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El secretario de Estado Antony Blinken visita al diseñador de jeans Tshepo Mohlala el 7 de agosto en Johannesburgo, Sudáfrica (Foto: AP Photo)

África en la mira de los planes de hegemonía estadounidense

Los intentos de Estados Unidos por arrastrar al resto del mundo a un nuevo nivel de guerra en el contexto ucraniano ha encontrado resistencia en gran parte de los países fuera de Occidente. Pasan los meses y no se consolida la narrativa antirrusa, la mayoría de los países permanecen neutrales, tampoco se producen restricciones económicas y políticas masivas contra Moscú.

Un actor importante para que el aislamiento internacional funcione es el continente africano, que incluye 54 Estados reconocidos internacionalmente y casi 1 mil 400 millones de habitantes. África representa más de una cuarta parte de los votos de los miembros de las Naciones Unidas y, además, son los países de ese continente los que pueden proporcionar a Occidente una opción para sustituir la importación de recursos energéticos, fertilizantes y metales raros rusos.

Por lo tanto, es importante comprender qué visión de futuro tiene Estados Unidos del continente y cuál es la estrategia que está siguiendo, más aún sabiendo que para imponerse tendrá que enfrentarse a otros actores que interactúan en África, principalmente China y Rusia, a los que Washington identifica como obstáculos en sus intereses en la región.

La estrategia de Biden para África

Recientemente, el secretario de Estado de Estados Unidos hizo una gira por tres países de África subsahariana: Sudáfrica, la República Democrática del Congo y Ruanda. Esto ocurrió después de que el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, visitara cuatro capitales africanas.

En un discurso el 8 de agosto en Pretoria, capital de Sudáfrica, Blinken detalló la "Estrategia de Biden para África Subsahariana" y sus cuatro principales prioridades. El politólogo ruso Leonid Savin analizó el documento y dijo que éste describe los objetivos y métodos de Estados Unidos en la región y que China y Rusia son varias veces mencionados allí. Una cita a las declaraciones de Blinken en noviembre de 2021 dan inicio al texto: "África determinará el futuro, y no solo el futuro del pueblo africano, sino del mundo entero".

Savin enumera y detalla los cuatro puntos del documento. La primera prioridad de la estrategia es "promover la apertura y las sociedades abiertas", lo que implica la interferencia del gobierno estadounidense para cambiar los regímenes que les parece "autoritarios" por otros más leales. Para su ejecución se declara el apoyo a las reformas, la creación de diversos fondos e iniciativas, la asistencia jurídica y la promoción de los derechos humanos. La segunda es la "promoción de la democracia y la seguridad" a través del apoyo a la "sociedad civil", los "grupos marginados como las personas LGBTI" y apoyando militarmente a sus "socios africanos", sin especificar a quién y qué apoyará el ejército estadounidense.

La tercera prioridad es "promover la recuperación pospandemia y las oportunidades económicas" y la cuarta es involucrar a los países del continente en la agenda "verde", incluida la lucha contra el cambio climático.

Existen motivos racionales del interés estratégico de Estados Unidos en los países africanos, explica Savin. El continente tiene la segunda área de selva tropical más grande del mundo y contiene 30% de los minerales más importantes. También hay un atractivo en términos de consumo y mano de obra, pues se proyecta que para 2050 la población africana sea 25% de toda la población mundial. Respecto a la influencia política, solo África subsahariana representa 28% de los votos en la ONU. Para Estados Unidos es fundamental tener el control sobre esos votos ante esa entidad multilateral.

"YALI, la cara suave e instagrameable de AFRICOM"

El analista Pepe Escobar publicó un artículo el 21 de septiembre, en el marco de la 77a Asamblea General de la ONU, donde examina la verdadera agenda de Estados Unidos en África. Allí dedica una parte a hablar sobre el "curioso caso de YALI (Iniciativa de Jóvenes Líderes Africanos)", que fue promocionada como una de las políticas "más innovadoras" de la Administración Obama.

Lanzado en 2010, YALI se enmarcó para "empoderar a la nueva generación de líderes africanos", un eufemismo para educarlos (o lavarles el cerebro) al estilo estadounidense. El mecanismo es simple: invertir y traer a cientos de jóvenes líderes africanos potenciales a las universidades estadounidenses para una breve "capacitación" de seis semanas sobre "negocios, liderazgo civil, emprendimiento y gestión pública". Luego, cuatro días en Washington para reunirse con "líderes de la administración" y una "sesión de fotos con Obama".

Las embajadas de Estados Unidos en África coordinaron el programa y fue dirigido a hombres y mujeres de los 49 países de la región subsahariana, "incluidos los que están bajo sanciones de Estados Unidos", como Sudán, Eritrea y Zimbabue. En 2013, el expresidente Obama anunció el establecimiento de la Beca Washington, que luego fue renombrada como Beca Mandela-Washington (MWF, por sus siglas en inglés).

Escobar explica que la beca sigue en curso y este año debería becar a 700 "líderes jóvenes de África subsahariana", que estarán en los llamados institutos de liderazgo en casi 40 universidades estadounidenses y después darán un breve recorrido por Washington.

YALI es un plan de inversión a largo plazo en el que los becarios, una vez establecidos en sus posiciones de influencia (sectores público y privado y sociedad civil), probablemente tendrán preferencia ante el gobierno de Estados Unidos. Como herramienta de poder blando, YALI se ha convertido en una agenda neocolonialista más atractiva que el Mando África de Estados Unidos (AFRICOM, por sus siglas en inglés).

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Estados Unidos está dirigiendo encubiertamente el colonialismo del siglo XXI a través de plataformas como YALI (Foto: Reuters)

Además, es una inversión muy "rentable", según fue calificada por establecimiento demócrata. El coste medio de un becario que viene a Estados Unidos es de 24 mil dólares, gastos que corren por la cuenta de "las universidades estadounidenses participantes, así como por Coca-Cola, IBM, MasterCard Foundation, Microsoft, Intel, McKinsey, GE y Procter & Gamble", dice Pepe Escobar.

Y eso no se detuvo con MWF. USAID fue un paso más allá e invirtió más de $38 millones, más $10 millones de la Fundación MasterCard, para establecer cuatro Centros Regionales de Liderazgo (RLC) en Sudáfrica, Kenia, Ghana y Senegal. Se trataba de capacitaciones, a distancia y presenciales, de al menos 3 mil 500 'futuros líderes' al año.

Cuando Donald Trump llegó al poder en 2016, el legado de Obama con YALI se vio aminorado en financiamiento, pasando de 19 millones de dólares en 2017 a unos 5 millones de dólares. Una vez que inició la administración Biden, el proyecto fue retomado con fuerza. En Nigeria, por ejemplo, después de señalarse que hacía falta abordar la "difusión de desinformación", en un contexto de elecciones presidenciales, Estados Unidos entrenó bajo YALI "a 1 mil jóvenes nigerianos para reconocer los signos de información errónea y desinformación en línea y en los medios".

Lo siguiente fueron los talleres de "Formación de formadores", que capacita a 40 periodistas, creadores de contenido y activistas (la mitad del grupo, mujeres) en la tarea de "investigar y reportar información errónea".

YALI es la cara suave e instagrameable de AFRICOM. Estados Unidos ha participado en el derrocamiento de varios gobiernos africanos en las últimas dos décadas, con tropas entrenadas bajo AFRICOM obsesionado con el secretismo. No ha habido una auditoría seria del Pentágono sobre el armamento de los "socios" locales de AFRICOM. Por lo que sabemos, como en Siria y Libia, el ejército estadounidense podría estar armando incluso a más terroristas.

Amenazas a la hegemonía estadounidense

Como lo dice un artículo de Foreign Policy, a pesar de que Washington asegura que "su atención al continente no tiene nada que ver con la rivalidad de las principales potencias", el foco de los intereses estadounidenses en África es precisamente la competencia con Rusia y China. Mientras tanto, los países africanos no pretenden convertirse en partícipes de una nueva guerra fría entre Moscú y Washington y prefieren China a Estados Unidos ante la falta de ambición de Pekín "de interferir en la política interna de los países africanos con el pretexto de asegurar la prosperidad de los continentes", señala el texto.

Y si es cuestión de amenazas a la hegemonía estadounidense, China está en primer plano. El politólogo Leonid Savin dice que el país asiático se ha mantenido como el mayor socio comercial de África. Los ingresos comerciales llegan a 200 mil millones de dólares anualmente. 

Otras razones que expone Savin:

Más de 10 mil empresas chinas operan en países africanos. En 2020, se estableció el Fondo de Desarrollo de Infraestructura de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de 1 mil millones de dólares, y dos años antes se aprobó un paquete de ayuda de 60 mil millones de dólares para África.

Otra ventaja de China a los ojos de África son los préstamos proporcionados por Pekín y el desenlace que pueden tener en situaciones críticas, recordemos que hace poco el gobierno chino condonó la deuda de 23 préstamos sin intereses que vencían a finales de 2021 a 17 países de África.

En el caso de Rusia, los países africanos se han visto beneficiados por su incorporación en organizaciones multilaterales con objetivos distintos a los de Occidente. En su recorrido por Egipto, República del Congo, Uganda y Etiopía, el canciller Lavrov discutió en las reuniones ese tema. En el caso de Egipto, Moscú conversó sobre la idea de su integración a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). 

El recibimiento de Lavrov en los países africanos también demuestra el fracaso de la narrativa antirrusa que busca culpar al país euroasiático de los aumentos en los precios de fertilizantes y alimentos a escala global. África se está enfrentando a una grave crisis alimentaria por ello, pero el diplomático ruso fue gratamente bienvenido en cada país que visitó, ya que sus anfitriones entienden que esos problemas son consecuencias de las mal llamadas "sanciones" que ha emitido Occidente como parte de la guerra.

Estados Unidos entiende la importancia estratégica de África y con sus tácticas de sumisión hacia el continente busca salvaguardar sus propios intereses hegemónicos. Sin embargo, los hechos actuales apuntan a que África no va a ser el continente que Washington quiere.

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