Luego de los atentados contra los gasoductos rusos NordStream, por el que se suministraba alrededor de 40% del gas de la Unión Europea (UE), el panorama energético está cambiando en Europa.

En la actualidad, Chevron busca ocupar ese mercado y está negociando importantes contratos de abastecimiento de gas natural licuado (GNL) a Europa por un período de hasta 15 años, movimiento estratégico que se produce justo en un momento cuando los clientes europeos prevén una mayor dependencia de las importaciones de GNL.

Ahora que el distribuidor cambió, también hay una actitud diferente de clientes, que se muestran más complacientes y dispuestos a firmar acuerdos a largo plazo. Algunos expertos en la materia infieren que este viraje podría atribuirse a la reconsideración de los planes ecológicos por parte de algunos gobiernos europeos, que han optado por descartar tales iniciativas debido a la preocupación por los elevados costes y las incertidumbres económicas.

Inicialmente, los clientes buscaban suministros de GNL a corto plazo, limitados a un lapso de hasta cinco años. Esta inclinación estaba impulsada por la incertidumbre del mercado y las aspiraciones de los países a disminuir su dependencia de los combustibles fósiles.

El giro hacia los acuerdos a largo plazo no es exclusivo de Chevron, según Reuters, que recoge que los gigantes del sector Shell y TotalEnergies también consolidaron acuerdos pioneros de 27 años para suministrar GNL a Europa, asociándose con Qatar, uno de los principales productores mundiales de GNL.