En una columna en la que advierte que las herramientas de guerra aplicadas por la CIA en el extranjero han vuelto a los Estados Unidos, el ex funcionario del Servicio Exterior de ese país, Peter van Buren, ofrece una explicación de las operaciones encubiertas relacionadas al manejo de la información ejecutadas por la agencia de inteligencia.
Aunque gran parte del texto hace referencia a la historia del expediente que se armó contra Donald Trump por la “interferencia rusa” en las elecciones de 2016 (el afamado y falso Rusiagate), enumeramos algunos datos, extraídos por el autor de funcionarios de la CIA, que confirman la influencia de la agencia en medios de comunicación extranjeros para favorecer a candidatos durante elecciones en otros países.
- Leon Panetta, director de la CIA de 2009 a 2011 (administración Obama), explicó que mientras él estuvo a cargo, la CIA influyó en los medios de comunicación extranjeros antes de las elecciones para "cambiar las actitudes dentro del país". El método, dijo Panetta, consistía en "adquirir medios dentro de un país o una región que bien podrían usarse para poder entregar un mensaje específico o trabajar para influir en aquellos que pueden poseer elementos de los medios para ser capaz de cooperar, trabajar (con la agencia) para transmitir ese mensaje”. Panetta no mencionó los lugares que fueron seleccionados.
- Richard Bissell, oficial de la CIA que dirigió las operaciones de la agencia durante la Guerra Fría, escribió sobre "ejercer el control sobre un periódico o una emisora de radio, o de asegurar el resultado deseado en unas elecciones".
- En un punto de la década de los 80, había 80 intervenciones al día en los medios de comunicación extranjeros.
- Van Buren agrega que en un informe sobre la CIA en Chile sale que “la agencia retrató a su candidato favorito en una elección como un ‘sabio, sincero y alto estadista’, mientras que pintó a su oponente de izquierda como un ‘intrigante calculador’".
¿Cómo funcionan las operaciones de desinformación de la CIA? Su objetivo es “controlar la información como herramienta de influencia”, dice van Buren. La opción más inmediata, y por lo tanto con riesgo a ser revelada, es la de pagar directamente a periodistas para que difundan una noticia o que directamente se opere un medio de comunicación. Un caso citado por el autor es el del Proyecto “orwelliano” de Medios Indígenas en Irak (2003), vendido al público como un plan para desarrollar medios de comunicación de “iraquíes hablando con iraquíes sobre Irak”, que en realidad eran operados y financiados por la potencia invasora.
Lo más eficaz es una operación tan compleja que una planta de la CIA sea la fuente de información inicial mientras que una segunda planta de la CIA actúa aparentemente de forma independiente como fuente de confirmación. En ese momento puedes hacer llegar la información a los principales medios de comunicación, que luego pueden confirmarla "independientemente", a veces sin saberlo, a través de tus agentes secundarios. Básicamente puedes escribir los titulares de mañana.
Otras técnicas incluyen la exclusividad de la información verdadera mezclada con la desinformación para establecer la credibilidad, el uso de fuentes oficiales como los portavoces de las embajadas para parecer que confirman inadvertidamente los detalles secundarios, y la financiación encubierta de la investigación y los trabajos secundarios para promover a los académicos y expertos que desacreditan las contranarraciones. Es posible que los académicos nunca sepan de dónde procede su dinero, lo que aumenta su credibilidad.
Las descripciones de van Buren podrían ajustarse perfectamente al modo en que la USAID y la NED financian ONG y medios de comunicación en Venezuela y Nicaragua con fines políticos.