Mié. 18 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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Empleados trabajan en la línea de montaje de una compañía china de vehículos eléctricos, ubicada en la provincia de Zhejiang (Foto: VCG / Visual China Group / Getty Images)
Aranceles, vehículos eléctricos y subordinación geopolítica

Europa se arriesga a una dolorosa guerra comercial con China

El 4 de octubre la Unión Europea (UE) aprobó la imposición de aranceles punitivos a la importación de carros eléctricos chinos, lo que podría significar la intensificación de un contexto de guerra comercial entre el bloque y la República Popular China, en la medida en que la potencia asiática responde con acciones recíprocas. 

En julio ya se habían aplicado políticas similares a la importación de vehículos desde China, con impuestos de hasta 38,1 %, pero se trató de medidas temporales con una vigencia de pocos meses. Las tarifas definitivas entrarán en vigor a principios de noviembre por un periodo de cinco años luego de la reciente votación. En aquella oportunidad, China lanzó como contramedida una investigación antidumping a las importaciones de cerdo y productos porcinos procedentes de la Unión Europea.

La tensión comercial entre las partes escaló a principios de agosto cuando Beijing presentó una queja formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) en respuesta a la decisión de Bruselas. 

Vale resaltar que, previamente, Estados Unidos había aumentado los impuestos sobre los vehículos eléctricos chinos al 100 %, lo que indica la influencia de Washington en las medidas económicas del bloque.

En las votaciones de octubre Alemania, el país más influyente en materia económica e industrial del continente, y los fabricantes de autos europeos se opusieron a las políticas económicas de la unión, pero la Comisión Europea siguió adelante usando como justificación "las altas subvenciones estatales chinas" y su "falta" de transparencia.

Cuando se dieron a conocer los resultados, la Comisión dijo que había conseguido el apoyo necesario de los Estados de la comunidad en el primer debate. Sin embargo, la unanimidad se pone en duda porque solo 10 países votaron a favor (Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Irlanda, Bulgaria, Dinamarca, Estonia, Lituania, Estonia), 5 en contra (Alemania, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia y Malta) y 12 se abstuvieron (España, Portugal, Grecia, Chipre, Suecia, Chequia, Bélgica, Austria, Croacia, Rumanía, Finlandia y Luxemburgo).

La votación dejó entrever varias cosas:

  • La posición de Berlín estuvo dividida ya que el vicecanciller Robert Habeck y la ministra de Asuntos Exteriores Annalena Baerbock propusieron que Alemania se abstuviera en la votación, mientras que el canciller Scholz y la ministra de Finanzas Lindner se mostraron a favor del no.
  • La cautela con la que los Estados miembros abordan la competencia china en el mercado europeo se refleja en el gran número de abstenciones.
  • Hubo una evidente fractura en el eje franco-alemán y se reflejó la creciente discrepancia entre los 27 miembros de la UE respecto al entrar en una guerra comercial con China.

Para la economista e investigadora española Alicia García Herrero el plan de imponer derechos compensatorios a los carros chinos "pone fin a una era de compromiso entre la UE y China" ya que Beijing responderá de forma contundente a los aranceles en su contra. 

Apenas se publicó la iniciativa, la respuesta china no se hizo esperar. En ese sentido, el Ministerio de Comercio reafirmó que implementaría todas las medidas necesarias para proteger los intereses de los fabricantes de automóviles de su país argumentando que "la decisión de la Comisión Europea carece de toda base legal y fáctica".

Argumentos y contraargumentos

El experto económico de DW, Lars Halter, sostiene que China ha subvencionado masivamente la producción de vehículos, pero no da cifras exactas de ese supuesto apoyo. Por su parte Marcel Fratzscher, jefe del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), dijo en la televisión alemana ARD que "es indiscutible que los fabricantes chinos disfrutan de ventajas competitivas injustas debido a masivas subvenciones estatales".

Estos economistas se basan en supuestas observaciones en las que perciben el favorecimiento selectivo de ciertos sectores industriales, lo que crea grandes excedentes de capacidad y, por lo tanto, una disminución significativa en los precios finales. Sin embargo, los argumentos son pocos claros y, más bien, buscarían encubrir el déficit de competitividad de la economía europea. Muestra de ello es la opinión de grandes empresas del ramo. 

Para el fabricante alemán Mercedes-Benz, "los aranceles de la Comisión Europea a los carros eléctricos chinos son un error que pudiera tener consecuencias negativas de gran alcance", y pidió su aplazamiento. La compañía dijo al Global Times que apoya una regulación comercial liberal basada en las normas de la OMC, y llamó al diálogo.

El medio recoge que la empresa "está convencida de que los aranceles compensatorios perjudican la competitividad de la industria a largo plazo, y el libre comercio y la competencia leal garantizan la prosperidad, el crecimiento y la innovación. Las medidas que afectan a un orden comercial basado en las normas de la OMC, que es beneficioso para todas las partes, deben evitarse urgentemente". 

Tanto el gobierno como los fabricantes alemanes están conscientes de que una guerra comercial con China tendría un gran impacto en su industria automovilística, uno de los sectores económicos más importantes del país. Pero además algunos reconocen el poder de influencia que tiene el país asiático para el mundo en cuanto a desarrollo e innovación de tecnologías.

"Necesitamos a China para resolver los problemas globales. Esto es particularmente cierto para enfrentar con éxito la crisis climática. China juega un papel crucial para una transformación exitosa hacia la electromovilidad y la digitalización. Un conflicto comercial también pondría en peligro esta transformación", señaló Hildegard Müller, presidenta de la Asociación alemana de la Industria Automotriz, cuando se aplicaron aranceles provisionales.

Oliver Zipse, director ejecutivo del fabricante de automóviles alemán BMW, describió la votación como "una señal fatal para la industria automotriz europea" y exigió "una solución rápida para evitar un conflicto comercial en el que nadie gana".

El vehículo fue inventado en Alemania por Carl Benz a finales del siglo XIX. En 1886 fue patentado el primer modelo con motor de gasolina y todo indicaba que sería un poderoso negocio a escala mundial. El primer automóvil llegó a China en 1901 sin sospechar que la industria automotriz de ese lejano país se tornaría en la competencia más dura de los alemanes. En 2023 China se convirtió, por primera vez, en el campeón mundial de exportación del rubro, superando a Japón y a Alemania.

La posible respuesta de China y las vulnerabilidades de la ue para enfrentar una guerra comercial

La economista García Herrero cree que la respuesta de China a las tasas de la UE es más agresiva que la que pudiera dar a la cifra de 100% aplicada por Estados Unidos y Canadá. Y esto se debe al hecho de que Beijing tiene más influencia sobre el bloqueo europeo que en otras partes del mundo. Destaca que 55% de las exportaciones chinas de vehículos eléctricos se destina a Europa.

Herrero argumenta que la influencia de China es inversamente proporcional a dos grandes debilidades europeas. En primer término, la comunidad no puede hablar con una sola voz y es dependiente de China para abastecerse de componentes críticos para la transición digital y energética.

"La situación no ha mejorado a pesar del plan de la UE de eliminar el riesgo de China, es decir, de gestionar los riesgos relacionados con la subordinación económica y tecnológica. Por el contrario, la sujeción de la UE respecto de China sigue aumentando, mientras que en el caso de Estados Unidos ocurre lo contrario".

Para la UE resulta más difícil ser competitivo si se tiene que enfrentar a China y su impresionante modernización tecnológica, lo que hace que el costo de producir un vehículo eléctrico sea más barato que en otros lugares, aun sin tomar en cuenta los subsidios por parte del Estado. Dicho esto, se entiende que la unión busque depender de medidas defensivas para sostenerse a falta de recursos para aumentar su competitividad.

Y para ser competitiva, Europa tendría que desarrollar un verdadero mercado único. La economista española señala que para lograr este objetivo "necesita ser mucho más rápida en la construcción —y reconstrucción— de alianzas con otras economías importantes, en particular en el Sur Global".

La semana pasada China anunció que tomaría medidas antidumping contra el brandy importado de la UE, por lo que inmediatamente las acciones de empresas de ese producto como Hennessy y Rémy Cointreau cayeron. Vale resaltar que el país asiático es un mercado clave para las ventas y los beneficios del brandy de la UE. Beijing alega que se trata de una medida legal para salvaguardar los derechos e intereses legítimos de la industria y las empresas.

Una editorial del Global Times del 10 de octubre señala que los medios occidentales exageran el vínculo político detrás de las respuestas de China sin tener en cuenta la lógica comercial: "Las cuestiones comerciales deben basarse en hechos y fundamentos jurídicos, no en motivaciones políticas", dice.

Argumenta que, a diferencia de China, que se basó en una investigación científica que toma en cuenta las opiniones de todas las partes para aplicar las correcciones necesarias, en el caso de la investigación antisubvenciones la Comisión Europea inició el caso sin una petición de la industria de la UE, lo que claramente va contra la voluntad del mercado.

"Sus objetivos de investigación fueron muy selectivos, excluyendo a los principales exportadores de automóviles de la UE, lo que planteó numerosos problemas de incumplimiento, falta de transparencia e injusticia", detalla, y se pregunta: "¿Quién está violando los principios del comercio justo?"

Las industrias europeas están cada vez más nerviosas, preocupadas por desencadenar disputas comerciales de mayor escala o, incluso, una guerra comercial en toda regla. Lo que la UE realmente debería pensar es por qué las preocupaciones de la industria son tan fuertes y qué políticas han hecho que la UE sea tan sensible.

La reacción de las industrias europeas demuestra que China y la UE no pueden ni deben "desvincularse", ni es factible hacerlo debido a las alianzas comerciales históricas. 

En 2023, el comercio entre estas partes alcanzó los 783 mil millones de dólares, con un intercambio comercial de casi 1,5 millones de dólares por minuto en promedio. El stock de inversión bidireccional supera los 250 mil millones de dólares, según reseña Global Times, y las empresas de ambos lados siguen viendo favorablemente los mercados del otro.

El medio recoge que la confianza empresarial mutua es tan grande que más de 90 % de las compañías europeas encuestadas planea hacer de China su destino de inversión, y más o menos en esa proporción las empresas chinas encuestadas proyectan mejorar sus negocios en Europa.

Es evidente que las industrias en Europa se están quedando rezagadas en la modernización y optimización de sus procesos y su participación en la economía mundial cada vez es menor. La UE, contra sus propios intereses, se pliega a los designios de Estados Unidos aun sabiendo que el propósito es debilitar económicamente a Beijing, y al bloqueo europeo en el proceso. 

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