectarían considerablemente el apoyo militar y energético. Ni hablar de la inversión extranjera directa, puesto que esos países podrían tomar previsiones y retirar activos en Estados Unidos.
Estas políticas de bloqueo financiero e incautación de activos, por lo general, se aplican por periodos de tiempos prudenciales y dirigidas a un solo país o a cierta selección de países mientras diluyen la presión. Hasta los momentos no lo han aplicado de un solo golpe a una organización con sus miembros. Por ello, cualquier decisión de un tribunal estadounidense en contra de la OPEP tendría profundas repercusiones en las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con los Estados miembros.
Desde otra perspectiva, si esta ley es aprobada en algún momento, estaríamos viendo un brinco descarado y frontal en los planes de injerencia excepcionalista de Estados Unidos, porque los tribunales estadounidenses en teoría no pueden o no deberían juzgar la legalidad de los actos de un Estado extranjero soberano, además de que esos tribunales no tienen jurisdicción sobre cuestiones de producción de petróleo. Pero como lo manejado al margen del Derecho Internacional por parte de este actor internacional ha sido particular, no sería sorpresa tal escalada.
Esta semana en la reunión del G7, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, está acrecentando sus conversaciones con la Unión Europea sobre un posible tope de precios o arancel sobre el petróleo y gas rusos. Así, Mario Draghi, el primer ministro de Italia, planteó la idea de crear un grupo de compradores de energía rusa a raíz de las conversaciones con Joe Biden en la Casa Blanca, a los fines de limitar los ingresos de Rusia. Esta propuesta fue rechazada por Alemania, debido a que la consideran poco factible, porque solo funcionaría si se aplicara universalmente.
Si la AEI no fue suficiente, y la ley NOPEC tiene un freno, ¿vendrá otra organización de corte europeo a hacerle frente a la OPEP?
Lo que que más han podido concretar -para nada extraño- en la lista de medidas desesperadas de la Unión Europea para no depender del gas ruso y seguir las órdenes de Estados Unidos, fue la presentación del plan REPowerEU que cuenta con 200 mil millones de euros para intentar alejarse de los combustibles fósiles rusos para 2027.